El Valor de la Chatarra

Pareciera que sólo los grupos ecologistas y quienes recogen la chatarra (o la compra – venden), son quienes conocen –al menos relativamente- el valor de la chatarra.

Y eso se agradece, porque si bien es parte de la economía informal, que no tiene prestaciones, vacaciones ni seguro (aunque pareciera que todos estuviésemos más o menos así), el trabajo de quienes recogen chatarra, escombros y demás materiales de difícil degradación, es invaluable para nuestra sociedad.

la chatarra
 

El valor de la chatarra

Cada lata de aluminio, alambre de cobre, vaso de bronce, anaquel de acero; rin de caucho e incluso el caucho; cartones, gaveras de plástico, botellas, tubos y cable de acero, se transforma en trabajo fecundo y creador para quienes se dedican al negocio de la chatarra.

Horas y horas bajo el inclemente sol o la fortísima lluvia; evadiendo autos, baches e incluso, las revisiones policíacas que, o ponen en duda su trabajo o simplemente quieren una pizca del mismo, intimidando.

Jóvenes y adultos llevan su carromato o carretilla con o sin pedales, haciendo fuerza y equilibrio para no causar daño a persona u objeto alguno.

 

Levantan cualquier objeto incluso arriesgándose a una cortada que podría infectarse o a que le caiga un objeto pesado o una hernia. En palabras textuales de ellos, ya que varias veces he solicitado de sus buenos oficios, ellos son “unos burros para trabajar”, en base a su fuerza, aguante e indiferencia al peso o filo de las cosas.

 

Es su trabajo y lo asumen ante cualquier riesgo. Saben que la chatarra de unos es su tesoro y además están convencidos, gracias a los intermediarios o compradores directos que les amparan, que dichos materiales se transformarán en cosas nuevas y buenas, desde una rueda para una camilla a un parque infantil.

 

Saben pues que, suceda o no lo anterior, su trabajo, bien remunerado, es parte importante de la sociedad actual que amerita limpieza, reciclaje, bienestar.

 

Quienes no comprenden lo valioso

¿Han visto esos programas sobre las personas acumuladoras?, ellos, aunque le dan un valor temporal y sentimental a las cosas, siguen sin saber con propiedad el valor de la chatarra que atesoran (esta es una enfermedad, pero no les aleja de la comprensión ecológica, ellos mismos la bloquean intencionalmente).

 

Así ocurre con quienes guardan cualquier cosa que puede servir para cualquier cosa (ustedes entienden). Juegan a ser Mc Gyver a futuro, con los objetos que consiguen.

 

“Todo sirve para algo; pero hay un algo que no sirve para todo”; es una manera de pensar de muchos, que sólo llenan sus espacios de chatarra “dizque para que se revalorice”. Y sí bien puede ser una estrategia financiera de ahorro, sólo puede ser válida sí colocas objetivos, como el de vender en determinado momento para comprar o invertir en otra cosa.

 

Los otros que no entienden el valor de la chatarra, son aquellos que sin contemplación botan cualquier cosa en el lugar indebido. Sólo salen de ello y no colaboran directamente con el medio ambiente en lo que al reciclaje respecta.

 

No ha existido campaña dura que abra un gran volumen de conciencias sobre el reciclaje y/o disposición de los materiales. La beligerancia a indiferencia de muchos pesa más que el amor por el planeta.

 

Allí es donde queremos volver a exaltar la figura de quien recoge chatarra. Ese que con su vociferar de compra o recogida de chatarra y/o escombros, puebla las mañanas de barrios, urbanizaciones y zonas comerciales, despertando el interés de algunos, sea por el pequeño monto que pagan (porque son empresarios de los materiales de desecho y lo digo con respeto) o porque aligeran el trabajo de ir uno mismo a desecharlo.

 

Llevan el sustento a sus casas, alejan a los jóvenes de los vicios y drogas (aunque nos ha de doler que les alejen de la escolaridad) y reúnen a las parejas más humildes pero unidas y entregadas uno por el otro al recoger lo que para algunos es basura, pero que en gran cantidad es un tesoro que en las fundidoras y empresas de molde o forja, volverán a dar vida.

 

Ese trabajo es uno de los más dignos. Hay que cuidarles en su integridad, colaborarles aunque sea con un vaso con agua, tratarlos con respeto, deplorar que vengan otros a querer quitarles parte o el total de sus ganancias o confiscar sus carritos destartalados pero en los que llevan los materiales que ayudarán a mantener el equilibrio económico, ecológico y social que muchos no ven, pero que quienes conocen el valor de la chatarra en sus distintas formas, sí.

Y esa es una fortuna tanto para ellos, como para ti o para mí.

 

Lcdo. Argenis Serrano

 

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