Rata de dos patas (de @yilales al del "mazo")

En la cultura occidental las ratas tienen connotaciones negativas porque son percibidas como unos animales peligrosos, sucios, fuente de enfermedades, parasitarios y ladrones de comida. Describir a una persona “como una rata” implica generalmente que está envuelta en algo sospechoso y deshonesto, que pertenece al hampa o es un informante y delator.

Recuerdo que hace algún tiempo escuché en la radio un tema que me llamó la atención. Es de esas canciones que la gente llama corta venas, un despecho de principio a fin que hablaba precisamente de una rata.

La letra se refería a un despreciable animal rastrero, que de paso era un adefesio mal hecho, un infrahumano y además un espectro del infierno, que solo puede compararse con una alimaña, una culebra ponzoñosa, un desecho de la vida, una sanguijuela, una cucaracha que infecta donde pica, un inútil y una hiena del averno.

Sí algo se parece al amor es la política o viceversa. Ambos son apasionados y ardientes, no son objetivos, ni desinteresados, mucho menos equilibrados y jamás renunciativos (nadie dice “se lo dejo a usted” para demostrar desprendimiento), son monotemáticamente obsesivos y por supuesto socialmente imprescindibles. Son tan similares que sufren de los mismos trastornos: el abandono, la apostasía, la apatía, el desanimo y, el peor de todos, la traición.

Con madriguera y todo

En los últimos años hemos experimentado la mayor traición cometida en Venezuela. Quienes se postulaban como los salvadores de la crisis que se vivía en el país, que además acabarían con la corrupción porque la eficiencia gubernamental sería su bandera y que lo convertirían en una potencia económica, social, deportiva, política e industrial, lo terminan dejando en el abandono, con la inflación más alta del continente y una de las más altas del mundo, con una sociedad que mendiga y deambula en busca de los productos de la cesta básica, que no tiene electricidad, agua potable, viviendas dignas, vialidades decentes, con una moneda debilucha frente a otros signos y donde los pranes administran la inseguridad junto a ministros, jueces, fiscales, diputados y militares.

Todo esto viene a cuento porque en días recientes empezó a salir a la luz pública una serie de documentos, artículos de prensa y trabajos de investigación periodística que supuestamente confirman que desde que se inició este disparate de revolución hay en sus filas un capo (lo cual era un secreto a sottovoce) que era dueño de empresas, negocios, centros comerciales, emporios que administra a través de testaferros y con capacidad para contratar a famosos artistas cubanoamericanos para que le den lecciones de canto a la hija.

El teniente-capitán que dirige la Asamblea Nacional y da órdenes a los diputados que hacen vida en ella, nunca ha demostrado de donde salieron los fondos para el estilo de vida que ostenta, pero seguro estoy que no provienen de la pensión militar (no le quedó al dársele de baja), de la dieta parlamentaria o de lo obtenido en CONATEL, los distintos ministerios y la vicepresidencia, por lo cual el imaginario popular lo ha convertido en el pimentón de todos los guisos.

Diosdado Today

Un Diosdado desencajado, y no me refiero al general que interpreta Franklin Virguez en “El Señor de los Cielos”, se mostró ofendido por las denuncias aparecidas en los periódicos internacionales y que fue reproducida por la poca prensa nacional independiente que queda, y se querelló con los editores porque se le acusaba sin presentar pruebas, no se presumía su inocencia y se le sometía al escarnio público.

Atrás quedaron la destitución fraudulenta del curul de María Corina Machado, nada que ver con las acusaciones infundadas contra Ledezma, López, Ceballos, Scarano, Capriles y los estudiantes, ni siquiera mencionar a los comisarios y policías sentenciados sin elementos de convicción y tampoco parece relevante el sinnúmero de chismes, invenciones y embustes que supuestos patriotas cooperantes le hacen llegar a su programa y que él usa para desprestigiar sin presentar pruebas o presumir inocencia.

Desconozco si la canción de Paquita la del Barrio tenía destinatario, en lo particular tengo a quien dedicarla, pero estoy seguro que en el país hay más de uno dispuesto a cantarla a viva voz a los responsables de la destrucción institucional de una nación que de exportadora de libertades terminó protagonizando el narcotráfico, la corrupción y la violación a los derechos humanos.

Llueve… pero escampa

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