Centella, su última foto en vida, agosto 2022 |
Para
el momento que escribo estas líneas, estoy aún pesaroso y, –por qué no decirlo-
llorando la pérdida del Morrocoy de casa, nuestra mascota al cual por su
agilidad, bautizamos con dulce ironía como “CENTELLA”.
El
pobre estuvo desde el 15 de septiembre presentando muchas incomodidades que
incluían:
-
Pérdida del apetito.
-
Intranquilidad y movimientos
francamente erráticos.
-
Dificultad para desplazarse, con dolor
en su mano izquierda.
-
Salida de las hemorroides.
-
Ojos llorosos y tendencia a abrir la
boca, signos que todo Morrocoy o Tortuga Terrestre posee al manifestar
enfermedad.
Por
lo que parece una obstrucción intestinal, la mañana de este 01 de octubre de
2022, nuestra mascota pasó a estar con el santo guardián de los animales, San Francisco de Asís.
Pérdida de una Mascota
Miles
de veces veo tuits, estados de WhatsApp, publicaciones en Instagram y hasta
carteles pegados en muros, sobre el dolor de una persona por su mascota pérdida.
Y
aunque entiendo el apego y lo respeto, como todo en la vida, hasta que no nos ocurre, nuestras
fibras no se tiemplan lo suficiente para poder internalizar el dolor de
ver un ser que se va, ya sea robado,
perdido o peor aún, muerte por accidente o muerte natural.
Los
actores de la versión argentina de “Casados
con Hijos” (Married with Children), se reunieron a celebrar un aniversario
del programa y sus primeras palabras fueron de tristeza al ver que todo el
elenco no estaba presente, ya que la perra “Violeta” que interpretaba a “Fatiga”,
fue arrollada por un auto años atrás. Para ellos pues, no era una mascota, sino
un compañero.
El
dolor que siento actualmente se basa en no haber podido hacer más por él, más
que seguir recomendaciones de amigos que han poseído morrocoyes y algunas
consultas veterinarias online.
Ya
cuando pude llevarle al veterinario, era tarde. Aunque el especialista intentó
convencerme que el daño no era mi culpa, esa sensación vive en uno.
Y
sí, lo veía como a una mascota. No como a un hijo o hermano –que lo respeto,
pero no lo comparto-; porque a una mascota igual se le respeta y quiere por ser
una vida y por el valor no tasable que aporta a un hogar.
Él
me divertía, me hacía responsable, me acompañaba y vivía en “su mundo interior”,
más allá de su caparazón. Una alegoría perfecta de cómo debemos vivir a cuestas
con lo que somos y con quienes debemos ser y aun así, seguir, porque en ello
vivimos, coexistimos y podemos seguir dejando huella, paso a paso.
Sobre el cuidado de las mascotas
Aquí
un punto de reflexión. Cuando buscaba alimentos para Centella me decían “esas
comen de todo”. Harta razón, pero mala aplicación. Darles de todo era
experimentar.
De
cuando en vez se le daba pescado o pollo o alguna fritura suave. Pueden juzgarme
y castigarme por eso. Pero ese placer de verle comer todo y con gusto, era
gratificante. Además, hacía sus necesidades a gusto.
De
hecho, lo que le causó el mal intestinal que devino en muerte, se estima fue un
insecto rociado con insecticida proveniente de alguna casa vecina, según el
veterinario, ya que una de las anti virtudes de cada morrocoy, es que se lleva
lo que sea a la boca, como niño chiquito.
Por
ende, deberíamos aprender a alimentar, bañar, transportar y ejercitar a toda
mascota que poseamos e irnos actualizando. Hay quienes creen saberlo todo y
asumen cualquier error con silencio. Pero les recuerdo, que una mascota es una
vida que intencionalmente colocaste en tus manos y así debes asumirlo.
Además,
la carrera de veterinario es una de
las más difíciles del mundo. Y cuando los veterinarios se establecen en sus
propios consultorios, los costos de rutina y urgencias, no son del todo
asequibles.
Y
comienza ese terrible debate moral de asumir el tratamiento y/u operación de la
mascota o comer uno. Y créanlo, es ominoso en demasía porque uno se juzga,
culpa, aborrece, entristece por poner ese debate en la mesa.
Ver
que un animalito sufre y no poder preguntarle, “¿qué te duele?” va creando mayor frustración. Sin poder ir a una
tienda de mascotas a consultar porque en muchas sólo hay dependientes, no
profesionales en el cuidado y atención de animales domésticos.
No
tengo idea de cómo sean las políticas de profesionalización y cuidado de
mascotas caseras en cada país, pero han de coincidir con algo en que falla también
la venezolana, de reciente creación: El
apoyo profesional a los poseedores de mascotas.
Vivo
frente a la Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Agronomía, Núcleo Aragua donde se encuentra el Hospital de Pequeños Animales, que
tampoco es muy asequible pero se puede pagar. Como todo en las universidades
venezolanas, se encuentra en ruina total por falta de presupuesto.
Y
para dar sepultura digna a los restos mortales de nuestras mascotas, muchas más
complicaciones hay. En el caso de Centella, fuimos a un jardín comunitario,
hacer un hoyo y sepultarle.
He
visto infinidad de mascotas echadas en contenedores de basura porque sus
propietarios no sabían qué hacer (o no les importaba).
En
España hay crematorios para mascotas,
donde se les da un fin digno. Pero es como que mucho pedir para Sudamérica.
¿Quién
nos ayuda?, ¿Quién nos consuela?, ¿Quién nos quita el cargo de conciencia y el
dolor de ver partir a nuestras mascotas, que son nuestros seres queridos?
Todos
los poseedores de todo tipo de mascotas, además de compartir el amor y dolor
por las mismas, han de estar claros en ello, no existen maneras muy expeditas
de ser ayudados en estos casos.
Si
el sistema de salud humana falla, el sistema de atención veterinaria, está mil
veces peor.
¡Gracias
por tanto que nos diste a mi papá, a mi mamá y a mí, querido Centella!
P.D.:
Por años creíamos que era hembra, ya que tardó en desarrollarse. Al saber que
era macho, le atendimos igual porque para nosotros era nuestra mascota y otro
digno habitante del hogar. Los animalitos queridos por quienes son, se
transforman en otra manera bonita de inclusión.