Ocurre en los Cementerios de Venezuela

"No vale, a mí no me pasa eso" (frase letal), es una de las expresiones propias del orgullo y la soberbia a la cual más le temo. No me he atrevido a decirla y menos a sentirla, porque al orgullo se le pasa alta factura.

Más cuando nos ocurren incidentes que sólo leemos en los diarios o nos llegan vía oral, nos sentimos tan pequeños que ni la resignación encerrada en la realidad de que "todo es posible, todo nos atañe", es capaz de sacarnos del asombro, indignación y tristeza.

Esta es una de esas historias:

Mi abuelo Gaspar Felipe Carapaica (1914 - 2000), falleció acá en Maracay el día 30/12/2000 y por ende, uno va a visitarlo en su aniversario u ofrenda misa. Sus restos están en el antiguo cementerio "La Primavera" de Maracay, un lugar que ya sólo quedó para quienes poseían terreno, porque hace más de 30 años el cementerio oficial es el Metropolitano a la salida del municipio Girardot.

Algo descuidado, con dependientes mal pagados y que viven de las propinas por las cuales pelean ante los que el lugar visitamos, subsiste este cementerio.

El día 30 cuando llego al nicho de mi abuelo, de 5 espacios para sepultar (mi bisabuela, tatarabuelos y un tío abuelo están allí) siendo mi abuelo el de arriba por ser el último, consigo la tumba abierta, el ataúd abierto y sin la osamenta de mi abuelo.

Sólo los fuertes hedores, la tétrica imagen y los pantalones conque fue sepultado se encontraban en el sitio. Nadie está preparado para esta tristeza, indignación (como para ninguna) en que se traspasa la línea del respeto y el tabú.

Los limpiatumbas nada dicen, más que es obra de los santeros que requieren osamentas para sus trabajo. Las autoridades son de por sí incompetentes y en estos casos, aún más, así que no vale la pena molestarlos.

Mi abuelo fue un hombre por demás correcto, recio, caballeroso, enamorador y muy juicioso. Esta afrenta a él no se quedará impune y así lo escribo.

Bien dice mi madre "dicen que los muertos jalan las patas; pus esperemos que tu abuelo las jale y nos avise". Creencia popular que acepto y apoyo, porque Dios concede las luces a la gente que se la gana y para mí, mi abuelo Gaspar hizo los votos para ello.

¿La gente no aprende? Pace que no. Vean cómo nuestro Libertador Simón Bolívar ha pasado la misma factura a quienes profanaron sus restos mortales, en primera fila y de seguro a los más allegados, alcahuetes y quienes callaron la herejía, también pasarán por la corte marcial del más férreo e ilustre venezolano.

Yo les recomiendo a ustedes que me leen, darle una vuelta a sus seres queridos en su lugar del eterno descanso, para corroborar que así sea. 

Y por otro lado, en este extremo -el de la vida- les invito a no esperar a  un momento trágico para demostrar a los suyos cuánto le quieren, solamente háganlo, verán cómo les plenará.

La bendición, abuelo Gaspar Felipe.

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