La Revolución
Bolivariana mostró desde el comienzo sus dificultades para administrar la
economía. Hugo Chávez cerró su primer año de gobierno en 1999 con una caída de
6% en el PIB. Tras un leve repunte en 2000 y 2001, el país entró en una
profunda recesión en 2002 y 2003, con derrumbes de 8,9 y 7,8 por ciento.
Sin embargo, en 2004 la economía dio un salto
extraordinario al expandirse 18,3 puntos. ¿Qué pasó? El precio del barril de
petróleo, principal producto de exportación de Venezuela, se había más que
duplicado respecto de los 20 dólares que valía en 1999, y seguiría su senda
alcista hasta junio de 2008, cuando el Brent alcanzó un récord de 139 dólares.
Eso le permitió al chavismo crecer a un promedio de 10% anual hasta ese año,
manteniendo sin dificultades enormes niveles de gasto. Sin ese dato sería
imposible entender el impacto que tuvo el gobierno de Chávez sobre la sociedad
venezolana.
El PIB bolivariano seguiría los vaivenes del crudo
en los años siguientes, con crecimiento negativo en 2009 y 2010, y positivo en
2011 y 2012. No obstante, desde mucho tiempo atrás ya se habían sentado las
bases para la debacle económica, que se empezaría a notar con fuerza desde
2013. Esto ocurrió en consonancia con la crisis política que significó la
muerte de Chávez y su reemplazo por Nicolás Maduro, en marzo de ese año.
En sus cuatro años como presidente, “el hijo de
Chávez” puede jactarse de ser probablemente el mandatario con peores resultados
económicos del planeta. Según estimaciones del FMI —hace rato que el Gobierno
dejó de brindar datos confiables—, Venezuela culminará 2016 en una situación
propia de un país en guerra: una caída de 10% en el PIB, una inflación del 475%
—y una proyección de 1.600% para 2017—, una pobreza que según una encuesta de
distintas universidades afecta al 75% de los hogares, y niveles de desabastecimiento
en alimentos y medicamentos que hablan de una crisis humanitaria.
A continuación, un repaso de las diez políticas que
llevaron a la destrucción de la economía venezolana:
1. Depredación
de los recursos petroleros
“La economía venezolana ha venido en un curso de
desastre desde que Chávez tomó el poder en 1999. Su proyecto se hizo viable
inicialmente por un inmenso apoyo popular y el crecimiento del ingreso
petrolero, como jamás había ocurrido en la historia de los hidrocarburos en
Venezuela. Con eso compró apoyo interno y solidaridades internacionales. Ambos
ahora languidecen, sin liderazgo y sin recursos fiscales”, dijo el economista
Carlos Blanco, profesor de estudios internacionales de la Universidad de
Boston, consultado por Infobae.
Es lógico que un país que tiene un recurso tan
importante como Venezuela con el petróleo se vuelva dependiente de él, y sea
vulnerable a los vaivenes de su cotización en el mercado internacional. Pero el
gobierno de Chávez pudo disfrutarlo a valores tan exorbitantes que tenía todo
para crear un fondo de reserva para cuando se terminara la bonanza e incluso
usarlo para aportar al desarrollo del sistema productivo. Sin embargo, sus
recursos se dilapidaron regalando el combustible en el mercado interno y
financiando a los aliados, como Cuba. Por eso, cuando el crudo bajó de los
niveles récord, el modelo empezó a crujir.
“La muerte de Chávez fue seguida de un descenso
paulatino de los precios del petróleo y de un acelerado deterioro de la obra
del gobierno. Le tocó a Maduro correr con estas consecuencias, pero una suerte
semejante le pudo haber tocado al propio Chávez. La debilidad del liderazgo de
Maduro no es solo porque sea menos inteligente —algo que es verdad—, o porque
no tenga el carisma arrollador de Chávez —que también es cierto—, sino porque
le tocó gobernar con sus torpezas a un país malacostumbrado a vivir del reparto
de la renta y no de su esfuerzo productivo”, explicó a Infobae el economista
Víctor Álvarez R., investigador del Centro Internacional Miranda y Premio
Nacional de Ciencias.
