El Síndrome de Tourette

El síndrome de Tourette fue descrito en 1885, siendo inadvertido por más de 75 años, hasta que el psiquiatra norteamericano Arthur K. Shapiro inició los primeros estudios modernos.

Es un trastorno que se caracteriza esencialmente por la presencia de tics motores (distintos movimientos musculares involuntarios) y fónicos (sonidos y palabras que no controlan). Dichos tics son movimientos similares a los normales, que se presentan de manera exagerada e involuntaria.

La evidencia indica que el síndrome de Tourette es relativamente frecuente y poco conocido por gran mayoría de los pacientes e incluso por muchos neurólogos, psiquiatras, psicólogos y otros profesionales (de la salud y educación).

La difusión y ayuda globalizada es promovida por asociaciones de pacientes y familiares que difunden todo lo real y concerniente a este tipo de trastorno, brindando apoyo cercano a las personas afectadas.

El síndrome de Tourette
 

El síndrome de Tourette: Síntomas

Se manifiesta en toda cultura, país, grupos raciales y clases sociales, siendo 3 o 4 cuatro veces más común en varones. 

Según estudios epidemiológicos, 5 de cada 10.000 personas lo padecen, aunque por encima de esta cifra existe un número significativo de personas que presentan tics leves en presencia de otros síntomas relacionados, los cuales son:

-       Problemas de atención con hiperactividad,

-       Obsesiones compulsivas

-       Ataques de ansiedad

-       Tendencia a depresión leve a media

El síndrome de Tourette es en ocasiones de suficiente severidad para necesitar asistencia médica.

Gran número de personas que lo padecen son víctimas de incomprensión e incluso rechazo social, lo que agrava más los síntomas.

Habitualmente las personas no consultan al médico; y, de hacerlo, corren el riesgo de recurrir a especialistas que no están familiarizados con las características clínicas y/o el tratamiento de esta enfermedad.

Por ejemplo, es frecuente que personas con carraspeo (tic fónico muy frecuente) asistan infructuosamente a otorrinolaringólogos; o que pacientes con parpadeo excesivo (tic motor frecuente) busquen ayuda inicial asistiendo al oftalmólogo.

Una de las características más importantes del síndrome de Tourette es su heterogeneidad, ya que no hay 2 personas con una sintomatología 100% idéntica.

Los tics motores son múltiples, afectando a distintos grupos musculares (cara, miembros, tronco, aparato fonatorio, etc.) y su frecuencia e intensidad es muy variable. Estos tienen un curso fluctuante, caprichoso, en los que se muestran períodos de exacerbaciones y remisiones espontáneas que producen al paciente un notable malestar e interferencia en actividades sociales y laborales.

 

Niveles de presentación clínica

Algunos pacientes presentan tics motores y fónicos sin otros trastornos asociados, lo que se clasifica como síndrome de Tourette puro.

Otros más complejos incluyen la repetición de una palabra o frases varias veces, la utilización de lenguaje vulgar o insultos (coprolalia), y la imitación de gestos y palabras, pronunciadas por otras personas (ecolalia) lo que se clasifica como síndrome de Tourette completo.

Otros casos a considerar son aquellos donde abundan las obsesiones, depresión, ansiedad e irritabilidad, lo que les clasifica como Tourette plus.

Los dos últimos referidos ameritan atención médica, mientras que las personas afectadas con el síndrome puro, no necesitan ser tratados con medicamentos de forma prolongada por lo leve de su caso.

 

El síndrome de Tourette: Posible origen

Este es un trastorno determinado genéticamente que puede transmitirse por la línea materna y/o paterna. Se aclara que lo que se hereda es la vulnerabilidad a padecer el síndrome y –probablemente- los trastornos asociados, más no la gravedad y complejidad de los síntomas.

Sus manifestaciones clínicas se deben a la actividad exagerada de un neurotransmisor llamado dopamina. El descenso de esta, produce la enfermedad de Parkinson, mientras que el aumento de este neurotransmisor provoca exageración de los movimientos (los tics), reacción que no está sujeta al propio control de la persona.

Aunque la dopamina regula muchos aspectos de la conducta humana, principalmente el aspecto motor, al mismo tiempo hay otros neurotransmisores (serotonina) que tienen un papel importante en los trastornos asociados al síndrome de Tourette (depresión, trastorno obsesivo-compulsivos).

 

Forma en la que se establece el diagnóstico

Para diagnosticar el síndrome de Tourette se aplican los criterios diagnósticos de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10) y otros establecidos por sociedades dedicadas al estudio del síndrome.

No existen –todavía- pruebas o análisis definitivos que permitan establecer el diagnóstico.

Para diagnosticar a una persona como afectada, se amerita que sus tics hayan comenzado antes de los 18 años de edad y que padezca un curso fluctuante de tics motores múltiples junto a uno o más tics fónicos.

Que no haya otra enfermedad que origine dicho trastorno, y que dichos tics se presenten muchas veces al día durante 12 a 16 meses, sin ningún período de remisión durante ese lapso, que sea superior a 2 meses.

La presencia de otros familiares con tics o trastornos relacionados es otro dato que facilita un diagnóstico correcto. El síndrome de Tourette es más común en la niñez y adolescencia. En general hay una tendencia a que los tics disminuyan en la vida adulta, pero no todos tienen esa fortuna.

 

El síndrome de Tourette: Síntomas asociados

Con frecuencia, las personas afectas tienen síntomas de depresión, ansiedad y fobias, obsesiones y compulsiones, problemas de atención y disciplina, conductas auto agresivas, etc.

Es importante resaltar que estos trastornos pueden persistir aun cuando los tics hayan desaparecido o sean técnicamente imperceptibles, siendo éstos síntomas los que ocasiones nuevos y peores malestares, que los tics vividos.

 

Tratamiento

Incluye la utilización de fármacos e intervenciones psicológicas, así como también consejos efectivos y apoyo para los familiares.

No puede haber pensamiento rígido a la hora de establecer un tratamiento.

La mayoría de los pacientes posee tics leves y sólo se requiere establecer un diagnóstico oportuno y correcto, para luego explicar al paciente y sus familiares las características del síndrome, lo que crea un patrón de trabajo actitudinal ideal para todos.

Los pacientes con tics más severos y/o trastornos asociados son tratados con numerosos medicamentos eficaces, que les ayudan a encontrar alivio de sus síntomas.

Sin embargo, no siempre el tratamiento con fármacos es necesario, porque en ocasiones, al mejorar la información acerca del trastorno o la psicoterapia, se hacen suficientes para que el paciente y sus allegados se encuentren más aliviados.

 

Lcdo. Argenis Serrano 

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