Ser Periodista: ¿Orgullo o pena ajena?
Este artículo se trataba en principio de una descarga a todos
mis colegas en nuestro día. Prometía sacarles hasta la madre. Luego lo descarté
por razones personales y alguien muy horondo me escribió un privado diciendo
que era bueno que callera mi opinión sobre la función del periodista actual,
que es muy buena porque ya no llama al alboroto.
Bueno, le doy las gracias a ese anónimo que también borró el
tuit. He aquí “algo” de ello, pero de manera más suave.
¿Por qué más suave?, pretendía decirle a mis colegas que
damos pena ajena, porque he de incluirme en este sainete al cual volvimos el
periodista y deshonra todo aquello que nos impulsó a elegir la carrera de comunicación social en cualquiera
universidad venezolana.
Los cliché de la vergüenza en el periodista
¿Para esto quedó el periodista actual?:
“Con una
inversión de…”
“Con lo cual (x
cantidad) de familias serán beneficiadas…”
“El (cualquier
cargo), aseveró que esto es parte del plan de blá blá blá”
Ni hablar de las órdenes de culpar a lo foráneo o lo que
ellos argumenta les trunca el goce y que trasladan a los habitantes del país.
Puros clichés que hacen de las pautas un lujo de monotonía.
¿Saben por qué les exigen eso?, no sólo para que puedan seguir trabajando y no
ser agredidos por los gavilleros que les circundan en sus notas. Es para que el
periodista tenga una plantilla que aliviane su trabajo y con esa excusa, pagarle
una miseria que les empuja a pedir más guardias de sábado y domingo y nocturno
o feriados para que cada quincena parezca un salario mínimo.
El periodista como que no aprende
A según esas eran las cosas que se querían erradicar de la
fulana cuarta república, cuando los noticieros de El Observador, El Informador, El Noticiero y hasta La Noticia
respondían a sus dueños, tenían sus guerras por el rating y defendían cualquier
batalla absurda entre caciques mediáticos. Lo mismo que hacen CNN, FOX News, ABC, CBS, El País, Caracol
Noticias, etc., ahora. Es una maña que se comprende porque nadie le echa
palo a su propia gente, pero no se presentaba tanta cobardía, sandez, miedo ni
balbuceo como el de ahora.
¿Quiénes nos van a quedar?
Nelson Bocaranda es un viejo zorro del periodismo. Resurgió ya
en los tiempos finales de hugo chávez con una impecable descripción de sus
males, equilibrada y oportuna, no
diciendo lo que cada bando quería saber, sino lo que debía saber.
Eduardo Rodríguez es un ancla y entrevistador muy humano, que
va más allá sin molestar. Kotepa Delgado e Iván Delgado eran referentes y cearon una gran escuela en El Nacional, de periodismo cívico, de investigación y sobre todo humanista y formativo.
Hay periodistas que me parecen encomiables, como Ysabel
Velásquez (@ysabelvel) y Fran Monroy (@fmonroy) que en sus especialidades –sexología
/ salud y telecomunicaciones, respectivamente), se mueven magistralmente y
además empatizan con la gente, teniendo momentos en que reciben desplantes de
aquellos que sólo desean ser complacidos con la noticia y hacen del periodista
el enemigo de todo.
Hay una ancla en Maracay llamada María Sánchez Wayna (@mariasan8)
que por insidiosa pero elegante ha podido calar en todo bando, siendo a su vez
criticada por quienes exigen de ella como periodista que se parcialice.
Otra es Gregoria Díaz, @churuguara, que por decir las cosas a
la antigua, sin pelos en la lengua, ha sido marcada como una periodista
conflictiva, siendo nada más una periodista como ha de ser, sin poner el pie en
un lado que no sea la línea informativa veraz. Allá los dolidos.
Mi pregunta es: Con tantas bajas por migración, amenazas (en
las que hasta funcionarios de Protección Civil y Bomberos increpan de manera
violenta a reporteros) y quienes se venden porque lo principal es el salario: ¿Quiénes van a quedar para ejercer el
periodismo?
Y me incluyo entre los que abandonaron el reporterismo,
primero por un despido a mi jefe directo que nos arrastró a todos en ANTV y
segundo, cuando cubriendo una pauta social, un revolver 9mm se posó en mi nuca con la promesa de estar muerto si
no borraba el material.
Más allá del miedo a morir, que mucho no me afecta porque mis
deudos se saben cuidar y casi nadie me va a llorar, me molestó que el Colegio Nacional de Periodistas nada
hizo ni puede hacer en esa situación, porque está igual o más maniatado.
Este mapleto
anquilosado no ha sabido defenderse, menos lo hará con sus agremiados, muy
pocos en el país porque:
-
No existe seguridad social.
-
No hay una cláusula que obligue a los recién graduados en comunicación
social a inscribirse para poder ejercer, como en otras profesiones (abogados,
ingenieros). Quien se inscribe es porque sintió la necesidad o gusto. ¡Y de
pagar las anualidades ni hablar!
-
Esto hace que sus fondos sean escasos y no puedan brindar
mayor beneficio que algunos talleres aislados y de temáticas que a muchos no
nos interesan.
-
Ergo, están desfasados con la realidad del periodista
venezolano.
-
Ya el departamento legal de cada colegio no asiste al
periodista, so pena de ser juzgados también.
-
Quedó para juegos de bolas criollas y dominó a nivel
nacional.
-
Su mayor ayuda cuando un agremiado tiene problemas: Un tuit
exigiendo, un tuit pidiendo o una nota de condolencias.
-
No se atreven ni a denunciar a los locutores piratas que
usurpan también funciones de periodistas.
Los otros fantoches
Lo que hay actualmente es pura pena ajena y propia.
