Cada Navidad y Finde año en mi infancia, mientras todos compartían, yo me escondía con una lata de galletas caseras, ya fueran hechas por mi tía Cecilia o mi tía Tibisay. Mi estómago se llenaba y no se quejaba, pedía más. Esas galletas son parte de mi historia de infancia.
Ellas no cedían la receta y mi mamá no insistía. Hace un par de años y luego de casi 2 décadas sin probarlas, las comí y le solicité a mi prima (hija de mi tía Tibisay), copiase la receta y me la hiciera llegar. Hace un par de meses ¡por fin! me la hizo llegar.
No postearé la receta acá porque prometí no hacerlo (dispensen, entiendo la sensación), más sí compartiré 3 de los ingredientes: Margarina (obvio), lo que de normal llamamos mantequilla en Venezuela; harina de trigo; leche líquida y leche condensada.
Pues como ya captaron mis coterráneos, estos son 4 de los ingredientes que en Venezuela están ESCASOS DESDE HACE MESES, digamos mejor DESAPARECIDOS.
A un amigo que tiene una panadería le pedí el favor de que me vendiese un kilo de harina de trigo. A su precio de costo, que está pagando mayor por la escasez, salió a cincuenta bolívares.
Como dije en un post anterior "La culpa es de la arepa", cuando alguien quiere algo que debería conseguir con facilidad y lo busca por debajo de cuerda ante la escasez, se hace cómplice de la alcahuetería. Casi me siento así, si no fuese que la harina servirá para otras cosas en casa y no para las galletas, porque los otros 3 ingredientes citados, francamente no los hay.
Si duré tantos años sin comerlas, puedo aguantar más. Las quería para Navidad y no se puedo, pues bueno. Las quería para mi cumpleaños, como un gusto para la familia (no soy amigo de la comida como regalo de cumpleaños), y tampoco se podrá. La vida sigue, no me voy a matar en una falsa competencia con la ineptitud del oficialismo para sacar a flote al país y anteponer mis gustos al deber ser: un país que puede tener de todo para ofrecer y crecer.
Y así están muchas personas, tanto para la alimentación básica como para los gustos. Sí, los gustos son una satisfacción por el trabajo bien hecho, algo para compartir y que le deseo a toda persona de buena voluntad, sea aquí o en África, donde me gustaría no sólo que coman bien, sino que disfruten. Son personas como nosotros, nada nos diferencia ante los ojos de Dios.
Habrá otras galletas (pocas ya en los anaqueles de supermercados); hay otros alimentos; hay otras formas de pasar las fiestas. Lo que NO HAY, es un sendero de autorespeto que podría dibujarse así:
Si no hay para hacer una comida, haga otra y quéjese a quien debe resolver. Si no puede celebrar con un platillo de época, haga otro y quéjese a quien debe resolver. Si no puede estar en un lugar deseado y en tal fecha, esté en otro y vaya cuando de verdad las condiciones estén dadas y quéjese a quien debe resolver.
Pero a la par de resolver y exigir soluciones, debe prohibirse el mendigar atención, reitero que debe exigir que se supla lo que falta, no a la resignación, los paliativos son temporales y en casos de excepción accidental, no por un efecto dominó de mediocridad, complicidad, silencio y resignación.
Propulse ideas, informe, comparta, denuncie a quien haga daño, no eche al olvido total y no se diga "bueno, no me hace falta". Lo que dije en mis palabras anteriores es por las circunstancias, pero no para que se me olvide y no quiera darme mi merecido gusto, no me voy a resignar ni voy a olvidar por el mero hecho de que no lo diga a cada rato, agobiar a la gente no es ayudar a la causa, el cúmulo de razones es extra-palpable y a la vez quema, no tengo porqué acercarles más al fuego a que se quemen.
Las galletas d mantequilla caseras (superior a las de la Colonia Tovar), están en mi historia pasada, no en la presente, lucharé porque estén en la futura.
Ellas no cedían la receta y mi mamá no insistía. Hace un par de años y luego de casi 2 décadas sin probarlas, las comí y le solicité a mi prima (hija de mi tía Tibisay), copiase la receta y me la hiciera llegar. Hace un par de meses ¡por fin! me la hizo llegar.
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No postearé la receta acá porque prometí no hacerlo (dispensen, entiendo la sensación), más sí compartiré 3 de los ingredientes: Margarina (obvio), lo que de normal llamamos mantequilla en Venezuela; harina de trigo; leche líquida y leche condensada.
Pues como ya captaron mis coterráneos, estos son 4 de los ingredientes que en Venezuela están ESCASOS DESDE HACE MESES, digamos mejor DESAPARECIDOS.
A un amigo que tiene una panadería le pedí el favor de que me vendiese un kilo de harina de trigo. A su precio de costo, que está pagando mayor por la escasez, salió a cincuenta bolívares.
Como dije en un post anterior "La culpa es de la arepa", cuando alguien quiere algo que debería conseguir con facilidad y lo busca por debajo de cuerda ante la escasez, se hace cómplice de la alcahuetería. Casi me siento así, si no fuese que la harina servirá para otras cosas en casa y no para las galletas, porque los otros 3 ingredientes citados, francamente no los hay.
Si duré tantos años sin comerlas, puedo aguantar más. Las quería para Navidad y no se puedo, pues bueno. Las quería para mi cumpleaños, como un gusto para la familia (no soy amigo de la comida como regalo de cumpleaños), y tampoco se podrá. La vida sigue, no me voy a matar en una falsa competencia con la ineptitud del oficialismo para sacar a flote al país y anteponer mis gustos al deber ser: un país que puede tener de todo para ofrecer y crecer.
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Y así están muchas personas, tanto para la alimentación básica como para los gustos. Sí, los gustos son una satisfacción por el trabajo bien hecho, algo para compartir y que le deseo a toda persona de buena voluntad, sea aquí o en África, donde me gustaría no sólo que coman bien, sino que disfruten. Son personas como nosotros, nada nos diferencia ante los ojos de Dios.
Habrá otras galletas (pocas ya en los anaqueles de supermercados); hay otros alimentos; hay otras formas de pasar las fiestas. Lo que NO HAY, es un sendero de autorespeto que podría dibujarse así:
Si no hay para hacer una comida, haga otra y quéjese a quien debe resolver. Si no puede celebrar con un platillo de época, haga otro y quéjese a quien debe resolver. Si no puede estar en un lugar deseado y en tal fecha, esté en otro y vaya cuando de verdad las condiciones estén dadas y quéjese a quien debe resolver.
Pero a la par de resolver y exigir soluciones, debe prohibirse el mendigar atención, reitero que debe exigir que se supla lo que falta, no a la resignación, los paliativos son temporales y en casos de excepción accidental, no por un efecto dominó de mediocridad, complicidad, silencio y resignación.
Propulse ideas, informe, comparta, denuncie a quien haga daño, no eche al olvido total y no se diga "bueno, no me hace falta". Lo que dije en mis palabras anteriores es por las circunstancias, pero no para que se me olvide y no quiera darme mi merecido gusto, no me voy a resignar ni voy a olvidar por el mero hecho de que no lo diga a cada rato, agobiar a la gente no es ayudar a la causa, el cúmulo de razones es extra-palpable y a la vez quema, no tengo porqué acercarles más al fuego a que se quemen.
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