En el vibrante ecosistema de la creación de contenido, donde la viralidad es la moneda de cambio y la inmediatez es la norma, muchos creadores navegan sin brújula legal. Esta falta de conocimiento y, en ocasiones, una actitud de "primero publico, luego pregunto", los ha llevado a enfrentar problemas serios que ponen en riesgo su carrera y su patrimonio. Aunque cualquiera que sea la plataforma de moda prometa un camino directo al éxito, la realidad es que el descuido de los aspectos legales genera riesgos que terminan afectando a los creadores de contenido (culpables) y a los receptores (que no analizan lo visto u oído).
Uno de los problemas más
frecuentes, y a menudo autoinfligido, es la mala gestión de los derechos de
autor. Impulsados por la necesidad de generar material atractivo, muchos
creadores utilizan música, imágenes, videos o fragmentos de obras de terceros
sin la debida licencia. Esta práctica, común en plataformas como TikTok o
YouTube, se basa en la falsa creencia de que si algo está en la red, es de
uso libre.
La consecuencia de esta
actitud puede ser desde la eliminación de su contenido hasta demandas por
infracción de derechos de autor, que en países como Estados Unidos pueden
acarrear sanciones económicas de miles de dólares. Los creadores de contenido deben
entender que el uso no autorizado de una obra, incluso si se le da un crédito,
sigue siendo ilegal.
La falta de profesionalismo de los creadores de contenido y sus consecuencias
Más allá del copyright,
la falta de profesionalismo de algunos creadores de contenido es otra fuente de
conflictos. Especialmente aquellos que “ordenan tajantemente que se les dé el
producto o no se les cobra el consumo, a cambio de un story o mención”. Eso es
ilegal y una imbecilidad. Si ofreces un servicio, lo coordinas con el cliente,
jamás se lo impones o inmediatamente eres un hampón.
La prisa por monetizar
puede llevarlos a firmar contratos de patrocinio o colaboración sin leerlos
detenidamente. Ignorar las cláusulas de exclusividad, la duración de la
campaña, las condiciones de pago y, lo más importante, los términos de uso del
material, es un error grave.
Esta actitud genera
malentendidos, incumplimientos y, en el peor de los casos, litigios que afectan
su reputación y credibilidad. Las marcas buscan socios confiables, y un
historial de conflictos legales o de incumplimiento contractual aleja a los
posibles patrocinadores.
Además, muchos creadores de
contenido olvidan que sus publicaciones, aunque parezcan efímeras, pueden tener
un impacto duradero. La difamación, el uso de marcas registradas sin permiso y
la publicidad engañosa son problemas que surgen de la inmadurez profesional.
Los creadores que
promocionan productos con afirmaciones falsas o dañan la reputación de terceros
se exponen a demandas por daños y perjuicios. La popularidad no concede
inmunidad; de hecho, la hace más peligrosa. Su exposición pública amplifica la
magnitud de cualquier error legal, convirtiendo un pequeño descuido en una
crisis de relaciones públicas y un problema judicial.
También deben recordar
que el lápiz y papel, la foto o la impresión, el cartel y los métodos
tradicionales de publicidad y mercadeo son en extremo necesarios y permanentes,
tanto para las generaciones de mayores como para dar alternativas a las nuevas
generaciones de usuarios, no sea que se queden cortos en opciones al tener
algún apagón digital.
En última instancia, el
éxito en la creación de contenido no depende solo de la creatividad y el
talento, sino también de la inteligencia y el respeto por las normas legales.
Ignorar estos aspectos no es solo una falta de profesionalismo, sino una actitud
que pone en jaque la sostenibilidad de su propia carrera. La educación legal
básica y el asesoramiento profesional son tan esenciales como un buen equipo de
video.