Observar como la gente aplaudía a Pacquiao que perdió el combate de box transformado en carrera de gallina alborotada por su rival; verle tomarse selfies, estar animado a la par de concentrado, hacerse parte del público que le animaba o adversaba y sobre todo, sonreír, me hizo ratificarme que la clase radica en sentirse en paz y creer en sí mismo; que la elegancia está en reflejar el sentir, que no son poses, es el departir.
Mayweather podría estar confiado y concentrado. Pero ni su sobriedad expuesta pudo ocultar que tenía mucho de engreído. Y las pitas y silencios de palmas lo mostraron. Es un campeón porque las reglas así lo dicen, más está muy alejado de ser el ídolo que pudo ser en su rango.
¿Que ambos ganaron dinero e hicieron espectáculo?, en extremo claro y lo confirmo. Como en cualquier profesión hecha show, está de sobra decirlo. Y aún así nadie puede quitarse la idea que ese aplauso a Pacquiao, en la arena deportiva y en el mundo, estuvo bien labrado. Dejó huella y eso lo ven más los sponsors, las empresas, los niños y relatores. La actitud de Floyd lo relevó a más allá de un segundo lugar, siendo el primero.
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Ganar un aplauso
Durante años he cantado en coros y he compartido el aplauso del público con mis compañeros.
Reconozco desde el aplauso formal, el marcial (acompasado, hecho por militares), el de desgano, el sarcástico y el efusivo; el lleno de agradecimiento, el comedido, el amoroso y el sorprendido.
Como comediante he conocido los aplausos por chiste bien hecho; el de "bájate", el "que siga", el "les diste donde es", entre otros.
He visto el aplauso más lindo que es el de mis padres; he visto el aplauso inocente y bonito, acompañado de un abrazo hecho por niños; he visto el abrazo de los ancianos que vienen con una bendición.
No hay dinero que pague ello para ningún artista. Eso nos da de comer, cuando asumimos seguir emprendiendo y hacer que nuestro trabajo valga la pena y en efecto dominó ayude a una cadena de personas. Si no creamos ni un aplauso esporádico, nos retiramos. Y sí varios actuaran así, las oportunidades no morirían, pero sufrirían en su evolución. Y el arte no puede sufrir los embates de la no creación de quienes la profesan.
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Hace poco leí, "dedicado al dueño del arte: Dios", así que ese aplauso que él nos permite disfrutar, es el que compartimos con el don o habilidad que nos otorgó, ¿también lo queremos defraudar por envanecernos?
El aplauso no es un ritual, no se debe imponer como en programa de televisión o cadena presidencial donde se improvisa o se exige adorar hasta la más disparatada decisión. El aplauso es el pago por lo que hacemos por todos en conjunto, no para complacer a cierto sector.
Y hay veces en que las personas por frialdad no aplauden (público panela de hielo, se les dice), aún esforzándonos lo máximo. En esos casos, no decaigas, confía, entiende la situación del momento, corrige, mejora, aumenta y verás que el calor de tu actitud, aptitud, personalidad, carisma y arte, derretirán los siguientes fríos.
Que los aplausos no te duerman, cada presentación aún con el mismo material siempre es diferente. Las personas merecen la misma chispa de ti, para que se encienda la mecha de sus aplausos.
Agradar sin fingir ni reventarse en serlo, cayendo en gracia más que siendo gracioso, te valdrá comentarios, aplausos y apoyo más allá de la distancia. Sí te piensan con bien, tu paso por esta tierra ha sido de lo más útil, te lo aseguro.
Lcdo. Argenis Serrano
@Humoristech