El uso irresponsable de los ingresos provenientes
del petróleo no fue el único problema. La administración chavista de PDVSA fue
tan desastrosa que cayó la producción. “El desastre de la industria petrolera
nacional la ha llevado de producir más de 3.6 millones de barriles diarios, a
una cifra que oscila entre 2.1 y 1.9 millones, siendo el país con las mayores
reservas de petróleo del mundo”, precisó Blanco.
2. Creación de un megaestado empresario
“El Estado se hizo cada vez más interventor en la
actividad económica: propietario de los recursos naturales y del subsuelo, pasó
a ser dueño de empresas en diversos sectores. Además aumentó la regulación de
la actividad privada, estableció elevados impuestos, controles de precios y del
tipo de cambio, barreras al libre comercio. Así se fue desarrollando un entorno
menos propicio y estimulante de la actividad económica, privada en particular”,
dijo Rafael J. Avila, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y
Administrativas de la Universidad Monteávila, en diálogo con Infobae.
Ese Estado se constituyó a partir de la
expropiación de todo tipo de empresas, la mayoría quebradas. Y lo que se buscó
a través de ellas fue satisfacer necesidades políticas antes que prestar
mejores servicios.
“El proyecto chavista despreció al sector
productivo porque lo asumió como la representación del enemigo que intentaría
impedir su proyecto socialista —dijo Blanco—. Convirtió en parias a los
empresarios y al movimiento sindical organizado, utilizó los inmensos recursos
fiscales para comprar solidaridades que aún perduran, aunque débiles, y
convirtió a una masa inmensa de ciudadanos en dependientes de los favores del
Estado”.
3. Fijación de
controles en todas las áreas de la economía
“Con el argumento de combatir la especulación, se
impusieron controles de precios. Primero a productos básicos, pero luego se
engrosó la lista. Se crearon organismos para fiscalizar. La consecuencia lógica
fue mayor escasez y burocracia. También se hicieron más frecuentes los controles
de cambio, esperando que éstos pudieran frenar la fuga de capitales, cosa que
lógicamente funciona por muy breve tiempo, pero no resuelve el problema de
fondo”, destacó Ávila.
Los controles y la pretensión de fijar todos los
precios por debajo de los costos acabaron por hacer casi inviable la obtención
de ganancias. Eso incentivó el auge del mercado negro y de las mafias en casi
todos los ámbitos productivos.
4. Pulverización del tipo de cambio
“Con el argumento de detener la fuga de divisas y
la depreciación de la moneda, y controlar la inflación, se impuso un control
del tipo de cambio y se limitó la adquisición de dólares a las empresas y a las
personas. Además se crearon tipos de cambio preferenciales, que con el tiempo
se hicieron mucho más bajos en relación al mercado. Como resultado, ni se ha
detenido la fuga de capitales ni la depreciación del bolívar, ni mucho menos la
inflación”, contó Ávila.
La escasez de divisas ha llegado al punto de que
Venezuela no puede pagar todas las importaciones que necesita. Muchas
aerolíneas internacionales dejaron de operar en el país a causa de este
problema.
5. Proteccionismo y aislamiento del mundo
El proteccionismo fue otra manera de limitar la
competencia y estimular el desabastecimiento y la inflación. La combinación de
altos aranceles con el sistema de cuotas de importación terminó perjudicando
incluso a los empresarios locales que se pretendía favorecer, ya que la
producción de muchos bienes necesita insumos que no se encuentran en el país.
6. Creación de impuestos distorsivos
“Se estableció una mayor y más compleja
tributación. Las recientes modificaciones de las leyes impositivas tienen el
objetivo de cargar más la actividad empresarial”, dijo Avila.
Los impuestos a la producción son la otra cara de
los controles excesivos sobre la economía. Corregir esas distorsiones es
condición sine qua non para una reactivación. De acuerdo con Álvarez, habría
que “eliminar los rígidos controles de precios que obligan a vender por debajo
del costo y desestimulan la producción, sincerar las tarifas de servicios de
gas, agua y luz, reactivar el cobro de los peajes, realizar ajustes en la
tributación, y sustituir los ineficientes subsidios indirectos a los productos
que los contrabandistas sacan del país por subsidios directos a los hogares
pobres”.
