La
cadena de mando es una herramienta de organización empresarial que establece
una estructura de responsabilidades y autoridad para que una empresa funcione
de forma eficaz.
Dicha
cadena amerita de personas que sepan realmente qué es el liderazgo; saber
alejarse de los compromisos familiares y/o amistosos dentro de la misma. Ser justos,
equilibrados, recíprocos.
Saber
escuchar, expresarse. Quizá sea imposible ser un bastión de la unión, pero es
realmente posible –y hasta necesario- ser diplomáticos y constructivistas.
Esta
cadena de mando o estructura se compone de una jerarquía de roles, desde el
puesto más alto hasta el más bajo (sin que ello signifique separación
segregacionista o grupos beneficiarios dentro de la compañía), estableciendo
una línea de autoridad clara para cada trabajador.
Dicha
autoridad debe saber realizar reportes en los tiempos y a su vez, poseer una
especie de “carta blanca o patente de corso”, para resolver las eventualidades
que le atañen o saber engranar con otros departamentos para encontrar
soluciones fácticas y expeditas, con el fin de acrecentar la experiencia de
amabilidad, resolución y entrega que los clientes (en este caso, los
pacientes), deben vivir.
Lo
malo es cuando la cadena de mando establece una razzia segregacionista y/o dictatorial
con el fin de forjar un nuevo orden, pisando y vejando al personal directo e
indirecto ya establecido. Lo cual, en vez de mostrar poder empresarial,
demuestra bajeza moral e intelectual.
Las
estructuras están condenadas por este tipo de liderazgos que, para mantenerse
de ojo avizor, forman grupúsculos de control o vigilancia que son endulzados
con lisonjas para que alcahueteen sus malas disposiciones, encubran sus manejos
oscuros y aplaudan sus decisiones que, muy frecuentemente, van en detrimento de
quienes son personas honestas y laboran con real mística.
Esta
gente que crea su cadena de mando en la organización, casi que paralela y a la
medida de su mal voluntad, es tan toxica, que crea nuevos robots tóxicos que
son hasta incapaces de decirle “buenos días” a los demás trabajadores, por el
miedo de estar a su altura y perder el control.
Esa
gente no se da cuenta que la Espada de
Damocles pende sobre sus cabezas y de seguro, caerá, porque para los jefes
de esa cadena de mano tan deleznable y que van en contravención de lo que es
una real estructura organizacional de una empresa, fundación o comercio, para
esa gente, son quizá unos “caballos o alfiles” sacrificables.
Cadena de mando en una organización sin fines de lucro
En
el caso de una organización sin fines de lucro, -como por ejemplo un centro de
salud-, la cadena de mando puede variar según el tipo y el tamaño de la
organización, siguiendo generalmente este esquema:
Consejo de administración
Órgano
superior de la organización, compuesto por voluntarios que definen la misión,
la visión y los objetivos estratégicos de la misma, además de supervisar el
desempeño financiero y la rendición de cuentas de la organización.
Esta
gente no debería tener secretos oscuros y mucho menos, encubrir cosas que no
deberían ser. Su obligación es mantener en forma prístina a toda la estructura,
denunciando todos los males. Y mucho menos, herirse entre ellos cuando saben
que les hacen daño a los inocentes.
La
conciencia y la lógica les deberían indicar que también pueden ser víctimas de
aquello que hacen. Ser buenos administradores y además, mejores personas. La institución
y su propia moral y luces se lo exigen y se lo cobrarán o reivindicarán, según se
porten.
Dirección ejecutiva, fortaleza de la cadena de mando
Es
la responsable de la gestión operativa de la organización, reportando al
consejo de administración. Coordina y lidera al equipo directivo, establece las
políticas y los procedimientos internos y representa a la organización ante los
donantes, los socios y el público.
La
imagen intra y extra muros de esta área es vital y debe ser cónsona con lo que
es el alma de la misma. Los reportes deberían ser ecuánimes entre sucesos y
soluciones o cambios necesarios para encontrar equidad. No deberían de ser un
cúmulo de quejas o expedientes con los cuales defenderse como gatos patas
arriba contra las quejas, reivindicaciones, problemas o demandas.
