Opinión de Periodistech: CAP: ¿El bien y mal de la historia?

Para comenzar este artículo, plasmamos acá un artículo del Dr. Héctor Alonso López, ex - senador de la República y militante de AD, amigo personal de CAP
Dice Caupolicán Ovalles en uno de sus libros que cuando él escribió un libro sobre Carlos Andrés Pérez, eso representó un desafió a una sociedad que condenaba a un presidente por vicios y errores colectivos, a pesar de que su conducta viril un 04 de febrero demostró que se podía decir cualquier cosa de Carlos Andrés Pérez, menos calificarlo de cobarde. 
Carlos Andrés cargó con culpas propias y ajenas. Cometió errores sin duda. Provocó tal rechazo que el país sin reflexionar permitió que lo sacaran del poder e inició un proceso político que todavía no ha concluido.

Ahora, pasado el tiempo, llega el momento de escuchar sus razones, intentar un juicio objetivo sobre un Presidente cuyo mayor pecado real fue poner al país de cabeza, aplicar reformas económicas a las que se opusieron los que serían beneficiados por ella y para las que quizás no estábamos suficientemente preparados.
Esto lo escribió este poeta y escritor, otrora adversario de Pérez.

Cuando uno pretende hacer un juicio a un amigo corre severos riesgos y más si este amigo ha sido nada menos que dos veces Presidente de Venezuela y el primero en lograrlo gracias a la voluntad popular. Nada fácil es ser Presidente y mucho mas serlo dos veces. Yo conocí a Carlos Andrés Pérez antes de ser por primera vez Presidente. Cuando recién lo conocí no lo imaginaba convertido en Presidente de Venezuela. Muchos años de amistad, de afecto sincero. Tanto así, que lo fui del hombre y no del poder.

Nunca me ofreció ir a un cargo público, no mucho menos yo solicitarlo. En el tiempo -reflexionando- he llegado a pensar que me cuidó de las tentaciones. Y yo agradecí su protección.

La historia de Venezuela abundante en venganzas políticas me permitió vivir a lado de Carlos Andrés Pérez lo que es la crueldad de la miseria humana. Las dos veces que CAP fue enjuiciado en ninguna de las dos hubo nada que me hiciera dudar de él. Y las razones por la que si ha debido serlo nunca lo fue.
Era un hombre de extremos. O se sobrestimaba y se subestimaba.

Por eso, mi juicio sobre él, es riesgoso. Puedo maltratarlo inmerecidamente o puedo justificarlo inmerecidamente. 
No tengo dudas que un hombre de acción como él, se expone mucho a la incomprensión, a la envidia, a los celos y a la revancha.

Un día un periodista me preguntaba que por que yo era tan amigo de CAP y de sopetón le respondí: porque no todos los días se tiene un amigo en la historia. Su juicio es otra cosa y esos juicios nunca son para sus contemporáneos. Sino para los hombres y mujeres del futuro. 
Las responsabilidades de responsabilidad que he tenido en mi vida, ninguna se la debo a Carlos Andrés Pérez, pero no tengo dudas que le generaban su simpatía y regocijo.
Muchas cosas marcaron nuestra amistad. La primera cuando mi padre le dijo -en una visita realizada por CAP a mi hogar en Mérida-: aquí le entrego a mi hijo y aspiro lo convierta en un hombre de bien. Otro día, solidario conmigo en el proceso electoral interno de Acción Democrática y yo aspirando la Secretaria General en mi estado natal en el año 1985 ante una inmensa multitud dijo: vengo a pedir el voto de ustedes para el hijo que hubiera querido tener en la política. Y otra fue el día en que tuve que presenciar en la cárcel del junquito cuando la Policía Técnica Judicial lo reseñaba como un preso común después de que la Corte Suprema de Ordenara su detención por malversación genérica de fondos públicos al haber utilizado la partida secreta para ayudar a la consolidación de la democracia de Nicaragua recién electa Violeta de Chamorro y que le había ganado las elecciones a Daniel Ortega, por cierto, en esa decisión de la Corte jamás se habló de peculado o aprovechamiento propio.

