Basta que un país sea conflictivo para que los grupos a favor de regímenes armen peroratas de exhibición de “lo que nos dicen los medios es mentira”, en contravención de lo que dice el día de la gente. De allí que el turismo en Latinoamérica sea también parte de la propaganda política para poder lavarle la cara a los fatuos grupos de poder.
Obviamente que la
ciudadanía y soberanía de cada nación no es culpable de los prevaricadores que
le mandan y que cada uno de nuestros países tiene historia, cultura,
estructuras entretenimiento y personalidades únicas que la hacen dignas de ser
visitadas.
En páginas especializadas
de turismo en Latinoamérica y el mundo como la famosa lugaresparavisitar.pro se encuentra siempre actualizado cada lugar a visitar, los
sitios recomendados, hospedaje, vuelos, consejos y actualizaciones propias de
la recreación turística; de allí que ese portal sea uno de los más visitados y
veraces en el mundo.
En él como en otros
medios periodísticos imparciales, se notifica sobre la realidad de hacer turismo
en Latinoamérica, que si bien es un deber y un gusto, se narra desde la verdad,
haciendo que el tránsito sea seguro.
Como dijimos al
principio, hay gente que apenas ve que hay un país en conflicto, toma una
cámara y la señal de Internet y viaja de inmediato a dicho país, en ocasiones
salvaguardado por los grupúsculos de poder que buscan a gente lava caras de la situación
socioeconómica del país y en otras, saltándose a las autoridades e incluso a la
lógica y propia seguridad, con el fin de buscar riesgos a ver si los consiguen.
Y cuando los encuentran,
salen dando lamentables y falsamente sentimentaloides declaraciones diciendo que no creían que tal o
cual cosa les podían suceder al visitar un país en específico y que fueron
víctimas ya sea del hampa, de las fuerzas de seguridad o de estafadores o vendedores
inescrupulosos.
La marcada diferencia del turismo en Latinoamérica
Este es el álgido punto al que quería llegar, diferenciar a los turistas reales de los falsos, para terminar con una constante bastante desagradable y hasta provocada por algunos viajeros, así como la de realzar a los turistas realmente interesados en vacacionar.
Los falsos que hacen turismo
en Latinoamérica, son aquellos que buscan adentrarse a buscar el mal –pudiendo encontrarlo-
y lavar la cara de los nefastos grupos de poder. Esos que confunden el trato y
vivencias de un turista en un lapso no mayor de un mes a los padeceres y
carencias de los habitantes de una nación.
Disfrazan sus podcast con baños de lujo, desiguales comparaciones y ponderaciones a quienes son objetables. Todo ello mientras comen algún plato típico o bebida y dicen que es económica, hablando desde sus altas posibilidades, ya que pagando en dólares mucho se puede lograr.
Pero los turistas
reales, los que hacen turismo en Latinoamérica de verdad, son aquellos que se
desplazan por las zonas turísticas ya determinadas, consumen productos locales
hasta en los lugares más pequeños pero pintorescos, escuchan con atención a los
guían o habitantes sobre la historia, anécdotas y recomendaciones, además del
disfrute de sus distintas manifestaciones culturales.
Salen a organizarse y
no a buscar que les ocurran cosas malas por estar experimentando para demostrar
lo que no se les ha pedido (podemos exceptuar de esta regla a quienes hacen
turismo de aventura o extremo, ellos son distintos).
Sus comentarios,
reseñas, anécdotas, videos y/o posteos en redes sociales no son para marcar
tendencias sino para exponer vivencias. En ellas también pueden incluir lo
bueno como lo malo, pero no de manera tendenciosa como aquellos que buscan
atacar a una tendencia político o social por sus propios parámetros militantes
o quieren armar caos para que un país no sea visitado.
Que quede claro
El turismo en
Latinoamérica amerita de información veraz. Visitar a un país cuando este busca
inculpar a los turistas buscando fichas de canje o botines de guerra son
advertencias que no deben ser tomadas a la ligera.
Pero si hay
oportunidades organizadas y cabales, bien que vale la pena aventurarse. Así ocurre
en Cuba y aunque sea doloroso que esté bien para el turista y no para el
habitante, en teoría ello sostiene a la isla. Dije en teoría, la realidad es
visible.
Y así ocurre con el turismo
en Latinoamérica, se debe analizar bien a dónde, cómo, cuándo y con quién o qué
se va. Deslindarse del turismo derrochador o el que parece que va a deleitarse
con la pobreza sólo para satisfacer su ego.
Por igual, alejarse e
incluso denunciar a quienes salen a hacer turismo para andar montando
sediciosas matrices de opinión a favor de tal o cual bando e incluso terminan burlándose
de las necesidades y realidades de los más humildes habitantes, hablando desde
su supuesta opulencia.
El turismo en
Latinoamérica debe ser honesto, guiado, respetuoso con la ecología e
idiosincrasia; respetar y hacerse respetar, para que el mismo haga crecer a los
residentes que son los anfitriones directa o indirectamente, de otras personas
que buscan conocer la belleza, nobleza y la realidad sin amargura o manipulación,
de un país.
Cuando uno viaja, busca
crecer como persona y construir una nueva historia y la mejor versión de sí
mismo. Por eso hay que leer páginas web como la recomendada para estar al día
con el turismo bien informado y organizado. Es el primer paso a una experiencia
segura contra aquellos factores dañinos, que siempre son menos que la buena población
de nuestros pueblos.