Debería patentar esa
frase. Acá les va el cuento.
Me encontraba pagando el
necesario servicio de TV Cable (nos protege de cadenas) y estaba la cajera, el
vigilante, un señor que se identificaba con el gobierno (irrelevante, pero en
contexto también) y yo.
El hombre, entre arengas
al gobierno, le decía a la cajera piropos machistas y palurdos de "sí mi
amor", "mami", cariño", "cielo",
"bonita" con un énfasis que ya pasaba de castaño a oscuro (otra frase
que debo patentar); entre esos, daba arengas al gobierno mientras esperaba que
el sistema se ajustara y poder cobrarle.
Luego de unos minutos
preguntó a la cajera, "mira mami (inserte voz de galán de cerro), ¿cuánto
vale agregar uno de esos canales Premium?", la cajera le responde que
cien.
"Está barato bonita",
"bueno mami ponme ahí ese canal FORMAN, para ver qué tal es". El
vigilante y yo tuvimos ese incómodo encuentro de miradas de sospecha que dura
un segundo y se entiende una vida entera, volteándonos a otro lado hasta que
noté a la cajera con la boca abierta, pero reaccionó y siguió atendiendo como
debía.
Antes de seguir, explico
que lo de arengas políticas que no tenía nada que ver pero lo tenía, no era por
el contenido, sino por la entonación, que acompañada a las expresiones
misóginas, se transformaron en una mampara para ocultar que el hombre o patea
para el lado contrario o para ambos. Por eso les dije que no tenía que ver,
pero sí tenía que ver.
Y es acá donde me
pregunto, tanto que luchan por sus derechos y ¿siguen ocultándose tras barreras
que nadie les pide?, ¿por qué aparentar lo que no es, para que la tramoya se
caiga luego?; es como las luchas feministas, si terminan sintiéndose inferiores
o amenazados, entonces la lucha se perdió.
Es por estos casos que uno
habla de esos maricos, pero apegado a lo que es ser marico, no homosexual; el
que se escuda para apantallar y desviar la atención. Tanta parafernalia y
terminó pidiendo un canal que lo delata.
No me imagino a un hombre
diciéndole cosas bonitas (no lo dicho antes por él y descrito acá), para luego
delatar que le gusta que le rompan las empacaduras y la estopera, que resuena
por el mofle y le gusta el lápiz en el asterisco; eso debe destruir a una mujer
tanto como una infidelidad. Y la novela colombiana Géminis de hace unos años
atrás, delató que sí pasa. O el caso de la modelo muerta el año pasado por el
novio al que le empujaban la yuca.
La personalidad es
importantísima para detallar que se está en el mundo; de ella debe salir puro
respeto para que te respeten, porque hay muchos que se agarran del "yo soy
así", para que los demás se ajusten unilateralmente y ellos, ni pendientes
de sumarse al entorno aunque sea de manera diplomática; es la base del
repudiable yoísmo, el que sustenta el "yo primero, yo segundo y yo
tercero".
Tener personalidad implica
caer y levantarse, reescribirse pero siguiendo lineamientos que te alejen de la
anarquía y la discriminación; Dios dijo en el Monte Sinaí, "YO SOY EL QUE
SOY", lo que los dibujantes de Popeye llevaron al plano humano con el
"yo soy lo que soy", porque de Dios venimos y por él, somos.
Lo que elijamos en los dos
claros senderos, el bien y el mal, es lo que nos define; que el concepto de
bien no sea radicalizado es lo que importa. Ya Dios nos pasará la factura de
los actos y estilo de vida elegido, lo que debemos es ganar puntos.
Vivir de apariencias,
ocultarse, disimular, es engañar; tener un estilo, mesura y a la vez libertad
con algo de desparpajo creativo, es demostrar que no te importa el qué dirán,
porque no es eso de lo que vivimos; la vida está en dejar algo bueno de
nuestras acciones, de nuestras reacciones y nuestra espontaneidad.
Sí alguien te recuerda con
sonrisas, risas, honor, respeto, agrado, comentarios de camaradería, gestos
gratos, dulces, atenciones, llamadas, regalos, sea cual sea la vida que
elegiste vivir, tienes que darte por seguro que lo estás haciendo bien, en
especial sí tú eres feliz. No te engañes con halos de superioridad o sentirte
indispensable, siéntete útil, aporta y sigue. Esa apariencia, jamás engaña.