Jóvenes Salen a pesar de las Restricciones
A luego de 7 meses en América, 9 en Europa y 12 en
Asia, las grandes preguntas que surgen son, ¿salimos o no?, ¿es contraproducente
mantener actividades sociales?, ¿ha garantizado menos contagios?
Esas interrogantes no las ha podido responder ni la
Organización Mundial de la Salud, órgano que está netamente perdido en lio que
respecta a normas estandarizadas para buscar un equilibrio salud y economía,
siendo la primera de carácter primordial para que la segunda pueda existir.
En estos meses hemos visto parámetros que van desde lo
lógico como es el control de horarios y decirle no a las reuniones además del
muy necesario distanciamiento social, que al menos para el sector productivo
(fábricas), se quedará por siempre gracias a que limita las distracciones entre
obreros y empleados y maximiza los procesos.
Lo de abrir plazas, bares, parques sin control alguno
ha sido obviamente de los peores errores y de allí han devenido muchas
consecuencias. O al menos eso suponemos porque como bien se dijo, no se sabe a
ciencia cierta si quien se enferma lo hace efectivamente de cerca o de lejos.
La juventud, divino tesoro
Salvo los que son renuentes y rebeldes sin causa –o sin
criterio alguno para sustentar su rebeldía- y no usan las mascarillas, han sido
los jóvenes que dejaron a un lado los miedos, se forraron de precauciones y
salieron sin chistar a dar la cara por sus familiares, desde padres, hermanos,
esposas, esposos e hijos, incluyendo abuelas y primos.
Trabajar, hacer diligencias, cuidados especiales,
contactos, conexiones online han sido parte de sus tareas además de las del
hogar. Porque la pandemia era la oportunidad para demostrar que no sólo de estudio
se hace una persona, sino también de carácter, personalidad y estar a la altura
de las circunstancias.
Y a su vez, se han dado sus gustos para aliviar
tensiones y mantener su chispa natural. Luego de pagar los gastos y de ser posible ahorrar, se han comprado
que si sus snacks, sus refrescos, cervezas, cigarrillos, cachimbas, videojuegos, cargadores, teléfonos, equipos de audio,
ropa y bueno, todo lo que les pueda distraer en casa de tantos males que
agobian y tantas restricciones que aplican sólo para quien no se baja de la mula (expresión
venezolana que significa pagar dinero a oficiales u otras personas para que no
les hagan actos de abuso de poder o para “alivianar” trámites de manera algo fraudulenta).
Esto es necesario porque el stress, la presión, la
incertidumbre, el estar viviendo casi que al día, ha llevado a la juventud a
situaciones de stress y depresión que han deparado en locura, alejamiento,
fuertes medicaciones y muerte. Daños colaterales
de la pandemia.
¿Qué debe hacer la juventud?
A la juventud no se le puede detener su rebeldía, más sí
canalizar. Es momento que entre bebidas, juegos, uso de cachimbas y
videollamadas, los jóvenes aprendan a escapar del mundo estén donde estén pero
sin perder el contacto a tierra.
Y que el retorno gradual que pronto llegará (definiendo
pronto como una esperanza más que una proyección bien sabida) a actividades como
asistir a bares, conferencias, teatros, pubs, hoteles, moteles, discos, rumbas, fiestas, marchas, viajes y
turismo, playas, montañas, haciendas o sabanas, serán para tener el contacto
social y aplicar la fuerza laboral.
Pero que este tiempo enseñe de por vida el honroso
valor por la vida, por las cosas pequeñas y cotidianas, por saber que los
políticos no te cuidan y muchos no crean las condiciones que las constituciones
mandan, pero tú sí, para ti y los tuyos sin pasar por encima de nadie ni
viceversa.
Que esa rebeldía sea contra los males establecidos y no
de peleas ideológicas estériles y subyugantes que sólo llegan a debilitar tu
fuerza intelectual, física y moral, una pérdida de tiempo que puedes utilizar
siendo libre y productivo, sin más etiquetas que la de ser feliz y útil.
Las restricciones podrán ser absurdas o no, está en ti
respetarlas por lo justo. Y a su vez restringirte del descuido, desgano,
desidia y falta de confianza. Porque allí sí que quedarás preso en casa, siendo
tu vida productiva todo un cascarón vacío.
Y sí, estoy de acuerdo con pequeñas reuniones así como
que prohibidas, mientras todos sean honestos con su salud. Porque enfermar a
otros será un error que te perseguirá y enfermará la mente y alma de por vida,
todo por dudar de una realidad que pudiste atacar de otra forma: con conciencia
y rebeldía en contra de un encierro y falta de afecto que te estaba volviendo
loco, como a tu familia, tu país y el mundo.
Vamos paso a paso a aprender a cohabitar con esto,
hasta que sea dominado por la vacuna que tanto se espera y merecemos.
Éxitos, juventud física y juventud actitudinal.