Que no te dé pena tener un orgasmo, te lo mereces tanto como él. Y entonces, ¿por qué te sientes avergonzada cada vez que quiere darte sexo oral? ¿Por qué te pones nerviosa y no te atreves a disfrutarlo?
- Cierra los ojos y fantasea: ¿Quién dijo que debes tener los ojos abiertos? En lugar de mirar al techo, cierra esos ojos y piensa en Chris Hemsworth. O si no en Chris, puede ser en un momento más erótico con tu pareja.
- Olvídate del sabor y olor: No hay nada malo con tu olor o sabor. Créeme, si a él no le gustara (o le incomodara), no se ofrecería a darte sexo oral. Además, ¿tú le das mucha importancia a su olor cuando le das un ‘blowjob’? Deja que te devuelva el favor, ¡te lo mereces!
- Dile lo que quieres: No seas tímida, dile exactamente qué quieres y cómo lo quieres. Y siendo honesta, es una lástima que hayan tan pocos hombres que sepan dar sexo oral, y no es tanto su culpa, sino culpa de sus parejas que nunca se quitan la pena para dar instrucciones y tips.
- Gime cuando te gusta lo que hace: Si no quieres decirle directamente que está haciendo bien las cosas, deja que tus sonidos expresen tus sentimientos. Yo propongo gemidos, pero si gustas puedes gritar más alto o jalarle el cabello.
- Pon una almohada debajo de ti: Nuevos ángulos pueden crear mejores y más nuevas sensaciones. Es por eso que deberías poner una almohada debajo de tus pompas… si ya lo has intentado sin almohada, esto te ayudará a salir de la rutina.
- Apaga las luces: Si te da un poco de pena que él vea tu cuerpo, apaga las luces. De esta forma podrás relajarte, eliminar las inhibiciones y dejarte ir.
- Pon música: Y si no quieres escucharte gemir o te da pena oír los sonidos de su lengua, pon un playlist que te guste. Para crear un mejor ambiente puedes poner velas, prender incienso y aprovechar la atmósfera romántica… pero no es obligatorio.
- Que no te importe si está tardando mucho: No tienes porqué estresarte por los minutos; una mujer tarda más en llegar al orgasmo, así que no te apures, ese clímax llegará tarde, pero más vale tarde que nunca.
Autora: Andrea Bouchot