Estando preso en la ahumada él me dijo “soy un hombre de la política, no me he salido ni mi pienso salir, no estoy aquí como el pájaro enjaulado que espera que se abra la puerta para salir corriendo”.
Allí a su lado vio morir a su propia hija.
“Si hubiera querido irme de Venezuela lo hubiera hecho hace tiempo, yo no tendría inconveniente en irme y desaparecer”.

“Yo creo que esta conducta hacía falta y ser un ejemplo en Venezuela. Mi peor castigo para mis enemigos, para quienes me han ofendido, me han perseguido y han pretendido mi linchamiento es que yo haya mantenido esta conducta. Si yo fuera hombre de venganza, esta sería mi conducta”.
Hoy cumple Carlos Andrés Pérez 88 años de haber nacido. 1922-2010.
Héctor Alonso López.

Palabras de Periodistech: Recuerdo que CAP ganó su segunda presidencia en 1988, yo no tenía edad para votar, pero le iba a Eduardo Fernández “El Tigre” por el partido COPEI. Más estaba muy claro que “El Gocho” lo arropaba con creces.
Mi papá me dijo muchas veces que Carlos Andrés tenía lo que otros políticos jamás pudieron poseer “astucia de zorro”. Podía hacerlo mal y la simpatía lo hacía pasable. Lo hacía bien y más notorio era. Mi mamá tocaba el punto de mi segundo nombre -Reinaldo- el cual llevo en honor a Renny Ottolina, quien podía ser el sucesor de CAP y que falleció en un atentado; los rumores siempre fueron de que la gente de CAP por cuidarlo, hicieron ello. Dios me perdone sí peco al escribirlo.
Si bien CAP no es digno de ser ejemplo de lo mejor, no podemos negar que la historia política contemporánea se encuentra encadenada a él, para bien o para mal. Tuvo sus elementos buenos, aún con contrincantes como todos en la vida, mantenía al país en un clima tranquilo. Quienes le adversaban sabían que la forma de enfrentarlo y demostrar que eran mejor que él y los adecos y copeyanos (hablo de la izquierda), su deber era prepararse, llenarse de ingenio y mezclarlo con las barbas, canas y mirada de “sobrados” que actualmente poseen y sabemos quiénes son.
Deberían agradecer, aprendieron más de lo que creían y hasta las mañas, las mismas que se requieren para mantenerse en el poder y que, por si no lo saben, siempre serán superadas por el bien.
Carlos Andrés es una persona de la cual nos toca aprender de lo que hizo mal para revertirlo y de lo bueno para igual mejorarlo.
A veces leo con duda aquello de que “éramos felices y no lo sabíamos”, simplemente lo que nos negamos a ver es que en cada instante de vida tendremos razones para ser felices, en específico cuando nos deslastramos de las matrices de opinión de los “circos de declaración” a los cuales nos tienen acostumbrados. Y lo digo porque CAP tenía ese defecto con los suyos y vean, no les parábamos, sólo esperábamos resultados mientras vivíamos nuestras vidas y nos protegíamos entre todos, buscando formarnos.
Ahora que la tecnología, los descubrimientos funcionales y quizás la economía, sumados a la necesidad de formarnos como combatientes a favor del libre albedrío, nos muevan a prepararnos para luchar en el campo de las ideas, en contra de un enemigo revestido de poder.
No deseo que con el actual presidente, Hugo Chávez, se repita la historia que con CAP, no veo en persona alguna las manos tintas de sangre y el buscar intersticios palurdos para juzgar. A lo que sea pan, denle pan y al vino, vino.
Más adelante dirá la historia si los años de Hugo, que provinieron -a su pesar- de CAP, fueron necesarios, útiles, de aplaudirse o simplemente “ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”.

¿Por qué dedico hoy un artículo a él? No, no soy adeco ni militante en partido alguno, es que siempre recuerdo una caricatura de VEGA en el diario 2001 de 1988, poco antes de las elecciones y me dio mucha gracia, tanto que la copié sin saber dibujar. La fecha se me quedó grabada. Aparte, es una de las imitaciones que con más gusto aprendí.

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