-
Dicen pueblo porque se niegan a llamar ciudadanos so pena de
ser castigados por los entes gubernamentales.
-
Le brindan pleitesía a los cambios de nombre sin sentido que
tergiversan la historia, haciéndola acomodaticia.
-
Hacen de la información un chisme de barrio, una burla, una
manera de sembrar cizaña.
-
Aceptan eso de “comunicadores populares”, por encima del
periodista, sin confirmar al menos la información, así sea de un poste caído,
como hace Juan Manuel Figallo, una persona que ha lanzado al traste la seriedad
del periodismo venezolano en los últimos tiempos. Su programa “El Solidario” es
técnicamente como el de mario silva “la hojilla”, pero con música y sin
groserías.
-
Por cierto, ¿Qué es eso de comunicadores populares o gente de
la comunicación?, es como si le dijeran a los albañiles, arquitectos populares
o a las rezanderas, médicos de cabecera.
-
Les pican torta a los que les conceden sendos programas de TV
donde sesgan más la prolífica y notoria censura que existe. Y éstos les pagan
armando tinglados de falsa equidad donde a los culpables ni con el pétalo de
una rosa, pero a los inocentes les agarran los pies mientras los otros les
patean.
-
Los anclas de
TV actuales (quienes narran las noticias), distan de lo que hacían
Carlos Quintana Negrón o Jaime Suárez: Narrarlas con seriedad, profesionalismo,
casi que con alexitimia. Ahora las rompen mientras las narran con opiniones
personales, condicionamiento, mensajes liminales, loas frenéticas a cierta
bancada y obligando a las personas a pensar y decir lo que a ellos les parece o
les dijeron que deben hacer sentir, apoyando cualquier barbaridad sin sentido
que muchas veces se les revierte, les regañan y cortan al aire, los despiden
con una gran patada al sieso y después andan llorando pidiendo la clemencia que
jamás tuvieron al menos comportándose como los supuestos periodistas que son.
El día del Periodista
Aunque este mensaje aplica al periodista venezolano, sé que
en muchos otros países se identificarán y encontrarán en los medios a los
periodistas lambones que tienen muchísima atención y los moderados que sólo son
vistos por quienes claman justicia sin show, gritos estentóreos,
sensacionalismo ni poses, sólo admiran su verticalidad por informar, educar, entretener como debería hacer todo periodista aún
en la forma más pequeña, pero continuada. Sumándole, debido a las redes sociales, las necesidades de sosegar y conciliar.
Esto sólo lo hará todo periodista que se baje del pedestal
del “sólo digo lo que me dará dinero” y se sube al pedestal donde debería estar
toda persona: en el de ciudadano, por
encima de pueblo.
En las escuelas de comunicación social se nos enseña que
debemos instar a los políticos con la información y detalles veraces para que
traten a las personas no como pueblo, sino como ciudadanos, ya que los
ciudadanos son aquellos a los que se les cumplen sus derechos y se les enseña a
cumplir sus deberes. En cambio al pueblo sólo se le pregunta por mera
formalidad y se le paga con lisonja, creando realidades grises que más de un
periodista de ahora sólo muestra si gana más likes, RT, vistas en Instagram y
publicidad en sus redes.
¿Ganar con su profesión?, claro, pero que todo sea
mercantilismo, allí la cosa cambia y pierde el sentido de lo que estudió.
Los grilletes del periodista
Los medios, sean públicos o privados. Ya es obvio. Y ahora
las redes sociales, donde son monitoreados y sólo buscan visibilidad,
cerrándose ellos mismos los grilletes al demostrar su baja calaña. Pongo como
ejemplo a Eugenio X (@puzkas), gran periodista de la fuente electoral pero
lamentablemente un ser humano insensible, sin el toque humano. No se le pide
que ande haciendo amigos y que tanga igual cantidad de seguidos en sus redes
así como a él le siguen, pero vean que hace un tiempo su señora madre estaba
enferma y él pidió ayuda: la gente respondió favorablemente. Pero lean su proporción
de tuits ayudando a la mayoría o respondiendo de manera afable, educando sin
pretensiones. Casi nula.
¿Es ese el poder mediático que se quiere o los nuevos
grilletes que aferran a un modus vivendi de falsedad pero que funciona para
catapultarse?
Definitivamente que sí este es el futuro del periodista
actual, mejor es que muchos no me sigan tratando, critiquen mis redes y ataquen
este portal.
Sobre Periodistech
Antes acá realizaba denuncias. Ahora no, me voy directo a los
responsables. Pasé de periodista a actor ciudadano y así prefiero mantenerme. Cuando
estudié quería un empleo. Lo obtuve. Fui periodista de la fuente política y
ciudadana.
Ahora sólo uso mi título de periodista para crecer como
persona, sin olvidar lo que muchos
colegas han hecho, que soy LICENCIADO EN COMUNICACIÓN SOCIAL y como tal soy
considerado PERIODISTA. Y como Licenciado debo ser tratado por la fuentes,
entrevistados y demás, sin usar el título para mancillar pero que me defienda
de ser mancillado de esos que nos tratan de manera despectiva, que no lo harían
así con un ingeniero o bioanalista.
Ser Licenciado es darse su puesto y usar esa licencia para el
fin que se nos autoriza: brindar
información, educar de manera equilibrada y entretener no para que la gente olvide
lo que sucede, sino para que ello no le agobie y su pensamiento mejore, lo que
repercutirá en su actuar.
En fin, esas cosas que al periodista de ahora se le olvida. Bueno,
sí se les olvidaron las normas de diplomacia, respeto, trato formal y conducir
las entrevistas para que el fin sea provechoso para el conglomerado y no para
la imagen del entrevistado, díganme ustedes
¿Qué se puede esperar del periodista actual, incluyendo al
que esta nota realizó?