Autora: Charito Rojas. Comunicadora Social
“Nosotros dialogamos con los enemigos que hemos
jurado destruir, solamente cuando carecemos de la fuerza necesaria para
abatirlos”. Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin (1870-1924), político,
revolucionario y comunista ruso. Pregunto a quienes afirman que dictadura no
sale con votos, que gobierno no sale con diálogo, que la MUD está vendida y que
hay que quedarse en la calle manifestando hasta que el gobierno caiga, por qué
no se van a Miraflores y acampan allí hasta que Maduro recoja sus trastes.
¡Claro que no!, es mucho más fácil instalarse en su
teclado o en su smartphone a criticar y demoler reputaciones, sin aportar ideas
luminosas ni tampoco fajarse día y noche a protestar, trabajar, declarar,
escribir, viajar de un lado de otro, como lo hacen los líderes políticos de la
Unidad. Todos ellos tienen defectos. Tantos como sus críticos. Son humanos, están cargando con la inmensa
responsabilidad de rescatar la democracia venezolana, de organizar un frente
opositor heterogéneo, que tiene un batallón de francotiradores virtuales que en
lugar de enfrentar al enemigo, destruye a los aliados. He escuchado a quienes
se sientan en esa tan polémica como necesaria mesa de diálogo, dar toda clase
de explicaciones sobre la hoja de ruta que presentaron al término de la segunda
plenaria. Solo dos de los cinco puntos tienen que ver con la crisis coyuntural
que vive el país. En lo económico-social se acordó trabajo “conjunto” para
combatir “toda forma de sabotaje, boicot o agresión a la economía venezolana”.
Los críticos dicen que es el gobierno quien
implementa el boicot a la economía venezolana, llevándola a ser la peor del
mundo. Conindustria se defiende diciendo que no está saboteando. Clarísimo.
Todo el mundo sabe lo que sucede. En este mismo punto se habla de la adopción de
medidas orientadas al abastecimiento de medicamentos, mediante la producción y
la importación.
La empresa privada quiere producir, así que este
punto obliga es al gobierno a dar divisas para importar materias primas para la
producción, y a abrir fronteras para la importación, lo cual debería incluir
las donaciones de organismos, países y privados para aliviar la crisis
humanitaria. Más allá de la semántica, el mayor peso de los compromisos de este
punto económico recae en el gobierno. A nadie gustó la palabra saboteo, pero…
¿hubiera firmado el gobierno este acuerdo si dijera “las erradas políticas
económicas del gobierno”? En las mesas de negociación ambas partes deben
llevarse una tajada, porque si no, jamás habrá acuerdos. El segundo punto es el
político y puntualmente se “acordó avanzar en la superación de la situación de
desacato de la Asamblea Nacional dictada por el TSJ”.
La crítica señala que se debió colocar “presunto
desacato”. Técnicamente la frase corresponde a la realidad de la sentencia de
un poder contra otro. ¿De qué se está aferrando el TSJ para declarar en
desacato la Asamblea y anular todas sus leyes? Pues de la incorporación de los
3 diputados que según el TSJ, tienen un proceso pendiente. ¿Que las elecciones
de Amazonas fueron transparentes? Sin duda. ¿Que la MUD está reconociendo
fraude suscribiendo este artículo? Claro que no. Se han cansado de decir que es
un truco del oficialismo para arrebatarle la mayoría calificada a la oposición,
pero en casi 11 meses ¿se ha podido resolver esto, con protestas, denuncias,
declaraciones? No. Por tanto, hay que buscar una salida política. En ninguna
parte dice que habrá nuevas elecciones, pero el acuerdo obliga a “los poderes
públicos competentes” a actuar en forma “perentoria”.
Ya la AN lo hizo, los 3 diputados de Amazonas
solicitaron su desincorporación. Ahora el TSJ debe actuar “en forma
perentoria”, decidir si ratificarlos y en el caso que no lo hagan, ordenar
nuevas elecciones. Y el CNE debe también “en forma perentoria” convocar nuevas
elecciones en ese estado. La pragmática política también acuerda que van a
“trabajar conjuntamente” en escoger dos nuevos rectores, cuyo proceso ya ha
adelantado la AN. La oposición de esta forma tiene esperanza de que se escoja
un rector demócrata y otro neutral. Tal vez, conociendo la malicia oficial esto
no salga tan así, pero ya el que se reconozca la legítima elección de los
rectores por parte del gobierno, es un avance en un país donde la democracia y
la Constitución está sometida al capricho oficial.
Y todos ustedes dirán que el acuerdo fue malo
porque no activó revocatorio ni elecciones generales adelantadas, tampoco se
incluyó el punto de la liberación de los presos políticos. Los que saben de
procesos de negociación, dicen que son lentos y que usualmente los primeros
acuerdos son un tanteo del terreno. Los temas álgidos son los últimos que se
resuelven. Quienes están indignados con estos primeros resultados deberían
preguntarse si tenían revocatorio antes de comenzar el diálogo. Si estaba
garantizada la liberación de presos políticos (así se llaman y punto) antes de
sentarse a dialogar. Si la AN era respetada como poder. Si se iba a respetar la
elección de nuevos rectores. La respuesta verdadera es NO.
Eso tampoco se ha alcanzado con el diálogo, pero en
un país civilizado hay que llegar a acuerdos ante la inminente violencia que
puede desatarse si la desesperanza se transforma en furia destructora. El Papa Francisco,
a quien los guerreros del teclado hasta han tildado de comunista, así lo
advirtió y por eso accedió a la petición de intermediación de la oposición y
por eso convenció al Presidente de la imperiosa necesidad de evitar el posible
enfrentamiento mortal que amenaza a Venezuela.
El simple hecho de que El Vaticano este
monitoreando el diálogo, que los organismos internacionales estén tan
pendientes, que haya testigos internacionales de excepción, obliga a los
dialogantes a hacer acuerdos para proseguir y a cumplir con gestos de buena
voluntad exigidos aunque no escritos, como es la liberación de los presos
políticos Todos desconfiamos de un régimen que no cumple lo que ofrece, que no
tiembla ante la muerte y la pobreza, que desatiende una crisis humanitaria y
que viola constantemente garantías constitucionales.
Pero allí están, sentados a la mesa, pero haciendo
su trabajo depredador paralelamente, avanzando en su camino revolucionario. Por
eso la oposición también debe seguir en su ruta de calle, que le ha dado
visibilidad y peso a la oposición, como efectiva presión para que se logren
acuerdos positivos en la mesa. La AN debe seguir buscando salidas
constitucionales, tal vez una enmienda. Nada es excluyente. Pero sobre todo,
salvemos la Unidad, el único camino que ha garantizado victorias. Disciplina,
visión, para saltar la mediocridad de la crítica estéril y alcanzar como un
bloque fuerte la meta final.
Los más radicales revolucionarios están sentados
“dialogando”. De allí salen a darle al país dosis venenosas de revolución. La
oposición también debe ir a lo suyo: calle, protesta, denuncia. Es la más efectiva
presión para lograr acuerdos en esa mesa.
Charitorojas2010@hotmail.com
Twitter: @charitorojas
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