Esto no es nada nuevo, el que una pareja busque concretar su amor bajo su propio techo. Pero nada parece ser fácil para el latinoamericano y muy especialmente para el venezolano y conseguir casa propia.
Compartía con un amigo hace un par de semanas, mismo que
sabe que soy poeta además de periodista y me pidió de favor “¿Me compondrías
algunos poemas para mi novia?, es que estoy preparando todo para pedirle la
mano”.
Sin querer
aguarle la intención, le consulté, ¿De verdad estás listo?, apenas hace unos
tres meses que regresaste a trabajar y estuviste largo tiempo sin laborar.
“Bueno,
ya cuadré con mi mamá para construir arriba de su casa; quizá no sea mío pero
es lo más cercano a casa propia que podré tener”.
Sin ánimos
de hacerle molestar, compuse un par de poemas con versos destinados a enrumbar
a su novia en la visión de que a pesar de las adversidades y de lo que se tenga
como material, será el amor lo que lo sustente.
Si se
los entregó o no, no lo puedo responder, no consulté para no seguir sintiéndome
una falsa voz de la razón, cuando era el momento del corazón y sus gritos entre
dos personas que se aman, cosa en la que uno hasta por buena voluntad, no debe
entrometerse.
También
para no extrapolar mis miedos. Porque si bien el construir en la casa
paterna en casa de los suegros es
esforzarse por hacer algo suyo, también es una muestra de que el aparato
habitacional es cada vez más limitado.
El caso de Venezuela con respecto a tener casa propia
Los apartamentos
y casas que construye el Estado, no son de quien los compra. No se les da la
titularidad porque los pueden vender, cosa que es su derecho si aspiran algo
mejor. Pero ni siquiera se molestan en controlar eso o en estudios
socioeconómicos realizados por personal capacitado en trabajo social, una profesión digna y desperdiciada.
Muchas
de esas soluciones habitacionales están inconclusas porque el convenio con
China expiró hace años y sólo realizan algunas para mostrarlas en falsarias
campañas de TV.
Quienes
pueden pagar, son también limitados. En Venezuela las mujeres u hombres
solteros no pueden optar a casa propia realizada por el sector público, debido
a que son para familias. ¿Qué lógica es esa?, ¿No pueden acaso luego formarla?,
¿O acaso todos están signados a tener pareja?
Los créditos
de los bancos para adquirir casa o están paralizados o son difíciles de
costear, poniendo más arriba el sueño de tener casa propia.
¿Y el amor entonces?
Para nada
creo que el amor es por interés, pero no ofrecer un techo y el esfuerzo por el
pan diario y el respeto permanente, en algo tienen que socavar al amor. Y peor
aún, con parejas tan endebles que ante cualquier impasse porque él le dijo el
nombre de ella en vez de decirle “mi amor”, detonan una separación, la verdad
es que añadir el leño de la falta de esfuerzo, derribará todo con mayor
velocidad.
Amigo,
(refiriéndome a usted, lector, en este caso), de nada te servirá escribir los
mejor elaborados y sentidos poemas de
amor para mi novia si con ello no vienen acciones concretas, sentimentales,
compartidas y tampoco esclavizantes ni para sumar reproches o autoritarismo hogareño.
Sí,
acepto que construir en el hogar paterno es bueno, pero siempre, aunque sea mezquino
y muy auto flagelante, uno desea emular a sus padres y comprar casa propia para
hacer familia. Unos pueden y otros no.
Pero molesta
cuando la culpa pesa más sobre quienes tienen el deber constitucional de
brindar opciones para todos por igual. Esos sí que atentan contra el amor.