Quienes deciden dejar de fumar conocen de antemano, y como mínimo, dos efectos colaterales que sufrirán inmediatamente, a los que se ha dado gran publicidad: el malhumor y el aumento de peso.
Sin embargo, ni todos fumadores que dejan el tabaco lo viven -o lo sufren- igual, ni tienen por qué pasar por las mismas etapas, cuenta Carlos Jiménez, director del programa de investigación en tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología (SEPAR). Eso sí, existe un modelo aproximativo. La evolución clásica por la que pasan los fumadores cuando dejan el tabaco puede dividirse en tres etapas.
Los primeros tres meses
Sin duda, los tres primeros meses son los peores y por ello, son en los que más recaídas se producen. "Los síntomas del síndrome de abstinencia son muy intensos y muy numerosos durante las primeras ocho semanas, pero a partir de entonces disminuyen en número e intensidad hasta la duodécima semana, cuando desaparecen la mayoría de los síntomas físicos", cuenta Jiménez.
Tras 24-48 horas del último cigarrillo: aparece la irritabilidad y la ansiedad: "Suele durar seis semanas, pero desde entonces disminuye claramente y en la octava casi ya no hay", cuenta Jiménez. Pero no todo es malo. A los 20 minutos del último cigarrillo, la tensión arterial baja hasta valores normales y la frecuencia cardiaca se normaliza. Pasadas las ocho horas, los niveles de monóxido de carbono y oxígeno en sangre también se normalizan y pasadas las 48 horas, comienza a notarse la diferencia en los sentidos del gusto y el olfato que irá en incremento durante las siguiente tres semanas.
Hasta la sexta semana: aquí se produce uno de los síntomas más importantes: el "craving" o el deseo irrefrenable de fumar. Se experimenta durante las seis o siete primeras semanas. Sin embargo, en esta etapa también se nota una clara mejora en la capacidad pulmonar. Además, la piel recupera la elasticidad y brillo natural que había perdido a causa del tabaco, se vuelve a hidratar y desaparecen las arrugas prematuras.
Desde la sexta semana hasta la duodécima: "el desánimo o la tristeza se presenta en un 25-30 por ciento de quienes dejan el tabaco" dice Jiménez. Suele aparecer entre la sexta u octava semana y dura hasta la duodécima, según el experto, debido a que la nicotina ya no actúa sobre el centro de recompensa cerebral. Así, puede provocar "labilidad emocional" -llantos, risas inapropiadas o, en general, respuestas emocionales desproporcionadas como reacción a la afectación física y que no implican ningún problema psiquiátrico-.
Durante estos tres meses: una de las consecuencias más conocidas es el aumento de peso que se da, sobre todo, en este primer trimestre. "Por eso es muy importante la práctica de ejercicio físico, que sea especialmente intenso durante los tres primeros meses", dice Jiménez. Pero también, para cuando termina esta fase, ya se ha recuperado por completo el gusto y el olfato, ha disminuido la tos, ha mejorado notablemente la capacidad física, casándose bastante menos al realizar ejercicio así como la capacidad respiratoria -ya que los cilios de los pulmones se han regenerado-.
De los tres a los seis meses
En esta segunda etapa disminuye drásticamente la sintomatología del síndrome de abstinencia y el fumador se acostumbra a vivir sin fumar. "La imagen que tenía de sí mismo cambia de verse como una persona con un cigarro en la mano, a otra que no fuma", cuenta Jiménez.
En esta etapa, la ganancia de peso ya no es tan grande aunque no será hasta después del sexto mes cuando se empiece a normalizar. Por ello los expertos recomiendan seguir con la actividad física. También mejora la fertilidad a partir del tercer mes, tanto en hombres como en mujeres.
De los seis a los doce meses
Se llama la etapa de "mantenimiento". En esta fase disminuye de forma importante el riesgo de padecer angina de pecho o un infarto de miocardio, muy frecuentes entre los fumadores, cuenta el experto. Además, a partir del sexto mes sin consumir tabaco ya se puede hablar de «exfumadores». Sus probabilidades de recaída serán muy bajas.
