El trastorno bipolar es una enfermedad mental que produce cambios drásticos en el humor, la energía y la capacidad funcional.
Trastorno bipolar.
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Las personas que padecen trastorno bipolar pasan desde la tristeza y la desesperanza -en las fases depresivas- a la euforia y la irritabilidad -en las fases de manía-, a menudo con periodos de humor normal entre ambas fases.
Estos cambios en el estado de humor van asociados, además, a cambios extremos en el comportamiento y en la energía.
Los tipos de trastorno bipolar son:
Trastorno bipolar I:
El paciente sufre episodios maníacos o mixtos y generalmente, además, depresiones. Con haber sufrido un único episodio maníaco el paciente debe ser clasificado dentro de este grupo. Los episodios suelen ser graves y con frecuencia presentan síntomas psicóticos (alucinaciones o delirios) que plantean problemas diagnóstico-diferenciales con la esquizofrenia.
Trastorno bipolar II:
El paciente sufre exclusivamente episodios hipomaníacos y depresivos (no mixtos ni maníacos completos). Los episodios hipomaníacos son difíciles de reconocer y pasan, con frecuencia, desapercibidos. En estos casos, el paciente busca tratamiento solo en las fases depresivas de la enfermedad por lo que es tratado exclusivamente con antidepresivos y no con estabilizadores del estado de ánimo como sería lo adecuado con el resultado de un agravamiento del curso de la enfermedad.
Ciclotimia:
El paciente ciclotímico sufre períodos de síntomas hipomaníacos y depresivos sin la suficiente gravedad para poder etiquetarlos de episodios hipomaníaco o depresivo. Tiene un carácter crónico y cíclico y el riesgo de asociarse a deterioro funcional, comorbilidad (asociación con otras enfermedades psiquiátricas) y abuso de drogas que suelen ser el motivo que lleva a los pacientes a solicitar atención psiquiátrica.
Los síntomas del trastorno afectivo bipolar suelen manifestarse durante un tiempo determinado (un episodio) e incluyen ciertos patrones de conducta.
Manía e hipomanía (manía leve)
La persona que experimenta episodios maníacos puede:
sentirse con un ánimo inusitadamente alto
mostrarse irritable
manifestar mayor confianza en sí misma
estar más locuaz
distraerse fácilmente
carecer de criterio
no requerir muchas horas de sueño
Los episodios maníacos pueden durar períodos largos, por ejemplo, unos meses. Esto puede dar lugar a agotamiento físico, gastos excesivos y relaciones poco sensatas o inadecuadas.
Depresión
La persona que padece de depresión puede:
sentirse infeliz y ver la vida de forma negativa
perder interés en los demás y en lo que la rodea
perder la confianza
sentirse incapaz de tomar decisiones
tener dificultad para dormir
sentirse cansada
llorar la mayor parte del tiempo
aislarse de los amigos
pensar en el suicidio
Síntomas mixtos: Aproximadamente cuatro de cada 10 personas que padecen de trastorno afectivo bipolar tienen síntomas mixtos. Estas personas experimentan síntomas maníacos y depresión al mismo tiempo. Por ejemplo, pueden sentirse tristes, pero también tener mucha energía.
Causas:
En la actualidad, se desconocen las razones exactas por las que una persona puede desarrollar un trastorno afectivo bipolar. Este pudiera desencadenarse debido a cambios en el sistema nervioso o en las sustancias químicas del cerebro; sin embargo, se cree que en el mismo intervienen diversos mecanismos.
Algunos factores aumentan las probabilidades de padecer de un trastorno afectivo bipolar.
Tener un familiar cercano con trastorno afectivo bipolar puede aumentar el riesgo. Si su madre, padre, hermano o hermana sufre de dicho trastorno, sus probabilidades son, aproximadamente, 6/100 de padecer de trastorno afectivo bipolar I y 3/100 de padecer de trastorno afectivo bipolar II.
Los acontecimientos estresantes, tales como la ruptura de una relación o una enfermedad física, pueden ocasionar un trastorno afectivo bipolar.
Un desequilibrio químico en el cerebro.
Diferencias estructurales en el cerebro
Medidas no farmacológicas
La psicoterapia es fundamental para los pacientes con trastorno bipolar (inicialmente, como mínimo, una vez a la semana). La misma debe estar a cargo de un psiquiatra o de un psicólogo clínico que trabaje en equipo con el primero.
Fuente: Venelogía