La serie Blue Bloods
ha llegado a su fin y en su transitar nos mostró de manera indirecta qué hacer en nueva york sí eres una persona de bien que proviene de varias
generaciones de gente de bien: mantenerte así.
Porque, así como es difícil
que una familia disfuncional cambie para bien o acepte el que alguien quiera
romper las “tradiciones”, por igual se complica el que una familia de bien no
tenga alguien que se le vaya por el mal camino.
Lo que mostró directa e indirectamente la serie Blue Bloods
Cuando te encuentras en
la “capital del mundo libre”, como es la ciudad de Nueva York y debes velar por
la seguridad ciudadana, lidiando con esos intríngulis o recovecos retorcidos
que la política con p minúscula coloca, la mente ha de estar clara y las
convicciones todavía más duras.
Regirse por las reglas,
la fe, los valores, la justicia y equidad e incluso “saber jugar rudo, pero no
sucio”, se transforma en una identidad que ha de tratar de ser inexpugnable,
teniendo a miles con ganas de romperla de manera desenfadada.
¿Cuántos episodios de
Blue Bloods no mostraron conflictos con alcaldes que querían manejar a la
ciudad a su antojo y conveniencia politiquera, pidiendo que los demás
funcionarios se colocaran de su parte como seres sin voluntad?
Eso no es ficción; es la
realidad de cientos de ciudades en el mundo, donde los políticos no llegan a
ser servidores públicos sino a que les sirvan, actuando de manera convenenciera
para con los grupos de poder y la mano dura contra aquel que intente utilizar
su libre albedrío.
En Blue Bloods hay
subtramas que muestran las formas férreas y desenfrenadas de hacer lo correcto,
luchando contra los instintos que le colocarían del otro lado (ser el mal que
jamás debieron ser).
Está la parte metódica que
se apega a las leyes y busca depurar a los procedimientos, algo que siempre
molesta a los que buscan torcer a la ley y justicia para escalar posiciones.
Tenemos a quien da el
pecho por reubicar a su entorno con un liderazgo comprometedor en el que todos
son piezas valiosas, pero no lo entienden porque no tienen ese apego por las
tradiciones, disciplina, rectitud y ansias de cambio del ofertante ya descrito.
Está quien pavimentó la
ruta para que sus sucesores la transitaran de manera menos intrincada a como la
encontró; y ve que no es tan fácil como lo imaginó, pero es una utopía por la
que vale cada instante de lucha.
Y ojalá fuese todo así
Mantener los valores
tradicionales y profesionales intactos y poder salir ileso de esos montones de
espinas para nada es sencillo. De hecho, los que lo hacen son llamados
idealistas y sucumben cuando la realidad les explota en la cara.
Pero esa explosión se
puede eludir y buscar otros caminos no sinuosos y tampoco fáciles, porque el
reto es luchar hasta llegar al objetivo y poder rehacer mejor los planes para
un siguiente objetivo que tenga la misma aura: hacer el bien.
Blue Bloods ha terminado,
mostrando una realidad de los ataques de quienes quieren el poder sólo para que
tú no disfrutes equitativamente de los logros personales y colectivos; cosas que
existen incluso en el mismo municipio, estado, provincia, departamento, región,
ayuntamiento donde vives.
Pero Blue Bloods mostró que,
si tienes un eje moral, legal y armónico, el lodazal de otros no será el lugar
donde tú te resbales, porque en tu camino por hacer las cosas bien, todo está
pavimentado.