Las Artes Audiovisuales son de plano las
más complejas porque han de reescribirse continuamente sin perder su
personalidad y, al mismo tiempo, ser mayormente novedosas para calar en las
nuevas generaciones y así llamar su atención, como en el caso del periodismo televisivo de la actualidad.
Más esto no
debería ser motivo para bajar la calidad y llegar a mensajes populistas nada
más para atraer con lo que a las personas les resulta atractivo por no sentirse
supuestamente discriminadas en la manera coloquial y supuestamente franca de
hablar.
Pero, disculpen
ustedes, eso es discriminación por igual, porque les están arrebatando el
derecho a aprender nuevas expresiones, disminuir la pobreza del lenguaje y a
aumentar la autoestima y el reforzamiento intelectual.
Todos los hombres y mujeres
somos iguales y debemos tratarnos con igualdad; pero dicha igualdad debe ser
hacia arriba, en lo intelectual y emocional, nunca hacia abajo, cercano a la
indiferencia o por de cada quién.-
ARGENIS SERRANO
El periodismo televisivo, actual
Lejanos
se ven los tiempos en que los periodistas reportaban con la seriedad,
misticismo, ímpetu por la verdad y hasta sana irreverencia que hicieron del
periodismo televisivo una inspiración para muchas generaciones, entre quien
suscribe, se cuenta.
Acabados
se ven esos tratos cordiales pero de franco respeto sin un ápice de adulación
para cuando se entrevistaba por igual al Presidente, un ministro, una diputada,
como a un deportista, una Miss o a una niña testigo de un accidente.
El
periodismo actual, en lo que respecta al periodismo de calle, se basa en
tutear, instar al entrevistado a que se diga lo conveniente para el medio y
quien lo patrocina (medio público o privado), que se ciña a una denuncia y que
su sinceridad no sea borrada en la sala
de edición y montaje.
Los
periodistas encargados de realizar entrevistas o programas de opinión en
estudio, están pendientes sólo del quince y último, autocensurándose para no
preguntar lo que puede incomodar al entrevistado pero que es lo que la mayoría
de la población espera y/o merece saber.
Cuando
lo hacen, lo amos del periodismo televisivo genuflexo y resignado, les despiden.
Incluso los jefes se ofenden cuando en un acto de gallardía, el periodista dice
que es su última aparición en ese medio televisivo porque no le pagan lo suficiente
y mucho menos, le respetan ni le dejan expresarse.
Casi
siempre lo anterior termina en una prohibición de entrada al medio, un mail a
otros medios para que no le contraten y la retención de su último pago. Así sean
ídolos del periodismo televisivo, les van a buscar cerrar puertas,
Los
otros periodistas que no inspiran, son esos anclas que adulan a más no poder;
que no narran las noticias sino que las comentan y justifican hacia el lado de
la balanza que les paga, para regodearse en la crapulencia de humillar a quien
piensa distinto y callar los errores de sus jefes.
¿Cómo salvarse?
Bien,
los distintos públicos no hipnotizados por una tendencia, han sabido librarse
de esos factores negativos del periodismo televisivo actual, simplemente
buscando en las redes sociales las noticias en texto, imágenes y videos lo más neutrales posibles y usar su
discernimiento para la real comprensión de los hechos.
Quienes
han caído ante una ideología o esperanza, siguen con las gríngolas que el periodismo
televisivo actual les coloca, reforzando esas viejas técnicas del mass media y dominio de la opinión pública,
donde cada quien cree que la opinión es suya y no ven que se las impusieron
gracias a patrones repetitivos, textos seleccionados, declaraciones controladas
y la imposición de falsos enemigos.
Incluso,
mostrando lo malo de los demás y nunca lo malo de su bando o país aunque este
sea una realidad, para así decir que estamos mejores en comparación; esto tal o
cual bando lo internaliza a su manera y entra en una falsa euforia de éxito o
en una alta decepción.
El
periodismo televisivo bueno, existe, pero se debe sacar con pinzas. Es aquel
que te deja preguntas y opciones que te hacen investigar, pensar, sentir y ser verdaderamente
parte de la balanza de los hechos.
Donde
no haya molinos de viento, sino
realidades latentes que no se pueden seguir ocultando con retórica, burla,
mediocridad periodística y censura.
Ese
periodismo televisivo está diseminado y obliga a buscarlo mucho. Pero es
siempre formal, nos hace querer crecer más como personas, nos reta a investigar
y nos inspira a emular, sea cual sea nuestra profesión u oficio.
Aunque
cueste el apretar el control remoto del
televisor o decodificador una y otra vez, sigamos buscando a quienes
aporten al periodismo televisivo osadía, rectitud, equilibrio, amenidad; que no
sean quienes nos digan de manera complaciente lo que queremos oír y ver, sino
lo que debemos oír y ver.
Es
de esa manera que volverán los noticiaros buenos y los responsables de los
hechos o personalidades, al fin rectificarán o serán expuestos por el
periodismo televisivo y replicados por las redes sociales.
Las artes audiovisuales son, pues, el respaldo para que se muestre lo mejor y más verdadero, las cuales son enseñadas en academias comprometidas con la calidad y la verdad.
Y en el periodismo
televisivo actual, dichas artes tienen mucho trabajo por hacer para
rescatarles, por lo cual han de contar con nosotros, personas equilibradas que
queremos más y mejores cosas.