La ética, los periodistas y sus gremios (de @goyosalazar)

En los primeros años del gobierno de Hugo Chávez cuando se hizo patente la polarización política y sus efectos comenzaban a impactar el desempeño de medios públicos y privados, surgieron iniciativas dentro y fuera de Venezuela para apuntalar el ejercicio ético de la profesión periodística.

El propio Chávez se encargó de poner a los periodistas en el centro de la mira afirmando que ellos necesitaban “una revolución ética”. Ojalá hubiera habido sinceridad en sus palabras que, en verdad, sólo encerraban su particular e interesada concepción del funcionamiento de los medios y el rol de los comunicadores respecto del proceso político que lideraba: cualquier registro de la realidad distinto a la visión oficialista obedece a una campaña política y por tanto es legítimo combatirlo con las mismas armas que se emplean contra el adversario político. Incluidas hasta las no democráticamente válidas, sabemos ahora.

Un líder intolerante de tanta sobre exposición mediática, transgresor compulsivo de la legalidad y su gobierno lleno de abusos, yerros y omisiones resultaban en su conjunto un riquísimo filón para las empresas de comunicación, tanto para lo informativo como para el periodismo de opinión, el humorismo y finalmente para cualquier género artístico. Chávez no tardó mucho en llegar a la conclusión de que “los medios de comunicación son el principal escollo para la revolución”.

El propio Ministerio de  Comunicación e Información tomó cartas en el asunto y en el año 2006 financió una edición del Código de Etica del Periodista Venezolano, en cuyo prólogo firmado por la profesora Azalia Venegas se afirma: “El falseamiento de los hechos, la manipulación, la distorsión, la omisión, la aplicación de mecanismos sensacionalistas y amarillistas en el tratamiento de la información así como los que se articulan con la información dirigida, se han enseñoreado en el periodismo venezolano de manera evidente desde el año 2006”.

Varios seminarios se dictaron con la participación de reputados académicos y periodistas nacionales y extranjeros para fortalecer las herramientas éticas de los periodistas venezolanos, a quienes los parciales chavistas, aparte de agredirlos, le recriminaban en la calle: “¡Digan la verdad!”.

De manera general pudiera afirmarse que el propósito de estas actividades coincidía plenamente con esta afirmación de la Exposición de Motivos del Código de Ética dictado desde sus orígenes por el Colegio Nacional de Periodistas (CNP): “El periodista se debe al público, y por ello su información debe contribuir con su imparcialidad, veracidad, oportunidad y honestidad a que la verdad del suceso difundido sea evidente”. En teoría, una actuación bajo esos principios debe preservar la credibilidad del periodista y su propia seguridad en escenarios de conflictividad social.

Al calor de esos debates sobre la ética surgió un grupo de periodistas, que se autodenominó “Los del Medio”,  que logró desarrollar algunas actividades para mantener vigente la discusión sobre el tema, que por lo demás es uno de los que mayores preminencia e importancia le conceden las organizaciones internacionales de periodistas alrededor del mundo y sobre todo en escenarios de violencia. No hace mucho surgió una vigorosa Red de Etica para el Periodismo, dirigida por Aidan White, antiguo Secretario General de la Federación Internacional de Periodistas (FIP).  

Los años han pasado. Chávez desapareció físicamente, no sin antes dejar un legado que consideraba el antídoto más efectivo contra los enemigos mediáticos de la revolución: la hegemonía comunicacional, que avanza cada vez con mayores zancadas a medida que la hecatombe económica ha ido socavando las bases financieras de las empresas de comunicación. Unas desaparecen y otra caen en manos de testaferros del chavismo o del propio gobierno, que escatima en alimentos y medicinas pero no en apertrechar de insumos y personal su gigantesco andamiaje comunicacional, sesgado y propagandístico.

También desaparecieron hace muchos años “Los del Medio”, y los gremios histórico de los periodistas venezolanos, el CNP y el SNTP, definitivamente no gozan de nueva salud y nadie puede en este momento, dado el entorno hostil, su precariedad institucional y su desmovilización nacional, apostar si sobrevivirán más allá de mantener la esporádica aparición mediática de sus voceros, algo en lo que ahora deben competir con prestigiosas ONG`s.

Sería aventurado y temerario decir que la ética ha desaparecido de la cotidianidad profesional de los reporteros venezolanos. No lo creo así. Pero sí resulta curioso que el tema que con tanta vehemencia promocionaban sectores gremiales de los dos extremos del ámbito comunicacional haya salido de juego. Aparte, no es un detalle menor que ahora las escuelas de periodismo de las universidades chavistas (es el mejor calificativo que las define) desovan comunicadores hechos, formados o deformados, a la medida de las necesidades de la revolución. Los periodistas, los reporteros profesionales no debemos estar hechos a las medidas de ningún bando, sino de nuestro compromiso con la verdad. 

Este debate, su vigencia y profundización, es responsabilidad de los gremios. Y si ellos viven una realidad organizacional difícil no es menos cierto que rescatarán y mantendrán intacta su potencialidad y capacidad de hacer en la medida que retomen el rumbo que le trazaron sus fundadores y grandes maestros y amplíen sus miras. Esa es una responsabilidad, entre otras de la profesión, que no puede eludir ningún periodista venezolano de estos tiempos. Y si no ahora, ¿para cuándo?

Autor: Gregorio Salazar

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