7. Pérdida de autonomía del Banco Central
Una de las modificaciones más importantes que
impulsó el chavismo fue poner fin a la independencia del Banco Central de
Venezuela (BCV), permitiéndole financiar al Tesoro y a las empresas públicas.
Luego intervino sobre su sistema estadístico, que informaba con rigurosidad las
cifras de inflación y escasez, entre otras variables económicas que empezaron a
ser ocultadas y manipuladas.
“Vale recordar que hasta 2009 el financiamiento del
BCV al Gobierno con emisiones de dinero sin respaldo fue prácticamente nulo. No
hubo. A raíz de la reforma de la Ley del BCV se autorizó al instituto emisor a
financiar a las empresas del Estado, lo cual repercute en una mayor demanda
pública y privada. En una economía signada por una creciente escasez, la mezcla
de una mayor demanda con una menor oferta es justamente lo que atiza la
inflación y aumenta la presión sobre el tipo de cambio paralelo”, señaló Álvarez.
8. Gasto público y emisión monetaria en niveles
insostenibles
Al poder controlar el BCV, el Gobierno tuvo vía
libre para acelerar la emisión monetaria para financiar un gasto público que
está muy por encima de la riqueza que efectivamente genera el país. Según
Blanco, sólo durante 2016 la “base monetaria se incrementó 147 por ciento”.
“Lamentablemente el Gobierno ha pospuesto el
saneamiento fiscal y se aferra al financiamiento monetario e inflacionario
—dijo Álvarez—. Si el BCV continúa financiando el déficit fiscal del gobierno
con la expansión de los agregados monetarios, la inflación seguirá desbocada”.
9. Militarización de la economía
“Debido a su procedencia, Chávez puso en práctica
el nombramiento de efectivos militares, activos o retirados, en roles de
gobierno: ministros, altos funcionarios, embajadores, presidentes de
institutos”, dijo Avila.
Muchos de ellos pasaron a manejar áreas clave de la
política económica. Esto revela el sesgo con el que la administración chavista
entiende la economía. El Gobierno cree que puede bajar la inflación por la
fuerza, obligando a los comerciantes a vender por debajo de sus costos, con la
amenaza de hacerlos arrestar.
10. Retiro de circulación de los billetes de 100
bolívares
El 7 de diciembre el presidente del BCV, Nelson
Merentes, anunció que a partir del 15 de diciembre comenzarían a circular
billetes de 500, 1.000, 2.000, 5.000, 10.000 y 20.000 bolívares, ya que el
máximo de 100 obligaba a la gente a salir a la calle con bolsas llenas de
dinero para hacer compras cotidianas. Sin embargo, en una decisión
incomprensible, Maduro ordenó sacar de circulación el billete de 100 bolívares
en un plazo de 72 horas, cuando todavía no habían llegado los nuevos.
“Millares de ciudadanos de a pie se amontonaron
durante largas horas a las puertas de los bancos públicos para depositar los
billetes —contó Álvarez—, antes de que se venciera el plazo de 72 horas y ya no
valieran nada. El rechazo al billete de 100 bolívares para las operaciones de
compraventa desbordó el nerviosismo de los venezolanos. Muchos comercios
debieron cerrar ante las amenazas de bandas motorizadas de saquearlos si no
recibían el dinero en efectivo. Se desató una ola de disturbios que dejaron un
trágico saldo de muertos, heridos, bancos quemados, cientos de locales
saqueados y ciudades militarizadas”.
La administración central se vio obligada a
retroceder con la medida y prorrogar la vigencia del billete de 100 bolívares.
Como si fuera poco, los nuevos de alta denominación aún no entran en
circulación.
Para la economista María de la Fe López Domínguez,
profesora de la Universidad Simón Bolívar, lo ocurrido es muy difícil de
entender. “En época navideña, de máximo uso del dinero en efectivo, en medio de
un enorme crecimiento de la liquidez luego de aumentos salariales muy
significativos, es incomprensible desde el punto de vista técnico —dijo a
Infobae—. Lo inoportuno de la medida la hizo contraproducente, como de
inmediato se vio con el desorden social y económico que se produjo. Entonces,
no puede haber justificación técnica para que se tomara como se hizo, quedando
así la sospecha de motivaciones puramente políticas”.