No
vamos a hablar de construir segmentos sociales, porque eso, además de
separatista, es ominoso y atenta contra la libertad de expresión y libre
albedrío. Al referirnos sobre gente en
quién confiar, nos enfocamos en crear una especie de aviso clasificado en
nuestras vidas.
Alguna
vez le escuché decir a un político venezolano, “Las cosas de valor, necesarias
y constructivistas no deberán hacerse solos, sino en conjunto, así crecen todos”.
Analizándolo, le encontré la mayor de las razones.
La
vida se nos hace difícil; nuestra anatomía, la de los nuestros y nuestras
cosas, ameritan de soluciones de vez en cuando. Y allí, la gente en quién
confiar juega un rol valiosísimo, no por el ahorro o porque vayamos a aprovecharnos
de ellos, sino porque son de real confianza, que no nos van a estafar ni defraudar.
Ustedes
dirán que hay amigos traidores. Sí, los hay. Pero la única manera de confiar es
confiando. Mesura y solicitudes puntuales, es lo que puede garantizar que nadie
se descarrile de las vías del bien en detrimento del otro.
Gente en quién confiar
En
casa me enseñaron que uno debe tener una lista de amistades variopintas,
profesionales o de oficio, que te ayuden en las cosas más esenciales o
esporádicas. Y nuestro deber, es pagarle / corresponderle, sus atenciones. No es
gratuidad lo que esperamos, sino que nos den lo que merecemos y ellos también
ganen.
Ejemplos:
Un
amigo chofer con servicio de taxi satelital siempre disponible.
Un
amigo médico para chequeo, consejos y remisión.
Una
amiga abogada para documentos (y ojalá, nada penal).
Una
amiga repostera que nos haga postres.
Un
amigo electricista que nos ayude con un cableado.
Algún
amigo “todero”, de esos que les dicen “Mc Gyver” y ayudan a resolver cosas que
son quizá pequeñas, pero incidentes.
Una
amistad que toque algún instrumento, que nos inspire, deleite y anime.
Una
amiga docente que ayude a resolver alguna falla en una hija o hijo en edad
estudiantil.
Incluso
un amigo militar o policía, sea para ayudar a sacar algún ml viviente o para evitar que algún novio
hostil se presente. Aunque es parte de su deber, sabemos que ellos se mueven
más sí les atañe.
Una
enfermera o cuidadora. Se amerita que éstas sean gente en quién confiar, porque
les estamos dejando a enfermos, ancianos o niños a su cuidado, mientras hacemos
nuestras vidas.
Personas
que con o sin profesión, tengan valores, respeto y mucha decencia. Encontrar de
esta especie invaluable de gente en quién confiar toma tiempo, incluso dentro
de nuestras familias, pero en ellos se puede dejar al cuidado a una mascota,
hogar, secreto, objetos de valor, esposa, esposo, hijos, negocios y cuando regreses,
no habrá ni un robo, roto, falta o atentado contra la moral.
Es difícil, lo sabemos
Pero
no es imposible. Hay muchísimos casos y posiblemente quien está leyendo esto,
es una de esas personas que puede ayudar en ese o cualquier ítem y además tiene
gente a toda prueba que resultan un sitio de paz, una palabra verídica, pero
necesaria para recomponerse, un palmada o un regaño y un abrazo y un consuelo.
Por
más que existan seres que defiendan aquella ominosa frase “no se puede confiar en nadie”, qué, incluso se les devuelve
(porque si no se puede confiar en nadie, entonces en ellos tampoco), la verdad
es que hay mucha gente en quién confiar.
Sólo
que su distribución es quizás un poco menos en relación a un cierto número de personas.
Todo queda en un ensayo y error, comprensión, intuición, pero no en “pruebas
trampa”, porque muchas veces éstas son injustas y son las personas que las
colocan para ver la lealtad y honestidad de otros, los que terminan siendo gente en quien no confiar.