MORAL Y LUCES SON NUESTRAS PRIMERAS NECESIDADES. Al parecer sólo se ha llevado al ámbito estudiantil este muy conocido y poderoso pensamiento de nuestro Libertados, Simón Bolívar. Pero bien debemos recordar que no se circunscribe a instituciones, sino a la vida en general.
Cada día y por mero divertimento o moda, vamos ajustando palabras por demás soeces como parte de nuestra jerga, hasta quitándoles la picardía y profesando una falsa franqueza o forma “paisana” de comunicación.
El decir “marico, huevón o maldecir” se ha hecho el pan nuestro de cada día. Eso no denota familiaridad, sino pobreza.
Sí, pobreza del lenguaje, de la comunicación respetuosa, de la cívica, la que va creando personas con mayor desparpajo y menos de campechanos, como creen que se expresan. Y el blasfemar es un boomerang que se regresa a cercenarte alegrías, para las cuales luego se dicen ¡Dios mío! ¿Por qué me sucede esto o aquello?. No se ven.
Moral y Luces es aprender y practicar. Es mejor pecar de mojigato aplicando lo correcto, que ser un cero a la izquierda en educación. Sí, decimos groserías, pero hasta ellas tienen su límite y su momento de ser. Nunca deben ser el factor dominante en nuestras frases u oraciones. Así no lo hubiese querido Bolívar y de seguro tus padres no te inculcaron para la dejadez actitudinal.