Fuente: http://www.abc.es/sociedad/20141022/abci-fases-dejar-fumar-201410211307.html
Sin embargo, ni todos fumadores que dejan el tabaco lo viven -o lo sufren- igual, ni tienen por qué pasar por las mismas etapas, cuenta Carlos Jiménez, director del programa de investigación en tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología (SEPAR). Eso sí, existe un modelo aproximativo. La evolución clásica por la que pasan los fumadores cuando dejan el tabaco puede dividirse en tres etapas.
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Los primeros tres meses
Sin duda, los tres primeros meses son los peores y por ello, son en los que más recaídas se producen. "Los síntomas del síndrome de abstinencia son muy intensos y muy numerosos durante las primeras ocho semanas, pero a partir de entonces disminuyen en número e intensidad hasta la duodécima semana, cuando desaparecen la mayoría de los síntomas físicos", cuenta Jiménez.
Tras 24-48 horas del último cigarrillo: aparece la irritabilidad y la ansiedad: "Suele durar seis semanas, pero desde entonces disminuye claramente y en la octava casi ya no hay", cuenta Jiménez. Pero no todo es malo. A los 20 minutos del último cigarrillo, la tensión arterial baja hasta valores normales y la frecuencia cardiaca se normaliza. Pasadas las ocho horas, los niveles de monóxido de carbono y oxígeno en sangre también se normalizan y pasadas las 48 horas, comienza a notarse la diferencia en los sentidos del gusto y el olfato que irá en incremento durante las siguiente tres semanas.
Hasta la sexta semana: aquí se produce uno de los síntomas más importantes: el "craving" o el deseo irrefrenable de fumar. Se experimenta durante las seis o siete primeras semanas. Sin embargo, en esta etapa también se nota una clara mejora en la capacidad pulmonar. Además, la piel recupera la elasticidad y brillo natural que había perdido a causa del tabaco, se vuelve a hidratar y desaparecen las arrugas prematuras.
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Desde la sexta semana hasta la duodécima: "el desánimo o la tristeza se presenta en un 25-30 por ciento de quienes dejan el tabaco" dice Jiménez. Suele aparecer entre la sexta u octava semana y dura hasta la duodécima, según el experto, debido a que la nicotina ya no actúa sobre el centro de recompensa cerebral. Así, puede provocar "labilidad emocional" -llantos, risas inapropiadas o, en general, respuestas emocionales desproporcionadas como reacción a la afectación física y que no implican ningún problema psiquiátrico-.
Durante estos tres meses: una de las consecuencias más conocidas es el aumento de peso que se da, sobre todo, en este primer trimestre. "Por eso es muy importante la práctica de ejercicio físico, que sea especialmente intenso durante los tres primeros meses", dice Jiménez. Pero también, para cuando termina esta fase, ya se ha recuperado por completo el gusto y el olfato, ha disminuido la tos, ha mejorado notablemente la capacidad física, casándose bastante menos al realizar ejercicio así como la capacidad respiratoria -ya que los cilios de los pulmones se han regenerado-.
De los tres a los seis meses
En esta segunda etapa disminuye drásticamente la sintomatología del síndrome de abstinencia y el fumador se acostumbra a vivir sin fumar. "La imagen que tenía de sí mismo cambia de verse como una persona con un cigarro en la mano, a otra que no fuma", cuenta Jiménez.
En esta etapa, la ganancia de peso ya no es tan grande aunque no será hasta después del sexto mes cuando se empiece a normalizar. Por ello los expertos recomiendan seguir con la actividad física. También mejora la fertilidad a partir del tercer mes, tanto en hombres como en mujeres.
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De los seis a los doce meses
Se llama la etapa de "mantenimiento". En esta fase disminuye de forma importante el riesgo de padecer angina de pecho o un infarto de miocardio, muy frecuentes entre los fumadores, cuenta el experto. Además, a partir del sexto mes sin consumir tabaco ya se puede hablar de «exfumadores». Sus probabilidades de recaída serán muy bajas.
Fuente: http://www.abc.es/sociedad/20141022/abci-fases-dejar-fumar-201410211307.html