Ya el desparpajo (el que se refiere al nivel de descaro o desvergüenza) ha roto
con la decencia e incluso con la discreción. El más corrupto, hostil,
adinerado, hace lo que le viene en gana y parece que tiene patente de corso. Y no
hablo de quienes están en la política partidista o gubernamental solamente,
esto se está mostrando en todos los estratos.
Antes había peleas entre
pobres y ricos y hasta en las más marcadas diferencias, había códigos o líneas que
pocos se atrevían a traspasar. Luego, con la afluencia de la clase media y la
lucha por la igualdad, se franquearon esas líneas y hubo convivencia.
Incluso con la llegada de
las redes sociales y las famosas “funas” o ataques a los errados, los que
gustan de la discriminación, el esnobismo y la hostilidad se mantenían a raya. Pero
parece que se cansaron y el desparpajo se ha desatado.
Incluso los que hacen
algo malo, como el CEO polaco que le robó descaradamente la gorra autografiada
por un tenista a un niño y que fue grabado, ha salido con todo el desparpajo
habido y por haber, a decir que demandará a aquellos que le han criticado
porque son difamaciones; que sí el la tomó es porque está un paso más arriba en
el mundo y -por ende, según su escasez moral- es superior y tiene más derechos
que un niño.
El desparpajo está tomando protagonismo
Vean a los diputados,
congresistas o asambleístas de cualquier país: alegan cualquier estupidez que
no es útil para sus respectivos votantes o ciudadanía y la defienden con la
mayor desfachatez; además, se dan lujos que no podrían aguantar una auditoría.
Pero basta a que alguien
se los haga ver y difunda, para que comiencen los ataques de su parte y de sus
séquitos de aduladores arrastrados, buscando que el denunciante de una verdad,
pase a ser el malo de la historia sólo por ese delito: decir lo que realmente
ocurre.
Hay mujeres que se hacen
novias, se casan y juran amor eterno a futbolistas sólo por el dinero y luego,
cuando éstos colocan sus bienes a nombre de sus madres, los demandan por
humillación ya que no se pueden divorciar con altos dividendos. Tienen el
desparpajo de admitir con lágrimas de cocodrilo que “su amor”, amerita
compensación. Ya hasta piden división de bienes en el noviazgo, una figura
legal inexistente en todo el mundo.
El desparpajo de quienes dicen
defender a niños y afectados por las guerras pero que jamás se enfilan contra
quienes detentan las armas, roban alimentos, maltratan mujeres y quieren
pisarle la cabeza a occidente -y que lo dicen sin resquemor alguno-, pero sí se
enfilan con quien se defiende de los ataques.
Hay quienes confunden el
desparpajo que hay en el humor con una licencia para vilipendiar y dejar por el
suelo la estima de los demás. Quien suscribe, que conoce todos los tipos de
humor, puede asegurarles que el humor negro es tan poderoso que lo mejor es
nunca usarlo. No confundir con el humor verde.
La inconciencia y el
desparpajo son frustrantes porque la primera es dejar a un lado los
sentimientos de manera consciente y deseada; y la otra dice lo que siente pero
no como debe y busca con ello mancillar y derrotar a quienes no le están
atacando.
Están -al menos en el
caso de mí país- esos venezolanos que no cobran por lo que ofrecen (productos o
servicios), sino que “quitan”: "Le quité $50 por ese trabajo",
demostrando descontrol y consideraciones arbitrarias para aprovecharse de la
contraparte. Con ese léxico, cualquier desparpajo es un gusto malsano que
satisface a las bocas sucias.
Preocupa que emerjan
aquellos que apoyan a quienes no permiten que se eleve la calidad de vida y
existan soluciones -aunque radicales- pero reales para construir un país con
visión a 100 años y no a un día hasta saber el nuevo precio del dólar. La cosa
es lo hacen de frente y sin desparpajo y hasta se lo gozan, incluso a sabiendas
de que todo mal al país, también les cae.
El desparpajo no conoce
de edad, condición social o sexo. Es algo de cada quien y lo mejor que uno
puede hacer va en dos vertientes: o alejarse de quien así se comporta y expresa
o hacérselo saber y esperar a que cambie a favor de la mesura y mejor relación social.
Y sí es uno quien se
expresa con desparpajo, que se dé cuenta según se vaya viendo solo, amargado y
rodeado de falsos o temerosos de él o ella.