Así
son en realidad los que agobian cuerpo, mente, alma y corazón en pro de cumplir -en detrimento del bien- su deber bajo la extraña metodología de “el fin justifica los medios”, pero
siempre con la persona indebida, que debe zafarse con acciones o bienes,
alimentando a la burocracia, corrupción y degradación social.
Usan
la fuerza física, incluso sin tocarte, imponiendo su estatura, su ancho, el
poder de su voz. Parece que evalúan tus condiciones físicas, cognitivas,
espirituales y sociales y te involucran en aquello que les toca cumplir, como
forma de salir del paso, haciéndote blanco de todas las miradas inquisitorias
que anteceden a la aplicación de la ley, “porque a alguien hay que culpar”.
Utilizan
las palabras más hirientes para que dudes de ti, incluso para que confieses
aquello que no has hecho, cosa que haces no por culpabilidad, sino porque es la
manera de acallar tantas mentiras.
Te
pintan un futuro inmediato desesperante, en el que sufrirás tú y tus seres
queridos, siendo tú el único culpable por no confesar.
Pero,
¿Cómo confiesa un inocente lo que no ha hecho?
Esa
búsqueda del culpable es asfixiante y molesta más cuando se sabe o se presume
que hay un culpable –cercano o no- y puede quedar intocable, sea por estar
apadrinado, por haber escondido sus huellas, haberte comprometido en tu buena
fe, por huir, por esconderse, instigando a otros para que le protejan so pena
de ser agredidos o por la muerte, sea por suicidio o porque la culpa pudo más
que su deber de pagar condena.
Así son en realidad
Lo
que les importa es que no te vayas liso; sea que sientas una espada de Damocles
mucho más imaginaria que la metáfora que ella encierra o una presunta búsqueda
para resolver ese asunto que tú no cometiste.
Te
hacen enemigo de la decencia, porque fue tu buena voluntad, confianza,
probidad, las que supuestamente te llevaron a ese mal momento junto a ellos.
Incluso
te dicen que no existen los amigos, por lo cual podemos pensar que sus vidas sociales
y mentales son extremadamente tristes.
Y
si así son en realidad, la verdad que lo de chacales que comen de quien sea les
asienta muy bien. Dejaron a la humanidad a un lado en pro de lo que en principio
debió ser el cumplimiento del deber.
De
todo quieren una ganancia, sea material o tácita. Es su manera de quitarte el
agobio, despojándote de algo que tienes y quieres, porque ellos no lo tienen y
no lo quieren, pero tenerlo de ti, les brinda mejor placer.
Así
se repite una y otra vez hasta que se envilecen y se lanzan cuchillos entre sí,
especialmente cuando les descubren y no han compartido de aquello que han
quitado para falsamente aligerarle cargas a quien sólo le tiene a ellos como
tribulación, porque moral y cívicamente estas personas son cumplidoras de la
ley.
Parece
ser que los antisociales y/o demás culpables son los que menos se sienten
agobiados, será porque también perdieron la sensatez y la sensibilidad o porque
aquello que les quitan lo podrán recuperar.
Así
son en realidad, una mancha en la vida de quienes les hemos sufrido, una
especie de resentimiento que no debemos aflorar porque caemos en su propio
juego, salvo en pedir al Dios Celestial que le haga justicia al mundo,
haciéndoles ver en vida y muerte la condena debida por sus actos.
Hasta cuándo serán así
Eso
nadie lo sabe. Ya le tomaron el gusto o saben que otro que quiere su lugar les
pasará la aplanadora. Y así como en la vida silvestre, pero de manera cruel y
sin sentido, ellos prefieren comer que ser comidos.
La
bondad, justicia y honestidad no les sirven porque se pagan terribles
consecuencias, principalmente la misma que nos toca a todos los buenos. De allí
que el arrepentimientos sea muy mal visto.
Y
no se crean, a esta sociedad le fascina destruir al arrepentido, no le brinda
una segunda oportunidad, sólo le reprocha y le condena y no le permite redimir
ni expiar debidamente sus penas.
Hacen
que se arrepienta de haberse arrepentido y reincida en aquello que quiso
abandonar.
Así
son en realidad porque sale de su alma o las almas de otros les terminan
agobiando. Y de allí todos salimos perdiendo, porque no podemos ser más los
buenos si nos la pasamos jugando falsamente al justo juez.
Tampoco
es que les dejemos tocarnos el ombligo, pero sí los mismos objetivos tenemos,
bien que podemos ir lado a lado, como los iguales que somos.
Quizás
así se terminarían los agobiantes, usureros, timadores, manipuladores e
intimidantes que buscan en las personas buenas, su sustento, ya que por honestidad
y trabajo juro no lo obtienen.
Juegan
con su rol público en la sociedad a su favor y el de sus camarillas, forjándose
en grupos consolidados de mafiosos que buscan jugar con los sentimientos,
accionar y profesionalismo de las personas.
Así
son en realidad aquellos que están atacando a los justos, sea con la fuerza
física, de armas o mental; incluso jugando con su razonamiento y formalidad
vecinal.
De
esos cánceres sólo nos pueden librar Dios, las personas justas y el cambio
total de la mentalidad y dirección.
Así
son en realidad, de la manera en que una serie policial cruda incluso se queda
en pañales en su ambivalencia.
Y
la pesadilla vive en nosotros por siempre, injustamente. Sólo la psicología, la
fuerza de voluntad y la fe nos la pueden mitigar, junto con la convicción de
que se requiere un cambio social que no es utópico, sino tardío pero
progresivamente lograble.
Hablo
desde una experiencia personal que me persigue desde el 2023, la cual no me
merecía en nada y mi gente en derredor tampoco se la merecía y que nos ha
tocado olvidar y ser nosotros mismos para superarla.
Fuerza
mental, espiritual y con familiares y amigos que demuestran que esos dos
valores sí existen y ninguna estratagema psicológica barata puede derribarles.
Deseo que todos los que viven agobio similar actualmente, también la superen, eso no debe ser. Ya bastantes problemas dan quienes son malos por naturaleza como para enfrentar a quienes deberían ser los buenos al menos por ser su empleo.