Los Normalizadores, son Anormales

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Los normalizadores creen que quien miente va a decir la verdad por fin, incluso por miedo. Olvidando que un día dan la mano y a las 24 horas están echando pestes con material audiovisual preparado para destruir al bien.

Aseguran que hay que confiar en que cambiarán, así como esas muchachas que se enamoran, escapan y embarazan del maltratador porque -a según-, en su regazo ellos van a cambiar, lo que creen hasta que les hacen un daño que les marca.

Los normalizadores necesitan el conflicto ajeno para hacer negocios, para hablar, lucirse, ser víctimas y mártires en un espectro controlado por la conchupancia y así ser el foco de atención que no aporta nada bueno al conglomerado, sólo distrae y le abre puertas a la luz de los beneficios mientras se le cierran al país.

Dicen cualquier barbaridad defendiendo una causa, sin aceptar o dejar que los demás piensen que hay que arriesgar mucho para liberar en grande y que hay mucho de falsedad en eso que decía Eva Perón, “donde hay una necesidad, surge un derecho”, lo que implica que se abran tantos derechos que es imposible cumplir con todos, banalizando la palabra a la par de las necesidades.

Los normalizadores se ofenden porque la gente de a pie no quiere bajar la cabeza y -pareciera- que jamás les han tocado un familiar o amistad, por lo cual la gente en su sacrificio y sufrimiento no es más que un ciclo natural. Piensan sólo en ellos creyéndose inmortales, por el simple hecho natural que “la hierba mala nunca muere” o por lo menos, dura más que los buenos.

Niegan la palabra de la ciudadanía y sólo deciden lo que les conviene a unos pocos, para lo cual requieren de incitar -e instigar- a aguantar callados, que ya luego será, deja a los malos agotarse o que por fin cambien, no los toques más a ver sí se calman y nos pueden tocar unos mendrugos de democracia que no es tal, sólo un poco más del espejismo de la supuesta normalidad que se publicita a abiar con fotos y videos de espectáculos pensados en distraer.

Entre los normalizadores también hay seres anormales que quieren que, para que los demás nos tengan lástima, debemos estar afligidos, compungidos, cerrados a cualquier derecho inalienable a ser felices al menos un instante -el que dure un concierto o el dinero. Se les olvida que en el escenario y en las gradas también hay seres normales que no están de acuerdo con la supuesta normalidad y que a la hora de la chiquita, van a ponerse del lado del bien para que la causa liberadora, sea para todos.

El efecto dominó existe: Si a otros les va bien, a uno le irá bien, ya que no chocará el malestar de otros con nuestro desenvolvimiento. Para que se entienda: Sí un médico está al 100% de sus costos, estará sano y mucho más disponible para atender y poner al 100% por igual a un enfermos, así este no pueda pagarle. Es una cadena extraña, pero se comprende cuando todo de verdad se desarrolla con verdadera normalidad.

Por el contrario, sí como creen los normalizadores que amparando a los que no cuidan de maestros, doctores, enfermeras o medios, el país siempre estará en caos porque serán parte del efecto mariposa. Todo porque ellos llegaron -supuestamente inocentemente- a creer y aupar que los malos o erráticos, debían seguir cumpliendo las funciones que tomaron, ya que son humanos y tienen derechos.

Allí es donde los normalizadores son aborrecibles y anormales o subnormales, ya que los malos que amparan sólo quieren todos los derechos y eludir y burlarse del cumplimiento de los deberes, porque eso les resta su poder.

Lo peor es que antes se podía confiar en ellos, pero bajaron la cabeza, doblaron las rodillas y desean que todos seamos como ellos, que dejemos de querernos y pensar, pero los buenos se alejan de los intoxicados a propósito.

Lcdo. Argenis Serrano 

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