En la vida son
muchos los caminos, inmensos los retos, mayores los amigos y muchas y no
pocas veces las circunstancias que nos acrecientan como persona, las paradojas
que nos aleccionan y los recuerdos que nos inundan de una nostalgia profunda,
agradable, esperanzadora…
No hay mayor fortuna que la de contar con un
amigo, es esa sin duda alguna la principal suerte que se puede tener. Y más
cuando éste es para siempre…
Todo esto me lleva a una cuestión en particular:
la tan desvirtuada política. Para muchos no es una práctica que va más allá de
una dicotomía simplista y absurda: amigo/enemigo. En los hechos, nada más
alejado de la realidad que esto.
El rostro humano de la política que nos muestras
Héctor Alonso López, es claro testimonio de ello. Una publicación fabulosa, la
narrativa de toda una vida, las consideraciones de un político curtido por los
años, lleno de una alta fibra humana, con una labor muy particular y nada
fácil: la de maestro.
Por años, el nombre de Héctor Alonso ha estado
inscrito en las páginas más recientes de nuestra historia contemporánea, amigo
de los amigos, gran contertulio y dado el caso, excelente escritor. Valiéndose
de su memoria -que por lo visto no lo ha traicionado-, nos relata la historia
de toda una vida, la historia de un decidido diría yo. Del hombre que supo
hacer de sus cualidades el escalón necesario para alcanzar altas posiciones al
servicio claro de la nación y no de interés particular alguno.
Su vida está ligada enteramente a la política de
éste país, al partido de la memoria de sus afectos, Acción Democrática. Más que
una autobiografía, es una cierta mezcla de revisión de hechos trascendentales
que marcaron la historia de este país y de la cual él fue parte, un tributo a
los amigos de siempre y un compromiso con la generación de relevo a la que
siempre guardo fidelidad y entrega.
Confieso que la lectura me ató, y en menos de una
semana entre los interines de las responsabilidades del quehacer diario, de la
rutina esclavizadora, el tiempo libre iba dedicado a escudriñar estas páginas
que sirven de testimonio y análisis; pues de manera muy desapasionada relata
cómo nuestra incipiente democracia naufrago y sin darnos cuentas entramos en
estas circunstancias tan específicas.
Los partidos que fueron el sostén por más de cuarenta
años de las instituciones democráticas, los mismos fueron desvirtuando su
función y mutaron en meras estructuras electorales, abandonaron su labor
pedagógica, de creación de opinión y debate público y se asumieron incapaces de
afrontar los nuevos tiempos y mediar entre una ciudadanía cada vez más pujante
y existentes que formulaba mayores demandas para con el Estado. “O
cambiamos o nos cambian” al decir de Héctor Alonso y tristemente: nos
cambiaron.
En estas páginas nos encontraremos muchos en las
figuras de otros, respuestas inusuales al porqué del hoy, reflexiones en torno
a la figuración de la política tan necesaria y la vez tristemente tan
desvirtuada en nuestros tiempos.
A Héctor Alonso agradezco en estas líneas, esas
“vivencias de un largo camino de sueños luchando por la Venezuela que queremos
y merecemos”. En él atesoro al amigo fiel de siempre, al grato consejero, al
entusiasta de esperanzas, al maestro de juventudes, comprometidos con nuevos y
mejores tiempos para éste nuestro país.
Luis A. Viloria Ch.
Estudiante
de Derecho – ULA.
@Luis_Viloria