VÍAS BILIARES Y VESÍCULA BILIAR
La vesícula biliar en forma de pera (vesica fellea) forma no tan común como podría indicarnos su nombre se encuentra
unida a la superficie inferior de los lóbulos derecho y cuadrado del hígado.
Un tejido areolar en el cual discurren vasos sanguíneos, linfáticos y nervios, llena el lecho de la
vesícula: una impresión en el hígado.
Por otra parte, la vesícula biliar está cubierta por
peritoneo, la reflexión del cual se continúa en la superficie serosa hepática.
Usualmente tiene alrededor de 10cm de longitud y 3 a 5cm de
diámetro y se proyecta, con su fondo más
allá del borde interior del hígado.
Esta es la parte palpable in vivo y visible por colecistografía como gorro frigio cuando predomina una torsión o plegamiento del fondo.
El cuerpo de la
vesícula está en contacto con la segunda porción del duodeno y el colon. El infundíbulo o Bolsa de Hartmann, localizado en el borde libre del epiplón menor
abomba hacia adelante en dirección al conducto
cístico y lo oculta del campo quirúrgico, pero sirve de marca para su identificación.
La parte situada entre el cuerpo de la vesícula biliar y el
conducto cístico se denomina cuello.
La vesícula biliar consta de:
1) Una capa mucosa que forma pliegues y está recubierta
por una superficie epitelial de células cilíndricas.
2) Una capa muscular.
3) Una capa subserosa.
4) Una capa serosa, mencionada antes.
Los pliegues irregulares que se observan fácilmente en
estado de contracción, desaparecen con la distensión extrema.
La túnica propia
está ricamente vascularizada y contiene linfocitos. El órgano no posee fibras
musculares en la mucosa ni en la submucosa.
Las fibras musculares en la vesícula biliar, por debajo de
la mucosa, son discontinuas, están separadas por tejido conectivo y cursan
longitudinalmente en la capa interna y diagonalmente en la externa.
Esta capa rodea el órgano en forma de espiral.
Las glándulas mucosas se encuentran solamente en el cuello
Se producen normalmente invaginaciones
en forma de bolsa de la superficie epitelial que contribuyen a la formación
de pliegues.
Como resultado de una inflamación, pueden extenderse como seudodivertículos (Rokitansky – Aschoff) en la capa muscular y a través de ella.
Vestigios de conductos
biliares aberrantes (Luschka) del hígado, no conectados con la luz de la
vesícula biliar, pueden penetrar en la capa adventicia y servir de vía para el
paso de infecciones del hígado al
lecho de la vesícula biliar.
El conducto cístico,
de pocos centímetros de longitud, es tortuoso (parte en espiral) en su primera porción y liso (parte lisa) en su corta parte final.
En la primera, el pliegue
espiral (válvula de Heister) es producido por duplicaciones mucosas que
regulan el llenado y vaciamiento de la vesícula biliar de acuerdo con la presión
existente en el sistema biliar.
Los conductos hepáticos derecho e izquierdo
Estos emergen del hígado y se unen para formar el conducto hepático común de 2 – 3cm de
longitud, el cual a su vez se une con el conducto cístico para formar el conducto colédoco.
Este, de 10 a 15cm de longitud, desciende al borde libre del
epiplón menor y continúa a por detrás de la parte superior del duodeno y a
través del páncreas en dirección hacia abajo y ligeramente a la derecha para
entrar en la porción descendente del duodeno en la carúncula mayor (de Vater).
El colédoco, por tanto, puede dividirse en supraduodenal, retroduodenal, infraduodenal
e intraduodenal.
Los conductos biliares extrahepáticos están recubiertos por
un epitelio cilíndrico alto, el cual
en ocasiones forma pliegues irregulares.
El tejido conectivo
subepitelial es rico en fibras elásticas, pero contiene escasas fibras
musculares, las cuales se distribuyen irregularmente.
Glándulas productoras
de moco en las capas profundas están conectadas con la luz mediante largos
conductos.
Su secreción blanca y viscosa, junto con las glándulas del
cuello, llega a totalizar 20ml diarios.
Ello explica la presencia de material mucoso mezclado con la
bilis.