Ya
desde que los antiguos egipcios realizaban algunos fermentos para “estimularse”
y todas las naciones hallaron métodos para elaborarla, la cerveza ha sido parte
constante en la vida humana, quiéranlo o no reconocerlo.
De
hecho, el hacer cerveza en casa fue
parte de la idiosincrasia de las naciones; incluso en las más humildes, era
parte de las bebidas más comunes entre los adultos y que –lamentablemente- era
la tentación u opción de los adolescentes.
Incluso,
la extracción de zumos de naranja y otros cítricos para realizar jugos, se
inventaron muchísimo después, técnicamente colindando con el Siglo XX que
paulatinamente fue brindando los elementos tecnológicos para realizarlo.
Más,
como el vino, la cerveza ha tenido un lugar fundamental en el deleite del
hombre. Quizás armando un cliché, pero es algo real.
El
problema es el consumo en exceso, depender física y emocionalmente de la
cerveza, hacerla un sustituto del agua, no asumir las debilidades actitudinales
que se extrapolan con su consumo.
La cerveza artesanal
Pero
no todo es malo en la cerveza. Creemos que si las personas se deslindaran un
poco de las marcas comerciales que ya les vienen empacadas y con las
sugerencias –o normas- de adquirir un Six Pack, una caja de 12, 24, 36 unidades
que más que un deleite son una tentación que podría ser perniciosa, de verdad
que con una regulación en base al esfuerzo, mejor se aprovecharía y se tomarían
los beneficios que la misma aporta, para la salud y la sociabilidad.
Es
aquí donde defendemos a la cerveza artesanal, no solo la que también se
comercializa (en botellas más grandes, pero que implican dosificación), sino la
que se hace en casa.
¿Ha
visto usted cuánto disfruta de hacer un pan en casa, un plato navideño
(hallacas en Venezuela), una torta?, pues esa misma sensación de disfrute del
proceso y por ende, de saber aprovechar y regular el producto final, aplica con
la cerveza.
Durante
el paro petrolero en Venezuela (2002) y durante la carestía económica impulsada
ideológicamente por Miraflores y achacadas a otros, la ingesta de cerveza
disminuyó, por ser comercial.
¿Pero
sabían que los ingredientes son accesibles de encontrar y precio y son
rendidores?, de haberlo aplicado, viendo páginas como la de cervezodromo.es que poseen recetas fáciles
y con variedad de sabores y estilos, muchos habrían resuelto su carencia,
haciendo su trabajo en casa.
¿Por qué hacer este esfuerzo?
Como
dijimos, la esencia está en el proceso. Que el néctar del fruto del trabajo se
disfrute en cada trago, solo o en compañía, hace de la ingesta de cerveza una
mayor satisfacción.
Además,
se regula el consumo para niveles que optimizan a la salud y mantienen un
equilibrio anímico muy alto.
No
es costoso ni complicado. Tampoco es un acto de rebeldía contra las compañías.
Es en líneas generales, todo un placer.
Mucha
gente reconocerá tu trabajo en su sabor y en el esfuerzo. Anímate, sé el hombre
de la casa en verdad, ese que no se va por el camino fácil, sino que hace sus
propias cosas y se da el gusto de que todos disfruten a la par de sus resultados.
Es
buen momento de aprender a hacer la cerveza en casa. Por cierto, las mujeres
también la beben y saben que elaborarla, es más satisfactorio.