"El salao", "el menor", "el greñas", "pichón", "el tuerto", "pavo loco", "cotejo", "francys", "la chiva", "kulina" "el negro Néstor" y el peor de todos, su líder "El Papi", entre otros, son los ladrones parte de la historia de mi vecindario.
Los mismos fumaban droga y mantenían a la gente en toque de queda no por amenazas, sino porque el ambiente se enrarecía con sus estupefacientes y muchas veces la policía de manera infructuosa los perseguía y terminaba rodando a la cava a quienes no tenían arte ni parte.
Algo que ellos tenían era el jamás robar a los del propio sector ni a quienes lo visitaban. El sector era su concha y los residentes, sus protegidos que debían pagar esa protección con silencio cómplice. Pero cuando los apresaban, nadie los defendía y sí decían lo que habían hecho. extrañamente, no hubo venganzas por ello.
El vecindario era su reino, el resto de la ciudad su presa. Cuando querían el trabajo "desde casa", engañaban a varios "vivos bobos" diciéndoles que les venderían un VHS (hablo de los años 80), los hacían parar el carro en una esquina mientras ellos iban por la casa preguntando "¿señora, tiene una gavera de refresco que me regale?", "présteme para comprar una bolsa negra", ¿puedo agarrar estas piedras, esta caja?
Con la gavera con algunas piedras metida en una caja dentro de la bolsa, le cobraban a los bobos que creían obtener un VHS barato, otras veces un TV o equipo de sonido. Digo de manera culpable que a muchos nos daba risa el cuento, por aquello de "ladrón que roba a ladrón".
Con los años su propia vida se los fue llevando tal cual como vivieron. El salao murió víctima del VIH y una bronconeumonía, el greñas y cotejo, decapitados en la cárcel, los demás en enfrentamientos. Sólo sobreviven Pavo Loco, regenerado al ver que su papá murió en manos del hampa, actualmente padre de dos hijas estudiantes universitarias y él, motorizado.
El otro es el negro Néstor, que con 5 hijos más uno que le indilgó su ex-pareja en una infidelidad, sigue cada noche drogándose en una esquina con susto de ser apresado y consumido por su vicio y ocio. Lo lamento porque antes de su vida delictiva éramos buenos amigos, ambos contemporáneos.
Pasaron los años 90 y el vecindario se aplacó, pero de 2005 para acá ha surgido una nueva mutación de ladrones.
No roban acá, pero atraen a sus clientes de drogas que la policía no detiene, abastecidos por un supuesto demente que al parecer sólo es cuerdo para mezclar drogas.
Su deserción escolar es muy marcada. Se les ve cerca de mediodía despertarse y mundar en pro de que los cuiden y mantengan; luego se sientan en la acera donde llegan sus compinches con motos. Y si acaso llegan a los 18 años ¿cómo obtienen ello?
De pantalones caídos, orejas perforadas, apostadores, altaneros, de mala dicción (algo que poco tenían los arriba nombrados) y sobre todo amenazadores contra los propios vecinos. Para mayor desgracia esos "chicos", consiguen pareja, se van a vivir arrimados a casa de los padres, hastiándolos para sacarlos o con golpes y amenazas y se están reproduciendo.
Con los bajos valores cívicos, morales y disciplinarios actuales, donde dar unas buenas nalgadas o correazos correctivos o un castigo de semanas es Bullyng y violentar sus derechos y no se enseñan correctivos que los pongan a raya, esta especie se va a multiplicar más allá del sexo.
La escuela no los puede contener y el hogar ya está tambaleando. Jóvenes a los que los divierte la idea de caer presos para luego surgir como héroes, creuyendo ellos que podrían pasar lo mismo que Chávez, Fermín o Capriles luego de estar presos. Las diferencias son abismales.
Finalizo dando la idea total de este escrito: La historia es cíclica, pero está en nosotros hacerla mejor en cada ocasión y no una metamorfosis a una especie peor. Temería una nueva generación de Hitler's o Fidel Castro en mi país, cuando podrían ser una generación de Nelson Mandela, Juan Pablo II o Arturo Uslar Pietri.
