Normalmente, durante
los primeros segundos de tu presentación, juzgando por las transparencias y por
tu lenguaje verbal y corporal, el público ya sabe instintivamente cómo eres,
cómo será la charla y si les interesará o aburrirá. Esfuérzate por
cautivar su interés desde el primer segundo. No los dejes en tierra antes de
partir. No te lances directamente a presentar los datos, ni siquiera comiences
con la típica transparencia aburrida de contenidos para entrar de lleno después
con la presentación.
Un
enfoque mucho más eficaz que te ayudará a conectar con la audiencia y
captar su atención desde el principio consiste en utilizar las aperturas
clásicas, recogidas por Jerry Weissman en su libro “Presenting to Win”.
Pregunta dirigida a
los miembros de la audiencia (o mayéutica)
Si
la pregunta está bien elegida y resulta relevante para el tema tratado, evocará
una respuesta inmediata, involucrará a la audiencia, eliminará barreras y les
hará reflexionar acerca de cómo el mensaje se les aplica personalmente. En esta
fase inicial es mejor no usar el recurso de hacerles participar levantando
la mano, ya que el público aún no está “caliente”, sino que resulta mejor
romper el hielo con una pregunta retórica significativa y provocativa a la que
proporcionas respuesta rápidamente.
Hecho poco conocido
o estadística sorprendente
Debe
estar íntimamente relacionado con el mensaje central de tu presentación. Cuanto
más sorprendente, inesperado o desconocido, mayor será su efecto.
Retrospectiva/Prospectiva
Permite
captar la atención del público arrancándolo del presente y llevándolo hacia
adelante o hacia atrás en el tiempo. Mediante este contraste, puedes dejar
patente el valor de tu producto o servicio.
Anécdota
Mejor
que empezar con un chiste, lo cual puede resultar desastroso especialmente si
no eres chistoso, recomiendo contar una buena anécdota, que no tiene por qué
ser divertida, aunque sí entretenida y relevante para el tema tratado. Cuenta
una breve historia de interés humano. Una buena anécdota crea
inmediatamente empatía con el público. Posee la virtud de hacer que un
tema abstracto y potencialmente aburrido cobre forma vívidamente en
la imaginación de tus oyentes.
Cita de una fuente
reconocida
No
tienes por qué recurrir a grandes personajes históricos. Basta que se trate de
una fuente autorizada, de prestigio en tu campo, que hable sobre ti o sobre tu
trabajo o sobre tu tema. Una buena cita puede captar el interés de tu audiencia
y prestarte credibilidad ya desde el inicio de la presentación.
Aforismo, dicho
conocido o refrán popular
Si
te decantas por un aforismo, proverbio o refrán, asegúrate de que guarda
relación directa con el tema de tu charla y especialmente con el mensaje
principal que deseas transmitir. Usados con inteligencia y mesura, permiten
profundizar en los temas, de manera sencilla, ingeniosa y rápida, pero no
busques una mera función humorística, sino más bien aplícate el consejo de Don
Quijote a su escudero:
“También, Sancho,
no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles; que
puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por
los cabellos, que más parecen disparates que sentencias”.
Analogía o metáfora
Una
analogía bien discurrida será capaz de explicar con meridiana claridad un
concepto arcano, oscuro o complicado. Cuanto más sencilla y clara sea, mejor
para la audiencia. Como afirman los autores de “Pegar y pegar”:
“Algunas analogías
resultan tan útiles que no sólo arrojan luz sobre un concepto, sino que llegan
a convertirse en plataformas para el pensamiento novedoso. Por ejemplo, la
metáfora del cerebro como un ordenador ha sido central para la comprensión
generada por los psicólogos cognitivos durante los últimos cincuenta años. (…)
Las buenas metáforas son “generativas”.
Una
buena analogía podrá servirte para hilvanar toda tu presentación.
Aperturas
compuestas
Nada
impide que utilices alguna combinación ocurrente de las siete aperturas
clásicas mencionadas. Lo más importante que debes recordar es: la apertura
utilizada debe guardar relación con la idea central de tu presentación.
Y,
por supuesto, la apertura no es sino el principio. Aún queda por jugar toda la
partida.