Romper las maldiciones (tipo Chicago CUBS)

Quienes me conocen saben que no me gustan las blasfemias, pero soy de esos que dicen y afirman "de que vuelan, vuelan", porque no hay nada que se transmita más rápido que un mal deseo y hace fuerza doble y mucho de corazón para curarlo. Por eso el bien siempre arropa el mal.
Las leyendas sirven para el bien, jamás para el mal. Cortesía: PICTOLINE

La historia de la maldición de los Cachorros de Chicago que al fin pasan a una final de la MLB, "La Serie Mundial", da matices interesantes y, porqué les voy a mentir, son alegoría perfecta para nuestra realidad. Lo hace más interesante es que ambos rivales son un refrescamiento de caras, ambos tienen para aportar de lo mejor y derribar mitos.

No abandonaron. Sus seguidores quizás sean menos, pero generacionalmente son muestra de fidelidad. Quizás muchos se cansaron, pero hoy deben estar debatiéndose entre seguirlos de nuevo, el temer que hasta acá lleguen o simplemente dejarlos del todo, entre otras variantes que puedan elegir. Los Cachorros de Chicago aguantaron chacota (bromas, burlas) durante décadas, en especial por el humor americano en series y películas.

Hoy, están liberándose de la maldición de la cabra, lleguen o no. Están rompiendo con un mal deseo que su misma negatividad y quizás debilidad estratégica, financiera o de algunas manos peludas no les dejó romper antes. Al día de hoy no sabemos qué lograrán, pero sí sabemos que han logrado depurarse de una condena y que las décadas por venir en el béisbol organizado, tendrán entre sus líneas el esfuerzo organizativo, corazón beisbolístico, el apego a las reglas, jugar en la cancha del contrario sin intimidarse y ganar, ser y hacer un trabajo colectivo con liderazgo bien compartido, no trabajar con la decepción, la desolación y seguir enfrascados en la negatividad.

De esa forma es que se rompen las maldiciones, unidos, organizados, sin escapes, sin corrupción, haciendo lo que se dice y mucho más. Sabiendo sacar las jugadas al momento y a veces reescribir los manuales, para poder mover las piezas con cada batazo y ponchar al adversario con lanzamientos irrebatibles, irrefutables y que paren en seco.

Como todo en la vida, trabajando en equipo, sin caer en las garras de la tentación y la desesperanza, se logran los objetivos. Y aunque la paciencia sea poca, no queda de otra que ir inning tras inning sacando al rival que no sabe ganar ni sabe perder. Ese rival no debe estar más en la cancha porque no es ejemplar.

Hora de romper la maldición con lo único que la mata, el bien.

Lcdo. Argenis Serrano
Redes: @Humoristech
P.D.: En la MLB, le voy a los Rojos de Cincinatti, pero ver béisbol sin al menos decir "éste va a ganar o corre o que batee", no tiene gracia.

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