The Artist: Ejemplo Oscarizado para Emprendedores


The Artist es una de las grandes triunfadoras en la noche de los Óscar. La película se ha convertido en una extraña rareza, empujando al cine a una elevada cantidad de espectadores para ver un filme que no sólo es blanco y negro sino que además es cine mudo. La historia narra la existencia de una estrella del cine de los años 20, George Valentin, que se enfrenta a la llegada de las películas habladas. Si no la has visto todavía, no sigas leyendo porque estas lecciones para emprendedores extraídas de The Artist están repletas de spoilers.

The Artist comienza con el fulgor de una estrella, la emergencia de otra (una gran maestra para los emprendedores), la caída de la primera y la búsqueda de nuevas oportunidades. La situación histórica que narra el film es, aunque con menos glamour, paralela a la actual (un crack bursátil, una crisis económica…) y las lecciones que se pueden extraer sobre cómo sobrevivir a los tiempos difíciles pueden ser aplicadas a la actualidad.

Peppy Miller, el personaje que interpreta Bérénice Bejo, es el mejor ejemplo de actitud emprendedora de la película. Miller quiere ser actriz en Hollywood algo muy complicado incluso en los lejanos años 20. ¿Qué hace Miller para conseguirlo?

Primero confía mucho en su producto: sabe que puede ser una buena actriz y está preparada para ello. Segundo,aprovecha sus golpes de suerte. En el momento de mayor estrellato de George Valentin, el protagonista, Miller es retratada con él y aparece en la primera plana de toda la prensa. Ha entrado en el radar y decide sacarle partido. Tercero, la joven actriz escucha los consejos de aquellos que han alcanzado el éxito y sabe aprovecharse de esas lecciones. Y cuarto, Peppy Miller, que empieza como eterna chica de reparto, sabe sacar partido a los cambios, sabe ver las oportunidades, y mientras la industria del cine mudo languidece, ella se apunta al incipiente cine sonoro.

El protagonista, sin embargo, es el ejemplo a no seguir si se quiere conseguir el éxito en cualquiera industria. George Valentin, que le ha valido el Óscar al actor francés, Jean Dujardin, teme los cambios, se mantiene orgulloso en sus trece y no sabe ver hacia donde va el mercado. Cuando llega el cine sonoro, la estrella habla de fracaso y asume que el público va a verlo a él y que por tanto da igual que hable o no. Frente a la emergente y emprendora Peppy Miller, George Valentin se convierte en todo lo contrario al espíritu emprendedor, intentando mantener de forma artificial lo que funcionaba en la industria del cine antes sin ver lo que lo hace en ese momento. Valentin se convierte, además, en un elemento lento a los estímulos, que a pesar de ver que todo está cambiando no es capaz de reaccionar ante esos cambios. Peppy, su coprotagonista, le da una y otra vez lecciones de espíritu emprendedor.

Valentin es también un ejemplo claro de como no lanzar una empresa emprendedora: el actor tiene una idea, que no cuenta con el respaldo de la industria. No consigue seducir a los inversores (el capital riesgo) y se lanza a crearla él mismo. La idea le parece buena, le parece segura y le apasiona; pero antes de lanzarse a la piscina, no analiza la situación, no estudia el mercado (recordemos que se niega a ver los cambios) y sobre todo no tiene en cuenta que es lo que van a querer sus clientes. Como era de esperar, su idea brillante, que fue lanzada con pies de barro, fracasa en cuento llega al mercado real.

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