En condiciones
basales, es decir, sin alimentos en el estómago o duodeno, no entra bilis al
duodeno a pesar de ser secretada continuamente por el hígado, debido a la
contracción del Esfínter de Oddi. Por consiguiente la bilis se acumula en el
colédoco y de ahí es dirigida hacia la vesícula
biliar cuando la presión en el sistema alcanza alrededor de los 20cm de
agua.
Si penetran alimentos
en el duodeno, el esfínter se relaja, la vesícula biliar se contrae y la bilis
penetra en el duodeno, mientras la presión biliar desciende a 10cm de agua o
menos. Entonces se vacía la vesícula biliar de forma lenta e intermitente,
quedando gradualmente reducida al tamaño del dedo pulgar.
El tiempo de
evacuación total de la vesícula varía de 15 minutos a varias horas. Las
características de la contracción presentan grandes variaciones individuales.
Efecto Colecistocinético
Es el estímulo natural
para la liberación de la bilis al duodeno, es decir, la contracción de la
vesícula biliar coordinada con la dilatación del esfínter de Oddi, se deriva de
los alimentos, de los cuales los más potentes son las grasas, seguidas por las
proteínas. Los carbohidratos tiene en todo caso, una influencia inhibidora.
Las proteínas son más
potentes que las grasas en el estímulo de la producción de bilis por el hígado
(efecto colerético) y los carbohidratos en este aspecto actúan de nuevo como
inhibidores.
El efecto
colecistocinético es dificultado aparentemente por una hormona, la colecistocinina, secretada por la
mucosa intestinal cuando entran en el duodeno grasas o purgantes salinos. La
yema de huevo y la nata o una mezcla de ambas así como el sulfato magnésico o
sódico que tienen un intenso efecto colecistocinético, se emplean como prueba
de diagnóstico radiológico del estado de contractilidad de la vesícula biliar.
La doble inervación (simpática y parasimpática) de la
vesícula biliar y esfínter de Oddi favorece también el efecto coordinado. De
acuerdo con la Ley de Meltzer de Inervación
Contraria, la estimulación del simpático causa contracción del esfínter y
dilatación de la vesícula biliar, mientras que la estimulación del vago relaja
el esfínter y contrae la vesícula, como lo hace la colecistocinina pura
administrada por vía intravenosa (Torsoli)
aunque esto no se apoya para una excesiva estimulación del vago, lo que
conduciría a una contracción en ambos lados. Sin embargo, en general, la
estimulación hormonal inducida por alimentos colecinéticos es mucho más
importante que la nerviosa.
La vesícula biliar en pacientes con fistula
En pacientes con
fistula biliar se producen aproximadamente 1.000 mililitros de bilis por día.
Aunque esta cifra no refleja la cantidad normal de bilis, se supone que la vesícula
biliar puede acumular entre 200 y 500 mililitros de bilis entre las comidas.
Esta cantidad de líquido en una región en donde el hígado, intestino, riñón y suprarrenales compiten para ocupar un
espacio, puede crear dificultades de presión si no fuera porque la capacidad de
concentración de la bilis hepática por parte de la vesícula biliar es de cuatro
a diez veces.
La mucina de la vesícula
biliar puede resorber agua y sales, conservando una solución concentrada de
pigmento biliar, ácidos biliares y sales de calcio. Este poder de concentración
puede perderse en ciertos trastornos patológicos o los ácidos biliares, que
mantienen colesterol y pigmentos biliares en solución acuosa, también pueden
ser absorbidos como ocurre en presencia de un proceso inflamatorio. Estos
trastornos funcionales pueden contribuir a la formación de cálculos biliares.
Otra función de la
vesícula biliar está relacionada con la regulación de la presión biliar como
resultado de la secreción del hígado y la resistencia ofrecida por el esfínter
de Oddi. La presión puede elevarse rápidamente por los espasmos del esfínter si
la vesícula biliar, como extremo lateral expansionable del sistema biliar, no
se dilata.
Sí se extirpa la vesícula biliar quirúrgicamente o es eliminada espontáneamente por obstrucción del
conducto cístico o colecistitis fibrosa crónica, surge la misma situación que
en las ratas y caballos, que carecen de la vesícula biliar y esfínter de Oddi,
por lo que la bilis fluye constantemente al duodeno.
Con la falta de la
vesícula biliar, se pierde también la influencia reguladora de las alternativas
de contracción y relajación y el esfínter de Oddi permanece abierto de forma
permanente hasta varios meses después de la colecistectomía y entonces en algunos casos se dilatan los
conductos biliares extrahepáticos y empiezan a concentrar bilis, sustituyendo
en esta forma una de las funciones de la
vesícula.
Con el tiempo el
esfínter recupera su tono y se restablece la economía normal de la bilis en el
intestino. En estas circunstancias, sin embargo, el colédoco y el conducto
hepático pueden contener bilis concentrada y entonces volverse sensibles a la
formación de cálculos por precipitación de los sólidos biliares.
Alrededor de seis
meses después de la intervención los conductos biliares pueden aparecer
dilatados cuando el esfínter mantiene su tono y función normales, aunque el
retorno al tamaño ordinario es la regla general.