Equipo directivo
Conformado
por los responsables de las diferentes áreas funcionales de la organización,
como recursos humanos, finanzas, comunicación, programas, etc. Cada uno de ellos
tiene a su cargo un grupo de empleados o voluntarios que realizan las
actividades específicas de su área.
Entre
ellos deberían de existir canales de comunicación y además, brindarse
libertades para solucionar y dejar aportes que hagan más fácil y productiva la
convivencia entre los trabajadores todos y el público en general.
De
allí que sus planes formativos para el personal (capacitación), deben ser
permanentes y permitir hasta cierto grado que las personas a su cargo
resuelvan. Dichos aprendizajes garantizan un verdadero sentido de propiedad en la institución y que dicho personal siga
laborando y portando a la causa.
Los
grupos con gente a su cargo, no pueden defender a capa y espada su cargo con el
miedo de ser desplazados. Por el contrario, al formar, se consolidan y además
tienen un equipo que aligera sus cargas hasta en época vacacional o reposos.
Pero,
cuando existe la cobardía por inseguridad, toda capacidad de mando no es más
que un mero cargo donde los empleados quizá le cumplan, pero preferirán
alejarse de quien está intelectual y moralmente, estancado.
Empleados y voluntarios a la cadena de mando
Son
los que ejecutan las tareas operativas de la organización, siguiendo las
directrices de sus superiores. Pueden trabajar en la sede central o en las
delegaciones locales de la organización, dependiendo de la naturaleza de su
trabajo.
Es
aquel personal que amerita un trato humano tan digno como el que ellos le
ofrecen a sus jefes y éstos, muchas veces les rechazan porque al creerse
superiores en la cadena de mando en esa institución, se creen en un escalafón superior
en la sociedad, cuando en realidad son el hazmerreír y a su vez, personas
sospechosas del cómo están manteniendo tanto poder, sí no saben sembrar el
camino, sino que más viendo donde pisan, el pasto no vuelve a crecer.
El
personal obrero y de vigilancia, cajeros, mensajeros, almacenistas,
mantenimiento y voluntariado de apoyo, brindan una asistencia humanística que
los jefes “subidos a un pedestal” nunca querrán ofrecer.
Y
sin ellos, como con el personal médico o de enfermeros, todo el tinglado se
cae. Puede que hagan dinero, pero no hacen reputación, lo cual irá socavando al
dinero.
Todo
por mostrar una cara brava en vez de una seriedad corporativa; por tratar de
manera beligerante a quien aporta valor, en vez de apoyarle para que esté a
gusto. Por pensar en el dinero, el status y en el ego, antes del valor real del
liderazgo corporativo con el que –se supone-, pasó a liderar la cadena de mando
de la institución.
Cuando
las estructuras se segmentan entre los poderosos con aires de grandeza, sin
ánimos de resolver al público, que delegan el peso a los que no resuelven y alejan
a quienes aportan, dichas estructuras comienzan a caer por su propio peso.
Una
cadena de mando es funcional, ecuánime, estoica y a la par humanista. Es de
actitud diplomática y sabe ser flexible como el bambú.
Sí
el líder y el personal de una cadena de mando no es así, lo mejor es alejarse,
antes de que en el derrumbe ético, financiero, legal y de reputación, se salpique.
Y para blindarse de ello, hacer lo que las personas organizadas y que saben de
administración ética siempre hacen:
Mantener
la probidad y respaldar sus actos, para acallar las bocas, perversiones y manipulaciones
de esas personas que lideran una cadena de mando sin humanismo, sólo
interesados en el dinero y en el control de las emociones de sus subordinados a
los cuales desean siempre genuflexos.
Nada
le duele más a alguien malo, que las personas se mantengan buenas cuando ellos
quieren hacer daño. Sí con bondad, legalidad y moral se destruye una corrupta
cadena de mando, pues que así sea.