Los Valores en la Venezuela Actual (reflexión)

Solicitud de la joven twittera @MariaEspMmont

Hablar de valores nos lleva inmediatamente a ver en derredor, pero tardamos o posiblemente no observemos en nuestro interior. Es allí cuando los mismos comienzan a tambalear, cuando la objetividad requerida, se transforma en la simple subjetividad posible.

Y es que se requiere ser un mártir en vida para aplicarlos todos. Más, sí es posible llegar a ser mejor persona sin llegar a ser el tapete de los demás, porque nuestro amor por la vida siempre ha de poseer la ecuanimidad debida. Allí está la muerte del YO, el ELLO y el SUPERYO y el comienzo de los valores humanos que no se siguen de manera mecánica, sólo se viven a manera flexible.

Ellos son nuestra segunda naturaleza, y, en muchas ocasiones, la primera y única.

Cada día vemos como se antepone el deseo de ser el primero y no de ser equipo. En una de sus caricaturas el argentino Joaquín Lavado “QUINO”, padre del monstruito más correcto que ha tenido América Latina, Mafalda, mostró al mercantilista Manolito pensando “No se puede amasar una fortuna, sin antes hacer harina a los demás”.

A las personas se les olvida que pensamientos como este son como la nueva manía/moda de blasfemar, sea de manera escrita, hablada o en pensamiento. Ello es un bumerán que se devolverá y no podrás atajar, serás igualmente golpeado y con igual o mayor fuerza con que lo lanzaste.

La humanidad no se debería perder en pensar en sí misma antes que en los demás. De ello vemos las consecuencias en el medio ambiente y ahora estamos en una carrera contra el tiempo porque los desbarajustes, desmanes y la desidia, sumando aquello de “un poquito no hace daño” adosándole el “eso no pasa por mi culpa ni me pasa a mi”, nos está pasando una gran factura.

Culpamos a los que dirigen, pero no cambiamos nuestro modus vivendi. Es querer poseer integridad a la medida de nuestras conveniencias. Ya eso desvirtúa ese valor que es sinónimo de confianza, entre propios y extraños. Ese que se refleja en el hablar y hasta en la mirada.

No le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Es mucho mejor pensar la regla de oro de esta forma que esperar lo que tú quieres. De esta forma estás descartando de tu ser, el comportarte como un estorbo, un patán, un daño colateral. El “mea culpa” no es flagelarse, es ser consciente que se puede fallar en una acción-obra u obligación, pero que jamás se hizo algo adrede para beneficiarte por encima de todos.

Pecar de bueno está bien, de tonto no. Darse el justo valor y saber quién se es, sin necesidad de decirlo o montar pantomimas para ser el flujo de atención forzada, acrecienta la aceptación en cualquier grupo y estimula el buen trato mutuo. No crea barreras de clase, simplemente flexibiliza la interacción humana y hace de cada quien personas en las cuales sí se puede confiar.

Venezuela tiene mucho qué recuperar. Desde la caballerosidad que jamás debe ser considerado moda o galanteo temporal, sino una constante. Ser damiselas, que es el justo puesto de la mujer, que no le resta fuerza ni presencia, ni la sube ni la baja. El trato respetuoso mutuo de los niños y adolescentes. La disciplina sin violencia, sólo con ética y constantemente actualizada.

Se habla desde hace mucho de pérdida de valores, pienso que es mejor definirlo como “falta de actualización”. Hay nuevos tiempos, elementos, conductas, desarrollo. Pero el respetarse y jamás anteponerse con hostilidad, altanería o actitud mesiánica e indispensable a muerte, nos ayudará a refrescar lo bonito que la gente mayor, cuentos y demostraciones históricas nos han revelado:

LO CORTÉS NO QUITA LO VALIENTE…Y VICEVERSA

“A veces vemos, pero no observamos”.
Sherlock Holmes, de Sir Arthur Conan Doyle

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