"Sin la música, la
vida sería un error", afirmó el filósofo Nietzsche, y no andaba
desacertado ya que tenemos un instinto natural que nos anima a seguir el ritmo
de la música. De hecho, la mayoría de los niños se mueven y dan palmadas cuando
escuchan una melodía que les agrada. Se trata de una respuesta espontánea
relacionada con nuestra necesidad de comunicarnos y de expresar nuestras
emociones a través del movimiento y de nuestro cuerpo.
No hay duda de que la
música es un lenguaje universal y todos, con excepción de las personas que
sufren amusia,
somos capaces de apreciarla y disfrutarla. De hecho, se ha descubierto que
personas de diferentes culturas responden emocionalmente de la misma manera
ante diferentes tipos de música. Por eso, no es casualidad que los estudios
antropológicos señalen que los grupos que tenían más probabilidades de
sobrevivir eran aquellos que habían desarrollado una danza propia y eran
capaces de compartir sus sentimientos a través del baile.
Por supuesto, la música y
el baile no sólo fungen como pegamento social sino que también son muy
beneficiosos para nuestra salud física y mental. Estudios recientes han
desvelado que una de las claves de la felicidad y la satisfacción con la vida
se encuentra precisamente en la pista de baile.
Pasos que curan, movimientos que nos hace felices
En 2013 psicólogos de la Örebro
University trabajaron con un grupo de adolescentes que sufrían ansiedad,
depresión o estrés, además de presentar síntomas psicosomáticos como dolor de
cuello y espalda. A la mitad se les pidió que asistieran a dos clases de baile
a la semana, mientras el resto siguió su rutina cotidiana.
Al cabo de dos años,
quienes se mantuvieron asistiendo a las clases de baile (en las que se ponía
énfasis en la alegría del movimiento más que en el desempeño), no solo
mostraron una mejoría notable de los síntomas psicosomáticos sino que también
refirieron sentirse más felices.
En otro estudio realizado
en la Universidad de Derby los psicólogos trabajaron con personas que padecían depresión.
Durante nueve semanas, estas personas recibieron clases de salsa. Las mejorías
se comenzaron a apreciar al cabo de las cuatro semanas y, cuando terminó el
estudio, los participantes reportaron menos pensamientos negativos, una mejoría
en la concentración y una mayor sensación de paz y tranquilidad.
Sin embargo, lo cierto es
que bailar no solo es un excelente recurso terapéutico. Un estudio llevado a
cabo en la Deakin University desveló que bailar tiene un efecto muy
positivo en nuestra vida cotidiana. Estos investigadores australianos
entrevistaron a 1.000 personas y descubrieron que quienes bailaban con
frecuencia no solo reportaban sentirse más felices sino también más satisfechos
con su vida, en especial en sus relaciones interpersonales, su salud y los
logros que habían alcanzado a lo largo de los años.
Curiosamente, psicólogos de la Universidad de Nueva York descubrieron un efecto similar en los niños pequeños. Estos investigadores trabajaron con 120 niños, de 2 a 5 años, a quienes expusieron a diferentes tipos de estímulos sonoros, algunos eran rítmicos e imitaban la cadencia de la música, otros eran completamente arrítmicos. Así apreciaron que los niños que se movían siguiendo los movimientos rítmicos, mostraban más emociones positivas, se sentían más felices. Por tanto, estos investigadores concluyeron que no solo tenemos una predisposición que nos lleva a movernos al ritmo de la música sino que bailar también mejora nuestro estado de ánimo.
Curiosamente, psicólogos de la Universidad de Nueva York descubrieron un efecto similar en los niños pequeños. Estos investigadores trabajaron con 120 niños, de 2 a 5 años, a quienes expusieron a diferentes tipos de estímulos sonoros, algunos eran rítmicos e imitaban la cadencia de la música, otros eran completamente arrítmicos. Así apreciaron que los niños que se movían siguiendo los movimientos rítmicos, mostraban más emociones positivas, se sentían más felices. Por tanto, estos investigadores concluyeron que no solo tenemos una predisposición que nos lleva a movernos al ritmo de la música sino que bailar también mejora nuestro estado de ánimo.
¿Por
qué bailar nos hace felices?
Cuando bailamos, en
nuestro cerebro se liberan endorfinas, unos neurotransmisores que generan una
sensación de bienestar, relajación, alegría y empoderamiento. La música y el
baile no solo activan en nuestro cerebro los circuitos motores y sensoriales sino
también los centros del placer.
De hecho, neurocientíficos
de la Columbia University afirman que cuando nos movemos en sintonía
con el ritmo, los efectos positivos de la música se amplifican. Por tanto, un
pequeño secreto para sacarle el máximo partido a la música consiste en
sincronizar nuestros movimientos con el ritmo, así obtendremos "placer por
partida doble".
Sin embargo, lo cierto es que la magia del baile no se puede reducir simplemente a la química cerebral. Bailar también es una actividad social que nos permite estar en contacto con otras personas, compartir experiencias y conocer gente nueva, lo cual tiene un efecto muy positivo sobre nuestra salud mental.
Sin embargo, lo cierto es que la magia del baile no se puede reducir simplemente a la química cerebral. Bailar también es una actividad social que nos permite estar en contacto con otras personas, compartir experiencias y conocer gente nueva, lo cual tiene un efecto muy positivo sobre nuestra salud mental.
Por si fuera poco,
mientras nos movemos, nuestros músculos se distienden al compás de la música,
lo cual nos permite liberar las tensiones cotidianas, sobre todo las que se
acumulan en la musculatura más profunda.
¿Aún necesitas más razones
para bailar? ;)