Autor: Alex Vallenilla - Periodista especializado en Economía. Caracas, Venezuela.
Al régimen famélico, le
tocará pegar carreras, luego del batacazo que dio Trump en Estados Unidos.
Para muchos es una
sorpresa que Donald Trump haya vencido en las elecciones de Estados Unidos,
luego que la feroz campaña de la prensa norteamericana, aliada con la banca de
especulación de Wall Street, satanizaran al extremo, las torpezas del discurso
de Trump durante su campaña. Al final el magnate, tras su victoria, apaciguó el
verbo. Pero veamos.
La semana anterior, en una
jugada audaz, el gobierno de Barack Obama, para evitar que en Venezuela
ocurrieran eventos violentos, con la amenaza de los factores de oposición, de
marchar a Miraflores, con el fin de evitar que hechos de violencia y
desestabilización política opacaran el desarrollo de la recta final electoral
estadounidense, que pudieran tener repercusión política, EEUU junto a El
Vaticano, en coordinación con Raúl Castro, logran instalar una mesa de diálogos
y negociaciones en Venezuela. Para nada, porque al final, Clinton perdió y no
por la crisis venezolana, sino que el norteamericano supo interpretar el
mensaje de Trump, la clase obrera de ese país, los afectados por la crisis
hipotecaria, creada por los excesos de las desregularizaciones de la banca
norteamericana, esa misma que financiaba la campaña demócrata.
El asunto del diálogo, que
hábilmente Castro lleva a través de sus títeres en el PSUV, para estirar hasta
2017, en vista que el régimen de Maduro está contra las cuerdas y encerrado,
sufrirá cambios de los que pronto vamos a saber. El criminal de La Habana, ha
perdido un fabuloso aliado, ha quedado sólo en el mundo, porque Europa, con la
situación económica que tiene y ahora con las exigencias de Trump, de que en
esos países deben aportar dinero para mantener a la OTAN, las inversiones que
el decadente régimen cubano esperaba, se enfrían. Trump había prometido que
respecto a las negociaciones de EEUU-Cuba, todo sería revertido. Hay que
esperar a ver si será así. La famélica y arruinada Venezuela, ya nada le puede
dar a la isla, la cual verá como en las próximas semanas, sucumbe ante la
crisis económica que inevitablemente Venezuela le contagia.
La mesa de diálogos pierde
a un tutor importantísimo, por lo menos de aquí hasta diciembre, a Thomas
Shannon. Washington venía desarrollando una estrategia implacable, rodear a los
ladrones del PSUV que están en la Lista OFAC, a los que ha congelado bienes,
fortunas, mientras negocian una salida para Venezuela, por la vía democrática,
institucional, que debe estar garantizado con compromisos con El Vaticano.
En esos acuerdos hay
demasiados factores a saber. Primero debe tenerse presente que este régimen es
insostenible financieramente el año próximo. Y ahora menos, que Donald Trump,
tiene como propósito expandir la producción petrolera y aprobar el oleoducto
Keystone XL, lo que sin duda alguna llevará los precios del petróleo a fuertes
caídas. Para el año próximo, el régimen castro-madurista, no sólo no podrá
sostener siquiera los precios de la gasolina, está con altas probabilidades de
caer en un default o impago de deuda y este factor es obligado que se negocie
en la mesa de diálogos, haciendo que el gobierno tenga que reconocer a la
Asamblea Nacional (AN), para que esta pueda dar la bendición de renegociación
inevitable de deuda. Eso indica que la MUD, tiene “al toro cogido por los
cachos”. El régimen tendría que entregar por ejemplo su mayoría en el CNE,
dejar a un lado su estrategia con el TSJ y hasta permitir el nombramiento de
nuevos magistrados, ceder con los presos políticos, con la ayuda
humanitaria proceder a permitir elecciones regionales y luego
presidenciales, si es posible adelantadas, para que la AN ceda en nombre de la
República, autorización para evitar los efectos del impago de deuda, que no
sólo fulminaría al gobierno, sino arrastraría a todo el país. Sin embargo, el
sector radical del PSUV, envalentonado y alzado, creyendo poder resistir el año
próximo con el Arco Minero y las concesiones petroleras que están entregando a
dedo, sin licitaciones, además de la impresión de dinero que viene, presiona
para que no haya elecciones o acuerdos de algún tipo, siempre y cuando estos
tengan garantizada la impunidad.
Ahora el mundo ha
cambiado. Y que cambio dio con Trump en EEUU al frente de la presidencia.
Tocará empezar de nuevo. Castro tendrá que presionar para que Maduro ahora no
entregue ni negocie nada, porque piensa que podrá seguir saqueando a la
arruinada Venezuela. Los radicales rojos, en esa situación, mientras Maduro se
mantenga en el poder, siguen amparados en puestos claves protegiéndose de la
persecución de la justicia internacional por todos sus delitos. Hay que esperar
que Trump asuma en enero, y ver si realmente va a hacer lo que dijo que iba a
hacer.
En el caso con Venezuela,
Donald Trump no necesita hacer prácticamente nada. Nada. Trump sabe muy bien
que Venezuela, insolvente, no podrá asumir sus compromisos el próximo año, sólo
tendría que dejar que el régimen se hunda junto con todo el país en medio del
impago de deuda. Los banqueros de Wall Street, que financiaron a Hugo Chávez,
tendrían que asumir su situación y acudir a los tribunales internacionales a
demandar y embargar los activos venezolanos, que con la caída de los precios
del petróleo, prácticamente no valdrán nada, al lado de los proyectos de
producción petrolera norteamericana. Si Trump es el conservador que ha mostrado
ser, simplemente deja que el país caiga solo, y los banqueros, que fueron sus
acérrimos enemigos en esta campaña electoral asuman sus consecuencias, por
financiar, gracias a los casinos financieros instalados en Wall Street, a
regímenes irresponsables y delictivos como el de Hugo Chávez. Negocios son
negocios y el que perdió, perdió, sería difícil ver a Trump realizando rescates
financieros, como los que Obama hizo en 2008 y 2009, y que hoy mantienen al
mundo al borde de la recesión, causa de la derrota de su candidata. Venezuela
en un caos de estos, terminaría en el estallido social, que se ha pospuesto en
abril de 2013, en febrero de 2014, en junio y julio de 2016 y en la marcha de
Miraflores del 3 de noviembre. Nuevamente todo apunta a que los militares en
este país decidan qué hacer, sobre todo los que apoyaban que se hiciera el
referendo revocatorio y que fue eliminado por el decadente y moribundo régimen
chavista, que son al menos 65% de la oficialidad.