Así seas negacionista a la manera
de Trump (USA), Bolsonaro (Brasil) o Milei (Argentina); o seas creyente a lo
Biden (USA), Trudeau (Canadá) o Macròn (Francia), lo cierto es que el cambio
climático es una realidad.
Lo que sucede es que entre las
corrientes creyentes y escépticas, hay también un tercer grupo que les utiliza
para el manejo de las masas: Los oportunistas.
Son aquellos que mueven a las masas
a crear luchas titánicas e incluso, faraónicas contra el sistema, siendo el
mismo daño que denuncian.
Queman, pintan, destruyen, utilizan
medios de transporte contaminantes y soliviantan a las multitudes para defender
lo que creen que son sus ideas y que no son más que el oportunismo de gobiernos
y grupos económicos para mantener a la conflictividad latente, colocando a la
gente una contra otra en una lucha que a bien desconocen.
El cambio climático es real
El cambio climático y el
calentamiento global son dos conceptos relacionados pero no idénticos.
El cambio climático se refiere a
las variaciones del clima en la Tierra a lo largo del tiempo, ya sean naturales
o provocadas por la actividad humana.
El calentamiento global es un tipo
de cambio climático que consiste en el aumento de la temperatura media de la
superficie terrestre y de los océanos, causado principalmente por el incremento
de los gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Entonces, ¿Quién puede negar las afectaciones?; nadie debería. Lo que sí debemos negar es el creer que atacando a todo lo establecido para erradicarlo y no para mejorarlo, es la solución (no me voy a poner a enumerar las absurdas críticas de los grupos progresistas a todo lo existente, porque este post superaría las 10.000 palabras).
Tampoco la imposición de normas que no puedan ser sustentadas por las personas, es una manera justa de hacerles coparticipes al saneamiento ambiental y la prevención (únicos dos elementos en que podemos ser útiles).
Un ejemplo es la norma de la no
fabricación de vehículos a gasolina a partir de 2035 en la Unión Europea, donde no existe consideración a quien no puede
acceder a ella y siguen existiendo problemas tanto con la tecnología, su
capacidad de aguante a rutas extraurbanas y la recarga del mismo, además de los
costos.
Los vehículos híbridos parecen una
solución viable, pero también están en duda. Esperemos que la carrera por la
optimización pueda brindar una solución para la primera franja signada para
ello, en el marco de la funesta Agenda
2030.
Lo que no se hace
Tienen razón los negacionistas en
desplazar al cambio climático como problemática principal y generadora de
problemas socioeconómicos; tienen razón los creyentes o auspiciadores, de decir
que los cambios en el planeta afectarán a la población mediata (unos 15 años).
Ya se ven los signos, con inviernos
calurosos y veranos aún más calurosos. Las sequias provocadas por el
calentamiento global, ya son mucho más recurrentes.
Más allá de prohibir o limitar los
productos contaminantes que llegan al ambiente, ¿Qué podemos hacer?, ¿pensar en
una de esas sociedades utópicas – distópicas futuristas donde la sociedad vive
en domos y pelea por el agua pura como mayor valor mundial?
No, al cambio climático quizá no lo
podamos cambiar, pero sí podemos mejorar el presente y futuro inmediato con
conciencia ecológica que se transforme en actitud.
Por ejemplo, no malgastar agua,
cuidarse de los rayos solares y aprovechar las alternativas para generación
eléctrica con el mismo; sembrar árboles en sitios adecuados para generar sombra
y crear oxígeno, depurando a la contaminación.
Utilizar la electricidad necesaria,
no malgastar papel, no ensuciar calles ni lanzar escombros. No contaminar las
playas o ríos ni jugar con su fauna.
Creer en la energía eólica, en el
reciclaje y la limpieza del entorno.
Saber actuar en momentos de
desastres naturales, muchos de ellos provocados por El Niño y La Niña; en eso deben estar los gobiernos, en educar,
promover la salud y asistencia en las emergencias; ayudar a mejorar el criterio
y saber reconocer situaciones de peligro o asimilar errores (como sucedió con
el incendio en la boda en Irak).
Crear fondos de asistencia para
reubicar a los damnificados de desastres provocados por el cambio climático y calentamiento
global; también para reubicar o ubicar soluciones habitacionales que puedan
resistir mejor los embates de la naturaleza.
¿Podemos contra el medio ambiente?,
¡No, no podemos!; ¿Podemos mejorar nuestro entorno, forma de comportarnos, la
asistencia técnica y lógica (planificación) de las ciudades, además de saber
ser previsores y educar a nuestros cuerpos, mentes y espíritus a luchar contra
los efectos de la naturaleza?, ¡Sí, si podemos y debemos!
Es allí donde negacionistas y creyentes
en el cambio climático deben enfilar sus esfuerzos, para dar soluciones y
reducir la presión de la adversidad recurrente entre los pobladores.
De esa forma, ningún grupo podrá
atribuirse el control poblacional mintiendo sobre los efectos del cambio
climático en rubros como economía, tecnología y sociedad.
Será una realidad ineludible, llena
de previsiones y acciones mancomunadas que la irán minimizando en sus apócrifos
efectos de agobio psicológico y se transformará en una mejor actitud social que
sí repercutirá en soluciones y actitudes.
Los productos ecológicos han sido
bendiciones reconfortantes para quienes las han aplicado y son parte del
mejoramiento del medio ambiente, que procura forjar en las personas maneras de
protegerse de los embates del clima.
¿No se ve pues el hilo que está
faltando en el discurso de muchos?, ecología sin erradicar a todo los demás,
sino mejorándolo, para que la comodidad y seguridad no nos falte y sí, nos
arrope ante el cambio climático y calentamiento global.