Por: Bertrand Regader
El mundo de las relaciones afectivas es uno de los
componentes más importantes de nuestras trayectorias vitales. Incluso si nunca
hemos formado una pareja estable o si hace mucho que vivimos en soltería, la
influencia de la vida en pareja afecta a nuestra autoestima, sobre nuestras
creencias y sobre el modo en el que ordenamos las prioridades que guían nuestra
estilo de vida.
Por ejemplo, aunque tener pareja se
suela plantear como una elección, lo cierto es que no gozamos de total libertad
para tomar esta decisión. Encontrar a alguien especial puede ser muy
difícil, y hacer que la relación fluya de manera sana y beneficiosa para ambos,
también. so hace que muchas personas que están solteras o que planean estarlo
se pregunten... ¿existe la felicidad plena y genuina más allá de los noviazgos
y los matrimonios?
La felicidad durante la soltería
Puede que esa preocupación por la felicidad en
etapas en las que no se tiene pareja nazca en parte de la presión social. A fin
de cuentas, a mediados de siglo XX las personas mayores de 30 años que no
estaban casadas acarreaban un cierto estigma, especialmente en el caso de las
mujeres. Hoy los tiempos han cambiado y tanto el número de personas solteras
como el de divorcios han aumentado mucho, pero la idea de que la pareja es una
de las fases en la conquista de la felicidad sigue siendo una creencia
generalizada.
Es decir, que si nos hacemos la pregunta de si
podemos ser felices sin pareja es, en parte, porque nos están influyendo los restos de esa herencia cultural según la
cual el matrimonio es una de las etapas "naturales" y fundamentales
de la vida.
Pero... ¿podría ser que esa creencia se
correspondiese con la realidad? ¿Para ser feliz es necesario
formar un vínculo de amor romántico con alguien? La respuestas
es no, pero con matices.
Los matrimonios son más felices
Las investigaciones sobre la relación entre
felicidad y pertenencia o no a un matrimonio acostumbran a señalar que, por lo
general, la gente casada es algo más feliz que la soltera. Se trata de una
tendencia estadística que no niega la posibilidad de que mucha personas
solteras sean mucho más felices que muchas personas casadas, pero en todo caso
es una medida de probabilidad.
Esta mayor cantidad de felicidad podría deberse a
muchos factores que solo suelen estar más disponibles si se tiene pareja: la
posibilidad de contar con alguien muy próximo en momentos difíciles, la
frecuencia con la que se tienen relaciones íntimas, la facilidad a la hora de
tener hijos, las muestras de cariño cotidianas, etc.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el hecho
de que las personas casadas tiendan a ser más felices no significa que lo sean
a causa de su situación sentimental. En parte, este dato podría deberse a que
las personas más predispuestas a ser felices también lo tengan más fácil a la
hora de encontrar pareja estable, ya sea porque su alegría las hace atractivas,
porque se relacionan con más personas o porque su capacidad para generar los
ingresos necesarios para tener una familia es mayor.
La felicidad en persona solteras
Puede que las personas casadas tengan más
posibilidades de ser felices, pero eso no implica que las solteras no puedan
serlo también. Por ejemplo, según una investigación del Pew
Research Center el 24% de las personas solteras consultadas
afirmaron ser "muy felices".
Eso significa que las personas solteras no están
condenadas a una vida de baja o moderada felicidad, tal y como cabría suponer
si el mito tradicional acerca de la importancia crucial del matrimonio fuese
cierta. Puede que en momentos de soltería no se pueda disfrutar de ciertas
experiencias propias de la vida en pareja, pero sí es posible gozar de muchas
otras cosas: la independencia, la posibilidad de pasar muchos momentos a solas,
la ausencia de ciertas necesidades y responsabilidades, etc.
Las expectativas y la vida en pareja
Hay un detalle que nos sirve para entender mejor
cuál es uno de los factores que influyen en la felicidad de las personas
solteras: las expectativas que tienen.
Se ha observado que
las personas solteras que tienen un estilo de relacionarse basado en la
evitación de problemas y de discusiones tiende a ser igual de feliz que las
personas casadas que también cumplen esta característica. Es decir, que quienes
tienen como objetivo evitar la aparición de complicaciones y de situaciones
dañinas, tienen más probabilidades de gozar del mismo nivel de felicidad con o
sin pareja, en oposición a aquellos que orientan sus objetivos hacia la
consecución activa de metas, en vez de a prevenir ciertas situaciones
desagradables.
¿Cómo se puede interpretar este resultado? Un modo de hacerlo sería entender que las
expectativa son muy importantes a la hora de hacer que nos sintamos más o menos
felices en la soltería. Si tenemos una mentalidad basada en la conquista de
situaciones agradables, es más probable que en el momento de alcanzar el
objetivo deseado sintamos una decepción al ver que la experiencia no es tal y
como habíamos anticipado, posiblemente porque habíamos exagerado sus cualidades
positivas para auto-motivarnos.
Si las expectativas se basan en la idea de
disfrutar de lo sencillo y aspirar a que todo transcurra con naturalidad
concentrando los esfuerzos en evitar situaciones peligrosas, es mucho más fácil
que tanto la soltería como la vida en pareja encajen con lo que esperábamos
encontrar.
Cambiando la mentalidad para ser
felices
Queda claro que la felicidad no solo sí es posible
en soltería, sino que además depende en buena parte de nuestra actitud y
nuestras expectativas, algo que podemos modificar mediante la práctica.
Tener en cuenta que buena parte de la ansiedad que
experimentamos durante las etapas de soltería se deben a una influencia
cultural basada en la tradición también nos ayudará a entender que los motivos
para preocuparnos por nuestra situación sentimental son en buena parte
impuestos desde fuera de manera arbitraria.