Nos define el diccionario la
política como “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados”.
A su vez nos lo define como “cortesía o urbanidad”.
De ellos podemos unificar por
mera extensión, que la política es el arte o trazos ideales con que se conduce
un/unos asunto/s o que se emplean los medios para alcanzar un fin determinado.
Definitivamente es un concepto
tan amplio que el grosso poblacional se ha quedado con el más sencillo a
deducir “lo que hacen los partidos políticos”, aduciéndole tareas y
responsabilidades que asemejan poderes fantásticos y que no son para todos.
Por sus actuaciones, las personas
deciden seguirles o no, respaldarles o atacarles de palabra. Más hay un sector
que acomete el más recurrente de los errores: Decir que sí no milita en un
partido político, es “apolítico”.
Presentamos disculpas por esta revelación
que le daremos pero usted no es “apolítico” es simplemente “apartidista” ya que
no milita y/o respalda en partido alguno.
Si pudiese lograr ser “apolítico”
pues tendría que dejar de darle los buenos días, buenas tardes, buenas noches o
más aún, la bendición a sus hijos, ya que tendría que cumplir con su concepción:
ser apolítico.
No podría darle con propiedad el
beso de buenas noches a su esposa; aupar a su equipo deportivo y tendría que
comerse todas las luces rojas, amarillas y verdes de los semáforos. Es más,
tendría que salir en pelotas a la calle.
Eso es ser “apolítico” en
realidad.
Ahora, el ser apartidista a cualquiera se le perdona, pero por igual
debe cumplir con sus deberes político eleccionarios, ya que es su derecho a
opinar ¿o le gusta la sumisión silente? ¡Para nada, usted es valioso, de lo
contrario no estaría en este bello país VENEZUELA!.