Y más aún en las chicas, que merecen mejores ejemplos que la droga. Hasta la desnudez erótica sin sexo se ve mejor que el mundo de los estupefacientes, robo y asesinatos.
Y sus edades corresponden al desarrollo en esta mal llamada Quinta República...
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Los mismos fumaban droga y mantenían a la gente en toque de queda no por amenazas, sino porque el ambiente se enrarecía con sus estupefacientes y muchas veces la policía de manera infructuosa los perseguía y terminaba rodando a la cava a quienes no tenían arte ni parte.
Algo que ellos tenían era el jamás robar a los del propio sector ni a quienes lo visitaban. El sector era su concha y los residentes, sus protegidos que debían pagar esa protección con silencio cómplice. Pero cuando los apresaban, nadie los defendía y sí decían lo que habían hecho. extrañamente, no hubo venganzas por ello.
El vecindario era su reino, el resto de la ciudad su presa. Cuando querían el trabajo "desde casa", engañaban a varios "vivos bobos" diciéndoles que les venderían un VHS (hablo de los años 80), los hacían parar el carro en una esquina mientras ellos iban por la casa preguntando "¿señora, tiene una gavera de refresco que me regale?", "présteme para comprar una bolsa negra", ¿puedo agarrar estas piedras, esta caja?
Con la gavera con algunas piedras metida en una caja dentro de la bolsa, le cobraban a los bobos que creían obtener un VHS barato, otras veces un TV o equipo de sonido. Digo de manera culpable que a muchos nos daba risa el cuento, por aquello de "ladrón que roba a ladrón".
Con los años su propia vida se los fue llevando tal cual como vivieron. El salao murió víctima del VIH y una bronconeumonía, el greñas y cotejo, decapitados en la cárcel, los demás en enfrentamientos. Sólo sobreviven Pavo Loco, regenerado al ver que su papá murió en manos del hampa, actualmente padre de dos hijas estudiantes universitarias y él, motorizado.
El otro es el negro Néstor, que con 5 hijos más uno que le indilgó su ex-pareja en una infidelidad, sigue cada noche drogándose en una esquina con susto de ser apresado y consumido por su vicio y ocio. Lo lamento porque antes de su vida delictiva éramos buenos amigos, ambos contemporáneos.
Pasaron los años 90 y el vecindario se aplacó, pero de 2005 para acá ha surgido una nueva mutación de ladrones.
No roban acá, pero atraen a sus clientes de drogas que la policía no detiene, abastecidos por un supuesto demente que al parecer sólo es cuerdo para mezclar drogas.
Su deserción escolar es muy marcada. Se les ve cerca de mediodía despertarse y mundar en pro de que los cuiden y mantengan; luego se sientan en la acera donde llegan sus compinches con motos. Y si acaso llegan a los 18 años ¿cómo obtienen ello?
De pantalones caídos, orejas perforadas, apostadores, altaneros, de mala dicción (algo que poco tenían los arriba nombrados) y sobre todo amenazadores contra los propios vecinos. Para mayor desgracia esos "chicos", consiguen pareja, se van a vivir arrimados a casa de los padres, hastiándolos para sacarlos o con golpes y amenazas y se están reproduciendo.
Con los bajos valores cívicos, morales y disciplinarios actuales, donde dar unas buenas nalgadas o correazos correctivos o un castigo de semanas es Bullyng y violentar sus derechos y no se enseñan correctivos que los pongan a raya, esta especie se va a multiplicar más allá del sexo.
La escuela no los puede contener y el hogar ya está tambaleando. Jóvenes a los que los divierte la idea de caer presos para luego surgir como héroes, creuyendo ellos que podrían pasar lo mismo que Chávez, Fermín o Capriles luego de estar presos. Las diferencias son abismales.
Finalizo dando la idea total de este escrito: La historia es cíclica, pero está en nosotros hacerla mejor en cada ocasión y no una metamorfosis a una especie peor. Temería una nueva generación de Hitler's o Fidel Castro en mi país, cuando podrían ser una generación de Nelson Mandela, Juan Pablo II o Arturo Uslar Pietri.
Y más aún en las chicas, que merecen mejores ejemplos que la droga. Hasta la desnudez erótica sin sexo se ve mejor que el mundo de los estupefacientes, robo y asesinatos.
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