La
verdad es que las esperanzas son la montaña rusa emocional de quienes se portan
bien y buscan justicia, redención y estabilidad. Por eso es que los malos las
atacan tanto para que la gente viva a su merced.
En el
sector político – partidista, cada cierto tiempo se abre un compás de esperanza
al necesitado y sufrido para que siga manteniéndose en pie y coherente. Ante eso,
las hordas del mal se enfrascan de atacar con declaraciones, leyes y/o
agresiones físicas y verbales para que no crean que la existencia puede ser
digna.
Ha sido
la estructura de los tiranos desde que el mundo es mundo. Pero las grandes
creaciones y la consolidación de la espiritualidad, las ciencias, filosofía y
comunicaciones -entre otros beneficios- han creado cierto balance para poder
decirnos que todo es cíclico y que el mal que hoy vivimos, no se lo legaremos a
la siguiente generación.
Las esperanzas de erradicar un mal
El uso
de la fuerza por parte de las potencias para poder controlar a ciertos
minoristas que, de manera soterrada y pública pero amparada por el bagaje diplomático
y de las apariencias populistas, se presentan ante el conglomerado dominado,
resulta necesario y bueno, por lo cual, es víctima del ataque mediático y
psicológico de la fuerza que respalda la manipulación del hombre sobre el
hombre.
Razón
tiene el Presidente de Argentina, Javier Milei, al decir que luego de la caída del
muro de Berlín, los buenos se quedaron conformes y creyentes que el mundo aprendió
la lección, mientras los malos armaban su nuevo tinglado con nuevas apariencias
(progresismo, wokismo, justicia social, defensa de DD.HH sin que se requiera de
deberes).
Esa parsimonia
trajo nuevas luces y poderes a quienes saben que las esperanzas de equidad,
justicia y libertad son sus enemigas mortales y deben atacarlas desde todos los
flancos, con énfasis en la mente, alma y corazón de quienes se tragan sus
discursos y los maximizan con más y mayores ridiculeces y “la viaje confiable”
de culpar y odiar al imperio y al que nació hombre.
Cuando
son claras las esperanzas de erradicar un mal, lo primero es no engolosinarse
ni perder las perspectivas, sino más bien pensar “en los días después”, cuando
los afectados del bando atacado salgan a decir que todo se fue al demonio y que
perderás los derechos al obtener deberes.
Cientos
de excusas absurdas, todas movidas por el dinero aparecerán. También los
ataques físicos a personas, cosas, lugares y servicios, para mantener los
nervios tensos, la situación álgida y a la esperanza colgando en un hilo.
Toca
tener claro que las heridas realizadas por años nos e curan de la noche a la
mañana y que incluso entre el bando del bien, habrá infiltrados o estúpidos equivocados
que echarán sal y limón en dichas heridas.
Que hay
que ser estoico, organizado, metódicos y tener aguante para quitarse viejas
mañas y así poder empoderar a los ciudadanos por igual y hacer sucumbir en su
miseria a los malos que no se rediman.
Hasta
habrá que enseñar los términos como a un niño de preescolar, para que las
ansias y el cambio de método no les trastoque y les haga víctimas de quienes
van a seguir acechando para simular ser sus aliados, mientras se robas las esperanzas
que ahora tienen un asidero.
Eso es
lo que se debe considerar para uno mismo y para el entorno, en los tiempos por
venir, ahora que no son enemigos diplomáticos -que es casi un saludo a la
bandera- que a los enemigos de la justicia y sociedad, que son un mal que
algunos no toleran y no perdonan, tal cual es el deber ser.
Cuídense
y que la felicidad ni la tristeza les manipule, mucha coherencia y siempre
llamando a la igualdad, porque hay muchos engañados o malos que buscan redención
y negárselas, es igual a seguir llenando a la hoguera de leños con gasolina.