Vamos
a contar mentiras, no importa el qué dirán. Teniendo poder económico, político,
control social, comunicacional, armas y una actitud intimidante contra la gente
de bien, cualquier cosa que se diga debe ser tomada como la verdad, incluso
cuando en nuestras voces, rostros y acciones se note la culpabilidad.
Si a
alguien le ocurre algo bueno pero va en detrimento de quienes somos, debemos automáticamente
levantarles falsos, bajar la línea a nuestros acólitos ya sea por Telegram o
WhatsApp y que repitan cuán loros sin voluntad lo que les hemos dicho.
Con algunos
mendrugos y falsas promesas podemos tener a jóvenes y adultos maleados a
nuestra conveniencia y necesidad. Además, ya ellos están convencidos de nuestra
línea ideológica y de allí no los saca nadie, ¡Hasta hermoso es cómo inventan
nuevas versiones que enmarañan más el asunto y vierten sombras de dudas sobre
quien hizo algo bueno, leal y democráticamente correcto!
Vamos
a contar mentiras sobre cómo es la vida en otros países y compararlas con el
nuestro, mostrando un brillo tal que parezca que vivamos en una tacita de plata
o que hemos superado nuestros peores momentos. El que diga lo contrario, será
nuestra nueva víctima y ello nos ayudará a que nuestras mentiras muten a
verdades.
Cuando
muchos a la vez empujamos hacia el mismo lado, se ocurre el control de la opinión
pública y el mass media queda en nuestras manos. Eso es algo que la gente de
bien, confiada ella en que los demás tenemos ese error de ser buenos y nobles,
jamás va a terminar de entender.
Ocurre
desde que cayó el muro de Berlín, que confían en que las acciones no ameritan
mantenerse culturalmente y por eso es que nos les hemos ido metiendo a punta de
falsas rebeliones y convicciones hasta hacernos con el poder y no soltarlo.
Cuando
tienen algún acierto y nos perjudican, tenemos que pasar a la victimización y a
decir que van a pasar cosas malas para que, cuando no sucedan, podamos decir
que fue gracias a nuestra intervención que se evitó que se hicieran cambios que
pudieran a la gente a trabajar para ganar lo justo, estudiar para aprender de
manera constructiva y conductista y a convivir de manera pacífica y generando
capital.
Para
evitar esos daños que hacen al hombre y a la mujer libres e iguales hacia arriba,
es que vamos a contar mentiras con más ahínco, ya que tocando las fibras de la
flojera, la conveniencia y forjando un mundo en el que las sandeces minúsculas deben
ser aumentadas para poner a la gente una contra otra, reviviendo ese “ricos
contra pobres” que ha servido desde la revolución francesa como manipulación y
catalizador social, es que seguiremos en el poder.
Sólo
traten de que nunca se den cuenta los buenos que pueden llegar a imponer el verdadero
orden o los que queremos cosas sin trabajarlas, merecerlas y necesitamos
dominar a los demás, estaremos perdidos y con ellos, ustedes también, gente que
sólo quiere vivir de los demás y nunca ganar el pan con el sudor de su frente
como tuvo Dios el error de decir en detrimento de nosotros, sus hijos
predilectos y dueños de sus corazones.

