Tanto que se habla de lo
negativo o de aquello que quieren ver como negativo (los grupos que están en
contra de los valores y buscan tergiversar la historia y destruir corazones),
se hizo tan frecuente pues, que todo lo positivo, hasta en lo más pequeño, se
está obviando. Y toco el tema sobre el
flamenco, porque de un suceso me motivé a ver lo mejor que nos ha hecho a
los latinos.
Y es que unos amigos
músicos de trayectoria tomaron clases de palmas flamencas con uno de los mejores maestros españoles, el señor Pancho Brañas a través de su plataforma
online FlamencoDrummers.com, algo
que, para ser venezolanos, me pareció muy atípico.
Resultó ser que no
solamente estaban alimentando su repertorio universal (ellos amenizan de todo),
sino que estaban enfocándose en buscar esa alegría para hacer de la animación
un acto de coordinación y educación que en vez de formar un jolgorio, fuera un
acto de regocijo y de crecimiento.
Me sorprende que un acto
tan sencillo como el llevar el ritmo con las palmas como se acostumbra en el
flamenco pueda asociarse con tranquilidad y a la vez, integración. Pero es así,
porque involucra a las personas y las hace parte de un todo, haciendo de lo
sencillo un acto compartido que les
permite comprometerse más.
Razón le veo, porque los
buenos hábitos se aprenden no sólo de la lectura o de la oralidad, sino de la
imitación y esto aplica en todo ámbito de la sociedad.
De hecho, eso era lo que
construia las buenas relaciones y la honra historia; pero la gente quiere
“buscar verdades”, tanto para monetizar con los conflictos entre las partes
como para satisfacer sus egos de poder torcer la buena voluntad entre los pares.
El flamenco ha influido desde antes y no lo vemos
Lo que hacen los
contrapunteadores llaneros, los rockeros e incluso las agrupaciones vocales,
lleva algo de su esencia. Acompañar al ritmo de las canciones, que el canto les
salga del alma y que sepan que sin importar su voz, condición social o lo que
suceda, la música les hermana, puede salvar vidas y por ende a toda una
sociedad.
Con el flamenco vamos
encontrando historia pura en las voces, las palmas y la ejecución de la
guitarra. Recordamos que tenemos herencia árabe, gitana, española y le hemos
dado nuestra personalidad, creando una línea sólida.
Eso quiere decir que el flamenco
es parte de quienes hemos sido y es otra de las formas manifiestas incluso
indirectamente, de quienes somos y lo que hemos logrado.
Entonces, ¿Por qué
enfrascarnos en revolver el lado oscuro de la historia que, aunque exista, a
estas alturas lo que nos puede crear es separatismo y complejos?
Es evidente que hay gente
que no quiere que crezcamos, nos hermanemos y veamos las cosas más por el lado
amable; necesitan el caos para subsistir y no dejarnos ser libres como
pensadores y ejecutantes.
Esta alegoría sobre el
flamenco es verídica, porque si seguimos a quienes nos dan buenos ejemplos,
marcan el compás, expresan con sus voces realidades y sentimientos en gran
equilibrio y se dejan acompañar por los sonidos libres del mundo, pues…
Nuestras almas, corazones,
mentes e incluso nuestros bolsillos, serán más prolíficos y mejor vinculados.
Sólo debemos recordar que el ritmo que llevamos en nuestra sangre latina, vibra
y se mueve mejor cuando hay más gente buena con la cual interactuar.