Esa
espantosa frase conque título mi post de hoy, me comentó un amigo tuitero que es
dicha por las indígenas ecuatorianas para justificar su sumisión ante sus
maridos. Es algo que ya sabemos, pero darle rango de “resignación filosófica”,
lo hace peor.
En
las esquinas de Venezuela vemos a las indígenas con sus crías, en paupérrima situación,
pidiendo dinero para sus maridos (o dueños, que es como más cercano término). Las
autoridades las regresan a sus etnias y luego, se devuelven porque es una orden
que han de cumplir.
¿De
qué sirve una ministra y diputados para nuestros indígenas si no pueden llevar
sus misóginas y arcaicas tradiciones al marco de los Derechos Humanos?,
nosotros los respetamos, pero entre ellos es evidente que no. Casi como los
musulmanes para con sus mujeres. Horrible desde todo punto de vista.
Y
pensar que llenan nuestras ciudades de imágenes dizque reivindicando a los
hermanos de los pueblos indígenas mientras sean adeptos a ellos. Cuando toman
su autodeterminación con cívica, como por ejemplo por quien votar o postular a
tal cargo, pero que no sea del partido de gobierno, los denigran y les quitan
la atención primaria: alimentos, salud y custodia territorial y personal.
Más
nuestro deber poblacional es educar e instar a las ONG y grupos de ayuda
oficiales conscientes a que establezcan el diálogo y traigan a niveles de
equidad altos a los indígenas para que se acaben estas denigrantes
manifestaciones que afectan a las mujeres y niños a su vez.
Para
poder abriles más espacios en la sociedad, ellos deben también ajustarse,
claro, sin volverles a invadir.
Otros con actitud de indias
Estas
reflexiones nacieron de mi tuit “Los rojos tienen un Síndrome de Estocolmo
muy alto con el oficialismo. Aman a quien les viola”, nacido de la devaluación
en Venezuela anunciada de manera enredosa y mentirosa por un multiministro y
multi-inútil llamado Rafael Ramírez.
Su
declaración fue lo suficientemente enredosa para que sus propios seguidores no
entendieran que resultan perjudicados en el efecto dominó de la mal llevada economía
venezolana.
Pero
muchos chavistas entran en: obediencia, resignación, silencio, negación,
esquivos, hostiles, justifican con palabras refutables en pro de que les
contraríen, cambiar la conversación y así gritar para acallar a la razón y el
típico “rebuznar”, además de indilgar la culpa en otros, como por ejemplo en
quienes no tienen sus manos metidas y defendiendo al que sí.
En fin, la persona
que se deja hacer todo lo malo, por amor o conveniencia.
Soy
de los que piensa que para que existan correctivos no son los líderes o los de
poder los que deben concertar, sino la población de todas las tendencias,
incluyendo a los NI-Ni. Cuando los rojos exploten, es que se verán los cambios
en Venezuela, antes, lo dudo.
La
oposición (usted o yo), estamos en el deber de saber encaminar dicha explosión
para que no sea ni letal ni frugal. Que sea dirigida a quienes son y no hacer
caer a todos por la falsa frase “pagan justos por pecadores”. Educar y
compartir, dialogar y buscar consenso con el rojo o el negado a actuar, es el
deber.
De
no hacerse esta jornada educativa, reflexiva y reivindicativa, seguirá el
cambio, la hostilidad, el miedo, la violencia, la resignación y los mismos
ladrones de cuello blanco, teñido de un rojo con sangre de los caídos.
En resumen: Le seguirá pegando y matando, sólo por ser "gobierno".