¿Creerán ustedes que el andar en bicicleta
ha traído también quejas por parte de la población sudamericana?, pues sí, el
método de transporte favorito en los Países
Bajos, así como en gran parte de Europa, Asia, África, Centroamérica y
Estados Unidos, tiene sus detractores en este lado del planeta.
El asunto en contra de andar en bicicleta
El alegato principal es que los ciclistas
van por las aceras y a las orillas de las calles, siendo un riesgo para los
transeúntes, en especial por no llevar el ritmo de la calle.
¿Lógico?, ¡quizá!, más es una queja
realmente banal tomando en cuenta que los propios peatones no respetan en orden
cívico en las aceras, ante los semáforos, en las paradas. De allí que la queja,
se caiga.
El placer de viajar
Andar en bicicleta es cultura, mucho más
allá del medio de locomoción que principalmente es.
Hasta en los recorridos culturales por
Sevilla que hace la gente de Entre
Leyendas (https://www.entreleyendas.com) , famosos por sus paseos, yincanas, visitas guiadas, rutas
teatrales, se disfruta el uso de la bicicleta y las personas que viven esta
experiencia histórico cultural, van pasando personas en bicicleta sin tener
percances con la compañía y su público.
¿El secreto?, nada más que el civismo.
Saber concertar con las demás personas y dar un buen uso a las vías. Con eso es
más que suficiente para evadir los problemas y ser una sociedad cultural más
unida, con moral y luces, que
disfruta del andar en bicicleta.
No debería importar si se hace una ruta
diaria para ir a trabajar o a estudiar. Lo que nos debe interesar es ser una
sociedad más ecuánime, donde la convivencia se cimente en el respeto mutuo.
Ya que es tan difícil crear ciclovías,
debido a la mala y angosta distribución de nuestras sociedades, pues hagamos
como las vacas o las hormigas, que crean una fila y saben ir y venir respetando
a su prójimo.
La ruta que se trazan, esa es la que
respetan. Entienden que salirse de la misma es una falsa rebeldía y que
terminará convirtiéndose en un acto rutinario y anárquico por demás, que irá
contagiando y afectando a los demás.
Porque si algo tenemos los sudamericanos,
es que lo malo lo aprendemos y practicamos más que lo bueno. Para luego,
andarnos quejando.
Eso de ver a los países donde van a
bicicleta incluso a la corte, los
ministerios o la presidencia y suspirar porque acá no se ve eso, lo
deberíamos deconstruir, bajando a los políticos y a toda persona de su pedestal
y hacerla andar en bicicleta.
Una mejor salud (bueno, salvo el varicocele
o hernias), la oxigenación cerebral que despierta y aviva los sentidos y
ciudades más sanas por menos polución y además, el buen trato entre los
ciclistas, peatones y quienes usan autos, sería la ganancia general de cada
país.
Sigamos los ejemplos de las culturas que
buscan equidad entre las personas, que tocan su pasado para sacar lo mejor de
él, del presente y así hacer brillar al futuro, como ese que la gente de Entre
Leyendas, quienes inspiraron esta disertación, provocan en el ánimo y actitud
de todas las personas por igual.
Y que ya no nos aferremos a banalidades
como aquella de hablar mal de quienes acostumbran andar en bicicleta y más
bien, nos unamos a ellos en este paseo que se llama vida.
Por algún lado debemos hacer arrancar la
recuperación de la sociedad; y pedalear juntos, es una buena forma de hacerlo.