Ni siquiera me voy a
enfocar en las elecciones del 25 de mayo de 2025 porque todo se ha dicho,
aunque de ellas casi nada se ha oído; la asignación / designación quizá se sumó
también al desgano y porque “si no vas a un buen lugar, de plano, no vayas”,
decía la consejera del liceo donde estudié. Mejor hablemos del resentimiento.
Porque desde el 26 de
mayo de 2025 y hasta quien sabe qué año, tanto Capriles como Requesens y Rausseo entre
otros que no se ni me interesa saber quiénes son porque ya tampoco le sirven a
Venezuela, se van a empepar en echarle la culpa a los que no voten, porque
supuestamente ellos perdieron.
De pronto me acuerdo de
las elecciones donde la oposición bien organizada, aunque se le colaron las
sarnas que ya sabemos, ganó de manera avasallante y casi nada pudo hacer, fuera
por el ego de Ramos Allup o que a Julio Borges le pegaba todo el mundo ya que
el lado del mal puso seres que respiran, pero no piensan ni sienten, a golpear
a gusto a la gente buena (y Borges no es santo de la devoción de nadie, pero
esto va a lugar).
Entonces los próximos líderes
del resentimiento (Capriles, Requesens y Rausseo), quieren ser electos para no
tener voz ni voto, pero sí para ser agredidos mucho más porque están en
desventaja. Y si les dejasen en paz, es porque más dejaron su voz y voto en
nulo.
Sólo se ocuparán de
echarle la culpa al pueblo que no les quiso ni les creyó, cuando ellos hicieron
de todo para que así fuera: Ideas banales, debilidad, complacencia, creer que
poner la otra mejilla es un acto de una y otra y otra vez, además de demostrar
apatía y no sincronía con el entorno nacional (con los ciudadanos).
Esa lloradera los va a
hundir más, pero sigue siendo su culpa, lo que pasa es que deben extrapolarla
para complacer a los titiriteros que les mueven. Y los muñecos de usual no son
los malos, pero son la cara que la paga y no del marionetista que es la mente
maestra de la villanía.
Toca pues no prestarles atención
y que se metan en su propia irrealidad y jamás salgan de ella, por demostrar
que no sirvieron para la política, justicia, decencia y la firmeza que se
necesita.
No quiero decir que estoy
ponderando al 100% lo que hace María Corina Machado y su gente, pero al menos,
luego de sus errores en la Asamblea y en las elecciones de 2015 (que se alejó
de las masas a lo que le salía de los ovarios), al in aprendió y se unió a un
plan que, entre fallas y aciertos, es organización y adaptación sin la forma genuflexa
y esperanzada en que de la noche a la mañana los duendecillos transformen en
seres buenos y conscientes al eje que le hace mal al país.
Entre la fe a lo ilógico
y la fe a lo organizado, creo que todos ya sabemos para dónde ver. Y los llorones,
que vean qué hacen con sus lágrimas, no me van a culpar a mí ni a la gente de
bien por no creerles; es como cuando nos culpan del desorden entre los tres
tipos de cambio de dólares que hay en el país, cuando acá todos somos la culpa
porque sí movemos a la economía, pero no somos los encargados de dirigirla.
Capriles, Requesens y
Rausseo, la culpa de lo que ocurra, queden o no, siempre será suya. La gente de
bien no estamos para premiar a quienes no se ganan nada en verdadera buena lid.