"El
pueblo se encontró por primera vez con suficiente dinero para cubrir sus
necesidades básicas y comprar algunas cosas que siempre deseó, pero no podía
hacerlo, porque los almacenes estaban casi vacíos. Había comenzado el
desabastecimiento, que llegó a ser una pesadilla colectiva.
Las
mujeres se levantaban al amanecer para pararse en las interminables colas donde
podían adquirir un escuálido pollo, media docena de pañales o papel higiénico.
El betún para lustrar zapatos, las agujas y el café pasaron a ser artículos de
lujo que se regalaban envueltos en papel de fantasía para los cumpleaños. Se
produjo la angustia de la escasez, el país estaba sacudido por oleadas de
rumores contradictorios que alertaban a la población sobre los productos que
iban a faltar y la gente compraba lo que hubiera, sin medida, para prevenir el
futuro.
Se
paraban en las colas sin saber lo que se estaba vendiendo, sólo para no dejar
pasar la oportunidad de comprar algo, aunque no lo necesitaran. Surgieron
profesionales de las colas, que por una suma razonable guardaban el puesto a
otros, los vendedores de golosinas que aprovechaban el tumulto para colocar sus
chucherías y los que alquilaban mantas para las largas colas nocturnas.
Se
desató el mercado negro. La policía trató de impedirlo, pero era como una peste
que se metía por todos lados y por mucho que revisaran los carros y detuvieran
a los que portaban bultos sospechosos no lo podían evitar. Hasta los niños
traficaban en los patios de las escuelas. En la premura por acaparar productos,
se producían confusiones y los que nunca habían fumado terminaban pagando
cualquier precio por una cajetilla de cigarros, y los que no tenían niños se
peleaban por un tarro de alimento de lactantes "...
Isabel Allende. "La casa de los
espíritus". Chile. 1982
Nota de Periodistech: Los venezolanos nos estamos viendo en
este espejo, que el mundo lo sepa, porque hay muchos de nuestros coterráneos
que no lo saben…o se resignaron para que no les acusen de traición a un
fallecido.