Psico-anímicamente, el mundo está enfrentando una movilización impuesta por razones económicas, políticas, socioculturales y de salud –incluyendo fenómenos naturales- que le hacen reescribirse día con día. Y desde el mes de diciembre de 2020 cambió por completo la perspectiva sobra las navidades.
La readaptación
Así como ha ocurrido en cada fecha internacional,
como país y en lo personal, la adaptación al mes más importante del año no se
hace esperar. En un franco pero tétrico equilibrio el mundo se mueve entre la
vida, la enfermedad y la muerte de manera más rápida y cruenta que lo que ha
sido para los contemporáneos en décadas.
Para otros, la necesidad de mantener la esperanza en
la vida, las costumbres y valores, les instan a ser más fuertes contra los
embates del mundo. Por eso, se busca comprar todo para las fiestas, colocar
bellas imágenes para navidad tanto
virtuales como físicas, con el fin de estimular esos sentimientos hermosos,
reconfortantes y que deben seguir en pleno en estas y todas las navidades, así
como en el resto del año.
Las navidades como fortaleza
Quienes entiendan que la Navidad es el mayor regalo,
el mejor alimento, el ropaje de nuestra alma, el lugar donde estuvimos, estamos
y estaremos mientras nuestros corazones latan, podrán hacer de estas y las
navidades futuras el bastión de consuelo para el caído, para quien perdió a un
ser querido, para quien su trabajo es insuficiente, para quien ve a su pueblo
tan junto y a la vez, desunido y perdido.
La magia de las navidades no es hacer lo que la
anarquía como humanos nos haga pedir y que si no es, abandonamos. Es seguir
construyendo aún en los derrumbes. La vida es lo único que se construye con
ensayo y error, pero siendo justos, humanos y firmes, se puede edificar la esperanza
colectiva.
Las navidades de ahora en adelante dependen más de
nosotros, aprovechando los regalos más grandes que se puede tener: la vida y la inteligencia emocional.